Jorge Cruz, Bogotá 16 de abril 2021
Hace ya años
nos fuimos a cazar leyendas. Un grupo de estudiantes, ahora colegas, estábamos en
un pueblo sin luz en el cual se narraba de muchos aparecidos, todos ellos en
caminos que conducían a otros puntos de la región.
Llegábamos
hasta un lugar donde se narraba que había aparecido una mujer o un espanto, apagábamos
las linternas y esperábamos. Vimos muchas estrellas, algunas fugaces; nos atravesamos
con asustados animales, pero nada del propósito.
Varios años
posteriores regresé al lugar, ya con luz en sus calles, algo que me llamó la
atención es que no se escuchaban más esas historias ¡la claridad las mató!
Es común
que el ser humano construya este tipo de cuentos: fantasmas, mujeres que buscan
a sus hijos que roban hombres, el hombre lobo cuyas principales víctimas son
mujeres, entre otros. Son mitos, tabúes y leyendas que cumplen funciones
distintas, ya sea prevenir las aventuras en la noche, prohibir actividades en
ciertas áreas, en fin, es evitar que se den actos que puedan perjudicar a
individuos o a la comunidad en general.
Como sugerí,
las nuevas tecnologías hacen que muchas de ellas caigan en desuso, ahora lo
único que vemos como sábana flotante es un personaje gracioso y agradable:
Gasparín.
Mas que ficciones
Estos mitos
no sólo los creamos para actividades físicas, sino intelectuales.
Hay héroes que
le eliminamos sus pecados, los transformamos en seres sobrenaturales, genios
que nunca cometieron faltas, personas con grandes dotes para señalarnos la ruta
de la salvación, individuos que han liderado epopeyas que nos liberan del yugo que
padecemos o padecimos como naciones o comunidades, o que su pensamiento trasciende
los cambios tecnológicos, dándonos herramientas intelectuales para describir las
injusticias del opresor y un largo etcétera.
El texto de
José Guillermo Anjel argumenta muy claramente ello:
“Todas las
culturas fundamentan sus crónicas iniciales en una Edad de Oro: la de la armonía entre los hombres y su entorno.
Algo así como una enorme placenta donde flotaba la vida nutriéndose de un
exterior alimenticio que permitía el desarrollo ordenado de los elementos que habitaban ese
mundo placentario. Hablan estas crónicas, escritas entre lo mítico y el logos
(o sea, confundiendo la razón con el imaginario), de espacios libres de
conflicto: el Paraíso, el Nirvana, los países de jauja y los de Utopía etc,
donde los seres humanos hacían parte de una ley universal única regida por la tolerancia (habida
en la identidad con el orden natural) y el reconocimiento del espacio
particular.”
Pero más
interesante es lo que nos escribe posteriormente en ese mismo artículo:
“Los colectivos
humanos occidentales fundamentan sus principios de identidad en libros sagrados y en crónicas que les permiten
racionalizar los mitos iniciales,
los inicios probables y los imaginarios necesarios para que la identidad se dé
como tal: ser escogidos por la divinidad, no en términos míticos sino en calidad de logos (razón). Estos libros y crónicas
plantean tiempos y espacios probables en la historia, lo que lleva a concebir
una legitimación de los
orígenes y los principios a través de los cuales se rigen estos indicios
primarios.”
Como
podemos percibir, creamos leyendas basados en esos libros sagrados. Ya he
mencionado en otros artículos (en: www.jorgecruzo.blogspot.com
) que estas leyendas cumplen un rol importante en las culturas para evitar la
fuga y con ello no desaparecer como relato unificador. Ya que las culturas
tienen un marco dentro del cual se permite crecer y, a su vez, ese marco es la
barrera que no permite crecer más allá; es decir, nos permite innovar y, al
mismo tiempo, nos limita para evitar el salto hacia otras culturas.
El autor
que he venido reseñando nos habla de las identidades:
“(…) la identidad me ubica dentro del grupo y delante de las instituciones mediante la
jerarquización y el debido cumplimiento de las leyes morales o sea las que
rigen sobre costumbres que el colectivo considera como buenas y que, para
mantenerse como tales, requieren de unas normas que les creen una limitación.
La sociedad se crea, entonces, dentro de unos límites que buscan el mayor bien
y, con base en la consecución del supremo bien, permiten el ejercicio de la
perfección o al menos de la búsqueda de sus caminos.”
Entonces:
“La identidad es, redefiniéndola, el pacto que
el hombre hace con sus creencias, con el entorno y con el colectivo donde se
encuentra con sus idénticos. Es decir, con lo que le es común, por esto
hablamos de comunidad. Es un ejercicio de seguridad al pensar, actuar e
imaginar para ser debidamente aceptado. Y también de trascender dentro de la escala de reconocimiento que se haya elaborado entre
sus idénticos.”
