Sunday, June 6, 2021

La intolerancia como credo

Jorge Cruz, Caracas, 5 de junio de 2021

Yo solamente tolero mi intolerancia. Una frase como esta se la deben haber dicho consciente o inconscientemente muchas personas, sobre todo aquellas que están fanatizadas por algún tipo de creencia.

En nombre de religiones, ideologías se han masacrado miles de millones de personas a lo largo de la historia, lo ha hecho el cristianismo, el islamismo, judaísmo, para solo mencionar las tres monoteístas, aunque no han sido las únicas en nombre de una religión; también en nombre de la “derecha” o “izquierda”, por factores culturales, o biológicos, como la pigmentación de la piel, entre otras

En este texto voy a tocar algunos puntos referidos a la intolerancia, esa conducta que tanto daño produce cuando no se tiene control sobre ella, con énfasis en la política o partidista.

Voy a intentar responderme a las preguntas: ¿Qué es la intolerancia? ¿Quién puede ejercerla? ¿Por qué la ejerce?, y por último dar algunas formas de combatirla para minimizarla.

 

¿Qué es la intolerancia?

Hay dos tipos de ella, la biológica, tal como trastornos que se producen al ingerir ciertos alimentos o la social. Aquí argumentaré sobre la segunda, que en pocas palabras, puedo resumir como rechazo y/o discriminación al otro.

Es otro tiene muchas variantes, puede ser por el color de la piel, por sus puntos de vistas o cosmovisión, por su creencias, por su orientación sexual, por su militancia política, entre otras.

En todo estos tipos de intolerancia lo que reina es la segregación del otro. La segregación es algo instintivo, como animales sociales tendemos a reunirnos o buscar pertenecer a manadas donde reina la similitud, por ejemplo, asistimos a un templo en el cual todos los que allí van comparten creencias o el vecindario donde moramos debe ser de profesionales, máximo comerciantes, pero con similares preparaciones o nivel económico.

Esa tendencia a la búsqueda o pertenencia a similares hace que segreguemos a los diferentes, los ingenieros, como ilustración, se burlan de los sociólogos o viceversa, los deportistas de los administradores y así por el estilo. En pocas palabras, segregamos y ella conduce a la intolerancia.

Lo más llamativo es que generalmente es inconsciente, como es parte de la cosmovisión de cada individuo, actúa de manera “normal” para si mismo o su grupo-manada.

 

¿Quién puede ejercerla?

Hay un texto que inició la indagación sobre el actuar del ser humano cuando se cometen atrocidades como masacres: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal (Hannah Arendt  *), en el cual nos retrata que puede ser cualquiera de nosotros quien actúa mecánicamente para provocar daño al otro, que pudiera ser desde lo menos grave como despreciar o insultar hasta cometer actos de violencia.

La intolerancia, como señalé arriba, es inconsciente generalmente, por lo que nadie escapa a comportamientos tales como: insultar, acosar, amenazar, agredir físicamente, asesinar..., los disparadores pueden ser variados, en todos ellos, generalmente hay una escala de grados de intolerancia que refuerzan dichas acciones. Lo paradójico, como señala la autora es que no se sienten culpables de lo hecho o su actuar cotidiano, es asumido como su “normalidad”.

Aquí debo resaltar unos punto: primero, no hay una hoja de ruta a seguir, como un destino, sino que es algo latente, al ser instintivo, cuando se dan ciertas condiciones, se incrementan las posibilidades de su desarrollo. Segundo, uno de los principales ingredientes para que se dispare son la envidia y resentimiento; nos molesta que un individuo o grupo de ellos sean más exitosos o que lleguen a similares posiciones sociales, si se les considera que tienen menores capacidades u otro caso es cuando el que asciende en poder se transforma en “jefe”, Ítala Scotto nos describe esto así: “La rabia sorda, generalizada y reprimida que lo embarga encontrará objeto en los miembros de su propio grupo cuyas características se adecuen a la proyección de los aspectos rechazados o conflictivos de sí mismo.”, por ese motivo, es muy probable que se malestar se descargue en los que presume son inferiores. Para finalizar estas conductas no están limitadas por una formación académica, por ejemplo, en la Alemania pre-nazi la población tenía un nivel importante de formación, sin embargo cayeron en las redes de tal partido.

