Saturday, September 10, 2011

Yo opino, sin conocimiento pero opino

Jorge Cruz, Caracas 18 de enero de 2011
Sobre la ética periodística se ha estado escuchando bastante en Venezuela, por un lado los oficialistas alegan que son parciales, que no miran y menos reportan las buenas acciones que hace el gobierno, entre otras; por el lado de los antagonistas del gobierno, que no hay libertad de expresión, que no hay canales regulares para obtener información…; es decir, es más un debate político que profesional. El fanatismo falsea los datos y por ello lo que se escribe o dice en los medios.
Voy a utilizar el ejemplo de una periodista simpatizante del gobierno que escribe semanalmente en Últimas Noticias: Mariadela Linares en su artículo “Un pasito palante y otro pa’ tras” del 16 de enero de 2011.
Hace unos meses atrás llamaba la atención que los medios opositores no celebraran el decreto 7.401 que daba posibilidad a los que no hubieran cumplido con las cuotas para obtener el beneficio de una pensión poder acceder a ella mediante un pago que completara la diferencia que no pudieron cubrir mientras fueron personas activas. Yo le escribí que esa medida era populista porque a pesar de estar por 12 años en el poder no se ha reformulado el Seguro Social y se apelaba a una medida antes de unas elecciones para comprar consciencias.
En este último artículo vuelve a señalar el afincamiento de los medios en los que se quejan por las atenciones que están recibiendo cerca de 100 mil damnificados.
Nuevamente vemos ligereza en el tratamiento de una opinión. No es que le moleste la cobertura de un suceso, su posición resalta es el poco respaldo a las medidas del gobierno. Es decir, no es por el hecho periodístico en si, es por la no afiliación política que rechaza el periodismo de la oposición.
Si yo quiero opinar de algo, lo menor que debo hacer es informarme, investigar sobre el tema que voy a tratar, de otra manera no soy periodista que opina sino un vulgar político que escribe.
Digo lo anterior porque si comparamos el caso nuestro con el colombiano, hay muchas medidas que no son acertadas y que se nota como esos lamentos de “25 familias que se quejan que no les llega la comida a tiempo” y “las 30 que viven en un chiquero” si son importantes si se quiere utilizar las matemáticas.
En Colombia hay casi dos millones de personas que quedaron sin techo y pertenencias, contra las 100 mil aquí; hay que multiplicar casi por 20 para tener un número cercano. Sin embargo, las protestas han sido mínimas, luego de más de dos meses de estar refugiados. No hay que multiplicar por 20 para tener los implicados en acciones de calle allá.
Uno se pregunta porque han sido menores a pesar de estar mucho mayor cantidad de personas involucradas.
Tampoco ha habido invasiones a hoteles, viviendas y lotes que tenían uso pero sin construcción, tales como estacionamientos. No se ha necesitado de una Ley habilitante, solamente un “Estado de Emergencia” que garantiza medios y facilidades para gobernar al respecto, menos aún criticar a los medios por su cobertura.
El problema principal es que cualquier evento se politiza más allá de lo necesario, eso no es periodismo ni tampoco se puede ejercer bajo esa presión sin caer en fanatismos.
Cuando la cordura regrese, cuando la investigación sin apasionamiento político o la real investigación se adueñe de los medios en general  (no solamente en la oposición hay sesgo), cuando los funcionarios no tengan primero que pedir permiso para dar unas declaraciones (que generalmente nunca llega), cuando se pueda acceder a datos actualizados (aún se espera que se den los relacionados a homicidios por año desde 2006, si mal no recuerdo), entonces podremos pensar en ÉTICA. Mientras estaremos condenados a unos medios de comunicación tendenciosos, donde la politiquería es la que reina, como la misma articulista termina afirmando: “Viven en el sueño de que el tal 52 les durará para siempre. Cuando despierten los habrá vuelto a dejar el tren.”
Ahora se opina, aunque sea sin base, pero se hace porque es política.
Al final tenemos que no se informa ni se forma opinión, se divide las simpatías para mantenerse o sacar del poder, eso es el periodismo actual, con sus contadas excepciones.

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