Por ello:
“Pero como todos los entornos donde se dieron
las tribus son diferentes (lo que generó valoraciones distintas en torno a la
condición y los condicionantes, es decir, una actitud política), la identidad es una particularidad que actúa más en
actitud defensiva que de crecimiento. Esto debido al manejo de paradigmas, de unos pocos datos muy claros repetidos que me permitan una
posición sin dudas frente a mi y el medio, los orígenes y los sueños, las
instituciones y las jerarquías. La identidad se defiende de aquello que le
podría estorbar para alcanzar el mayor bien (la riqueza, los honores, el
conocimiento permitido). Y en esta lucha contra lo diferente, la identidad A
asume la intolerancia. Intolerancia que es una ignorancia del otro, de B, y un
deseo de sometimiento total del otro, de B, a fin de que se identifique a fondo
con el paradigma A y
así, dejando de ser extraño el otro, B, sea otro idéntico que no obstaculice el
camino hacia los imaginarios y determinantes de honor pactados.”
En pocas
palabras, tenemos libros sagrados y personajes epopéyicos que nos enseñan que
es lo moralmente permisible; que reglamentan nuestro actuar; que nos definen
con relación a los otros; que nos permite desarrollarnos como individuos, pero restringe
como colectivo; que nos da seguridad de pertenencia; que nos hace intolerante
ante los diferentes; que nos hace construir una realidad ortodoxa y radical…
El problema con esas construcciones es que son inflexibles, intentan mantenerse en el tiempo, a pesar que todo cambia (con diversos ritmos, pero no son iguales nunca, como un río); aunque lo más insólito es la persistencia con la cual se empecinan en repetir sin intentar analizar; en justificar cualquier desafuero con eslóganes; en atacar (con improperios o en el peor de los casos con violencia física), burlas (bullying) e incluso asesinar cuando no quedan argumentos y mueven el piso, como un sismo, sus creencias. Es un fanatismo no religioso, pero fanatismo al fin.
Un ejemplo
Para
ilustrar voy a utilizar uno de los discursos más comunes en la Venezuela actual:
El imperio es el culpable de la situación que padece dicha nación.
Desde la
cúpula que está en el poder han esgrimido diversos argumentos que les sirve
para eludir sus responsabilidades: Guerra económica, sanciones, invasión para
apropiarse del petróleo…
Veamos los
hechos.
Desde hace al
menos unas ocho décadas grupos opositores al poder alegan que los EE.UU. está
programando una invasión para tomar propiedad del oro negro, ha sido una
consigna que ignita muchas almas jóvenes venezolanas y otros a lo largo y ancho
del planeta. La realidad es que si bien es cierto que los gringos han tenido la
mano metida en este negocio desde hace más de un siglo, siempre han sido empresas
que se han encargado de los negocios de exploración, instalación y explotación de
dicha energía fósil, en los años 70 hubo un pequeño cambio en las relaciones,
ya que fueron nacionalizadas las empresas que producían el petróleo y la empresa
madre PDVSA se convirtió en una de las más importante a escala mundial; ya en
este siglo se realizó un cambio nuevamente, se obligó a que todas las empresas
que participaban en esa negra y pegostosa materia le dieran propiedad al Estado
por un mínimo de un 51% (no voy a entrar en debate sobre cuáles de las decisiones
políticas han sido más acertadas, no soy experto y hay bibliografía al respecto).
Todo había marchado bien hasta el 2017, cuando se aplican unas sanciones a la
empresa petrolera.
