Jorge Cruz, Bogotá, 3 de marzo de 2021
Hace un
tiempo ya un estimado amigo oficialista me dijo que me leía para tener una idea
de la oposición, yo le respondí que yo no era el indicado, pero sin mayores
explicaciones.
Hace poco leí
una entrevista a la colega y recientemente fallecida (lamentable pérdida) Paula
Vázquez Lezama, en la cual ella afirmaba lo siguiente:
“Cuando voy a los medios es
porque me llaman como experta. Varias veces les he dicho a periodistas que
juegan a la polarización, que yo no soy la “opositora de servicio” que va a
hacer que el debate tenga la apariencia de ser equilibrado.”
Esas frases resumen mi sentir, yo no soy experto, pero
si un estudioso, por lo tanto, no verán que mis palabras responden a un
partido, no milito en alguno desde mi juventud, todos mis argumentos son
producto de mis cavilaciones, son mis lecturas, formación, análisis y conclusiones
las generadoras de las aseveraciones que expongo, son reflexiones que han
tomado años de gestación. En ciertos momentos han divagado, transformado o
sustentado con mayor fuerza, mas, son mías y de nadie más.
Es una posición incómoda para algunos o muchos, sobre
todo porque el país vive en una polarización donde no se permite los que no
están firmemente identificados con un bando.
Esta actitud de mi parte ha hecho que algunos
conocidos no me dirijan más la palabra, otros me tratan con recelo. Ello es
parte del costo que se tiene que pagar por intentar ser más racional y menos sensorial,
de no dejarse arrollar por el fanatismo, tan de boga en estos tiempos de tanta
incertidumbre.
Debo confesar que he sido riguroso en muchos casos, en
otros no tanto, de allí han surgido metidas de pata, temas de los cuales me he
arrepentido, incluso en diversas instancias, pedir disculpas.
Una de las áreas de mayor énfasis en mis inquietudes ha
sido sobre el ejercicio del poder, siempre lo he dicho soy un antisistema, un
outsider, una persona que ha dudado con fuerza sobre los que asumen la
dirección; he cometido errores en ello, aunque generalmente he acertado en mis
resultados.
Traigo un ejemplo de esto último.
Allá por el 1998, Chávez estaba en plena campaña para la
elección, en el Gran Salón del que era en aquel momento Caracas Hilton, hubo un
encuentro de él con los grupos y simpatizantes del ambientalistalismo. Una de
las luchas que estaban en la mesa fue el tendido eléctrico desde el Guri hasta
Brasil, pasando por la Gran Sabana, el comandante manifestó estar en contra de
tal proyecto, entre otras promesas, que recogían el sentir del movimiento.
Un número mayoritario, por no decir casi todos,
salieron apoyando a este militar. Yo si les dije que por dos razones no votaría
por él: Yo he sido militante del pacifismo por muchos años y me sonaba
contrario a ello respaldar a una persona castrense. La segunda, su discurso me
pareció falso, recogía casi todas las banderas de las luchas ecológicas candentes
en tal espacio de tiempo, por lo que para mi era más bien un vendedor de
ilusiones.
¡Mi intuición no estaba errada! Ya como presidente de
la república, y mi persona trabajando en el Ministerio del Ambiente, participé
en una comisión liderada por Edelca (Electificador del Caroní, ente encargado
de la posible construcción de las torres), en la cual íbamos a intentar estudiar
vías alternativas y buscando solución de conflictos. Teníamos como un mes y
medio debatiendo y negociando, cuando el difunto dio unas declaraciones en las
cuales simplemente pateó la mesa: el tendido iba por encima de cualquier
divergencia o llamado de atención, se acosó a los líderes Pemones, comunidad indígena
de la zona, y a la fuerza se construyó y surtió de electricidad a Boavista.
Esta medida y otras posteriores (mencionaré otra para
confirmar mi tesis: la participación por medio de los Consejos Comunales, que
desmontaba una larga lucha de las Asociaciones de vecinos, para cooptar el
movimiento que allí hizo vida antes de su asunción del poder, también sucedió
con el ambientalismo) me reafirmaron que estaba ante una estafa.
También debo hacer público que en cierto momento me
pareció interesante su gobierno, pero fue algo breve, como dije me dominó el
sentimiento de que era un simple ilusionista, que monopolizaba y neutralizaba las
posibles fuentes de inconformidad.
Por todo lo anterior mantengo que, si bien he cambiado
en algunos de mis preceptos, en líneas generales puedo sostener que mi actuar
ha sido una línea constante guiada por mis conocimientos, sin embargo,
fundamentalmente por mis intuiciones, que son parte de mi entrenamiento como estudioso
social; que mis apreciaciones sobre esa realidad que he construido han estado
poco influenciadas por partidos o simpatías, sino más bien por horas de trasnochos,
lecturas y dar formas a ideas en un cuerpo estructurado.
¡Si! Me acuso de intentar ser coherente conmigo mismo
y mi credo es mi creación.
Bibliografía
Raffalli, Cristina. (2019, junio
19). Paula Vásquez Lezama y el relato de un país que enloqueció. Retrieved
from Prodavinci:
https://prodavinci.com/paula-vasquez-lezama-y-el-relato-de-un-pais-que-enloquecio/ Revisado el 3 de marzo de 2021
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