Jorge Cruz
Osorio, Caracas 22 de diciembre de 2010
Por razones que no necesito exponer durante todo el mes de noviembre
estuve en Bogotá, Colombia. Desde mi arribo hasta mi partida llovió casi todos
los días, ya estaba lloviendo antes de mi llegada y ha continuado por buena
parte de este mes.
Los datos de las pérdidas humanas y económicas son inmensos.
Al menos 284 muertos, 267 heridos, 63 desaparecidos, 2.160.000 damnificados,
3001 viviendas destruidas y 303.215 averiadas; a su vez a afectado a 28 de los
32 departamentos (estados) de Colombia.
Los más golpeados son los de la costa atlántica. Por ejemplo,
el sur del departamento Atlántico tiene números espeluznantes: casi 65.000
personas damnificadas y casi 5.000 hectáreas inundadas.
En Venezuela las lluvias han sido de menor periodo, creo que cercano al mes y con menos afectados: 32 personas muertas y unos 90 mil damnificados.
En Venezuela las lluvias han sido de menor periodo, creo que cercano al mes y con menos afectados: 32 personas muertas y unos 90 mil damnificados.
Sin embargo, ha habido diferencias en cuanto a como
enfrentar esta emergencia.
El gobierno nacional colombiano desde el primer momento se apersonó de
la misma, trabajando en conjunto con las alcaldías y gobernaciones. No se
inició con acusaciones, duplicación de labores o restricción de recursos,
tampoco se ha utilizado en Colombia el tema político de si eres un gobernador o
alcalde de la oposición te regaño o burlo. Primero el gobernador del estado Miranda
apareció barbudo, ojeroso y con el agua en la cintura, fue posterior, con días
de diferencia, que el presidente actuó y metió los pies en el agua (así literalmente).
Tampoco se han castigado a hoteles, obligándolos a recibir
de gratis a damnificados (un paréntesis, no es por acusar, pero es la realidad,
no solamente pierden dinero los dueños por no poder hospedar a visitantes, sino
que hay que sumar los robos de lencería y otros tipos de artefactos que pueden
llevarse; muchos de ellos son pequeños hoteles que son el sustento de sus
propietarios), invadir viviendas o cosas por el estilo; menos aún pedir una Ley
Habilitante por 18 meses de 24 que le quedan en el poder.
En Colombia, a pesar de las distancias, más de 2 millones de
damnificados contra 90.000, se ha manejado también con otro criterio: creación
de nuevos refugios más los existentes, dotación de dinero para pagar la pernocta de los afectados, por ejemplo.
Si visitamos la página del ministerio del ambiente de Colombia
nos topamos con información de cómo se va a actuar, algo que brilla por su
ausencia en Venezuela (tengo conocimiento que el plan de acción apenas se está estructurando).
En pocas palabras, aquí en Venezuela ha reinado la
improvisación, abuso del poder, el castigo a políticos y supuestos ricos, pero
lo peor es que se ha utilizado la tragedia para poder afianzar el poder del
presidente y su partido, más no así para realmente solucionar los problemas de
la gente, se ha dado prioridad a lo político mas que a la búsqueda de actuar en
beneficio de los afectados, se ha utilizado para hacer populismo (invasiones a casas
y hoteles), que esconde la no preparación para los factores de riesgo o
emergencias por desastres naturales, a pesar de tener dos vaguadas ya
acumuladas desde que está en el poder Chávez (1999 y 2005).
No es solamente una muestra de cual es la agenda del
presidente Chávez, es un ejemplo de su incapacidad para gobernar, porque no es por
la visión diferente que Santos actúa de otra manera, es porque la tragedia no
tiene tinte político, afecta a unos y otros, y tiene un equipo que responde a
la dirección dada por el líder del equipo con profesionalidad y rapidez.
No es un actuar reactivamente, después que un gobernador
pegó primero, es prepararse para el fenómeno de la Niña, que como se anunciaba
iba a ser tan devastador como el Niño en su versión contraria. No se preparó a
los equipos o refugios por incapacidad por falta de liderazgo y visión de las
reales necesidades del país.
Reconocer posteriomente que se ha equivocado no soluciona realmente los problemas sino todo lo contrario, son mayores cuando sucenden. Hay que prepararse para los posibles escenarios de problemas y actuar proactivamente, no reactivamente.
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