Las
sanciones son otro tema abusado con bastante intensidad. Se alude que ellas
comenzaron en el año 2015, cuando en realidad las primeras Ordenes Ejecutivas
(Executive Order) del coloso del norte fueron destinadas a individuos con nombre
y apellido, ya mencioné que fue en el 2017 cuando se decretan las primeras sanciones,
de orden financiero, contra PDVSA y en el 2019 cuando se ponen mayores
sanciones contra el Estado, sus empresas e individuos que permanecen en el
poder. Esgrimir que ellas son las causantes es olvidar que la industria
nacional venía siendo destruida de diversas maneras, por ejemplo, se les acusaba
de capitalistas, por lo cual acosaban, expropiaban, invadían y no daban
contratos a dichas empresas, sin embargo, se daba la bienvenida a
transnacionales con casas matrices fuera del país. O sea, se perseguía a los
empresarios nacionales y abrían las puertas a transnacionales, que
supuestamente deberían ser menos capitalistas (buen chiste ¿verdad?). Por otro
lado, la principal fuente de ingreso del Estado venezolano ha sido el petróleo,
la compañía mencionada que era ejemplo mundial había comenzado su debacle
décadas atrás, ya para el 2012, las refinerías existentes en dicha república,
que exportaban gasolina y otros productos, estaban por debajo del consumo
nacional, por lo cual se inició la importación desde el imperio (en pocas
palabras, fue el imperio quien ayudó hasta el 2019 que el país no se parará, como si ha sucedido en años posteriores). Ademas, la producción nacional había venido cayendo, ya para el 2007 el desabastecimiento de ciertos productos era recurrente los cuales eran
importados rápidamente, ya que se tenía dinero suficiente en la botija; la
importación era la reina de ese periodo de abundancia (destruyendo aún más la
producción nacional, ya que algunos de esos ítems venidos de afuera llegaban
con un dólar subsidiado, por lo tanto, con menor precio, que era una de las
diversas causas de la desaparición de empresas); la principal compañía tenía
dinero por los altos precios de su rubro de exportación (por cierto, el mayor
comprado era el maléfico imperio), pero aguas adentro venía cayendo su
producción y teniendo muchos percances por falta de mano de obra calificada (aún
no había comenzado la masiva diáspora de los años 2016 en adelante), pero si se habían
expulsado a más de 22 mil personas con años de experiencia en todos los niveles
de dicho conglomerado; y por último, los precios comienzan una fluctuación
vertiginosa, en el año 2008 explota una crisis mundial que afecta la
cotización, luego sube nuevamente en la segunda década de este siglo, para caer
nuevamente en el 2014 desde donde nunca ha logrado los topes de dicho año.
Como
podemos ver, las sanciones solamente agudizaron una tendencia a la debacle,
posiblemente la aceleraron a llegar al punto en el cual está ahora, pero que sin
ellas lo hubieran alcanzado en mayor lapso de tiempo.
El último tema que voy a tocar es la cacareada guerra económica. Una de las muestras del despropósito que es la economía venezolana es estar padeciendo hiperinflación por más de tres años. Las hiperinflaciones compiladas en el orbe son cerca de 42, más la venezolana, como vemos no es algo nuevo, en todas ellas el causante principal ha sido pésimas medidas monetarias para reducir el déficit del presupuesto nacional. Mas aún, la inflación es un fenómeno generalizado, a escala global, generalmente de un dígito bajo para que no afecte mucho la economía, si sube más de allí un buen gobierno comienza a tomar medidas para prevenir que no avance. Por tal motivo, adjudicar a una guerra económica la causa principal del estado actual de Venezuela es un desproposito, ha sido un acumulado de malas políticas monetarias, fiscales, de destrucción del aparato productivo nacional, de propiciar la importación, de mantener un cambio con relación al dólar fijo por muchos años, entre otras.
Si se lee
bien lo expuesto hasta ahora podemos notar que el principal comprador de
petróleo y casi exclusivamente el único que pagaba a tiempo, era los EE.UU., se
realizaron otros convenios como el Petrocaribe, con la cual se favorecía con
precios menores a los del mercado y largos plazos para cancelar, también “ventas”
a la China, aunque realmente no se cobraba porque solamente ha servido para
cancelar intereses de las cuantiosas deudas contraídas con dicha nación, India ha sido otro comprador, pero de cantidades pequeñas. Otro
dato, algunas naciones firmantes de Petrocaribe tienen deudas con tal república
o han recibido tratos especiales (https://www.elcaribe.com.do/panorama/dinero/rd-compro-a-pdvsa-deuda-por-us1933-millones/
).
Por ello, seguir con el argumento que el imperio es el culpable no tiene sustento. Los yanquis han hecho lo acostumbrado, como lo hacen todas las naciones, donde aplican el principio de Business is business. Venezuela ha surtido de petróleo al imperio sin interrupción desde principios del siglo pasado, hasta que fue por parte de ellos en el año 2019 que se cortó dicha exportación, los negocios han fluido sin interrupción, por ello culpar o seguir culpando lo que los hechos niegan es solamente fanatismo, ya que, como he afirmado, para los gringos es simplemente Business as usual; sin embargo, algunos siguen creyendo en leyendas o mitos.
Bibliografía
Anjel R.,
José Guillermo DE LAS RAZONES DEL GUERRERO ILUSTRADO Sobre el Conflicto y la
Negociación. En: http://www.monografias.com/trabajos/conflicnego/conflicnego.shtml
(Consulta 4 de enero 2007).