Si damos una ojeada a lo político, nos encontramos con lo siguiente: el extremo de la intolerancia política lleva al autoritarismo casi ineludiblemente, en el cual se pisotean todos los derechos, que van desde represión hasta la desaparición física, pasando por chantajes, encarcelamientos y torturas. Es un aglutinador muy utilizado dentro de los partidos, sin distinción de que defienden o utilizan como discurso. Generalmente se difunde y señala que es uno de las conductas en los partidarios de eso que llaman derecha, pero los canarios también cantan en otros tejados.

Los marxistas o “izquierda” que abogan ser los defensores de los derechos humanos y por ellos ser tolerantes, realmente desde sus principios son segregacionistas, así lo anota Andrés Della Chiesa***: “…la dialéctica marxista se diferenció rápidamente de la de Hegel gracias a su poco y nulo interés por lo trascendental. Con Marx la «verdad» debía pasar por lo objetivo, lo tangible y no por lo sensitivo o lo mental que, a su juicio, eran experiencias indescifrables. De modo que si existía un conflicto sólo podía darse a nivel material: en la explotación de una «clase» por otra. Así, al prescindir de la parte metafísica, el marxismo hizo de la dialéctica idealista de Hegel una dialéctica materialista. ¿Y qué mejor manera de resolver el problema de la dignidad humana, único obstáculo ante el Terror revolucionario, que arrebatándole al hombre aquello que precisamente lo dignifica, es decir, su carácter moral y espiritual?” Es decir, si la lucha de clases es objetiva, la violencia e intolerancia son del mismo tenor, por lo que se justifican como lo “normal”.

 

¿Por qué la ejercen?

Tal vez una de las principales premisas de un intolerante es: Yo tengo la verdad, mi grupo o las escrituras (Coran, Tanaj, Biblia, o no necesariamente sacras, como Mi Lucha para los nazis o El Capital para los marxistas, para citar algunas) son las poseedoras de ella. Quiero hacer la salvedad que existen tanto movimientos religiosos como partidistas que no tienen textos de calibre similar, pero ello no resta su peso para la génesis o valores unificadores de los movimientos.

Arnaldo Esté**** nos expone: Las ideologías son sistemas de recursos argumentales para soportar y expresar intereses compartidos por sectores de la población. Acompañan el crecimiento de la racionalidad moderna ocupando espacios tradicionalmente tomados por las religiones. Son criterios y referentes que le permiten a grupos o partidos distinguir, con cierta fidelidad, lo falso de lo cierto, lo correcto de lo incorrecto, los próximos de los extraños.”

Por ello necesitan de: “Los grupos o personajes que buscan poder económico, militar, religioso, artístico tienen que negociar con esas maneras de la verdad, como ya lo hicieron las religiones creando santos, mártires, símbolos, historias, milagros.” En breve, las ideologías sustituyen a la palabra santificada que está en esos libros primigenios y cumplen con similar rol dentro de los grupos.

Debido a ello, las membresías están inmersas en prejuicios: juicios de valor muchas veces sin respaldo, por no conocer; maniqueísmo, una visión dual, que hasta se puede decir superficial o simple; y por último, para no extenderme, pero no limitante, se considera a los oponentes como enemigos que no tienen derechos, son una cosa, y se deben eliminar o extinguir.

Voy a exponer un ejemplo del tema. Recientemente en una RRSS escribí que mi madre tenía paralizado un tratamiento por las protestas en Colombia, una persona me dijo que no debería criticar a las protestas por una ayudita a ella (fue mucho más sarcástico). Los que protestan tienen su derecho a realizarlo, pero también deberes, uno de ellos es respetar los derechos de mi madre, como en este caso su salud. Tenemos entonces, la intolerancia desde los que protestan por no respetar a los otros, como también, el de la persona que me interpeló por no aceptar que hayan otros puntos de vistas.

 

¿Hay solución?

Lo primero que debo apuntar, que por ser instintiva no se elimina, se puede minimizar. Dos serían las principales herramientas:

Educación, no me restrinjo a la formal recibida en aulas, ahora virtual, sino a la fundamental, la recibida en casa desde nuestra gestación y toda la que aprendemos y aprehendemos fuera de una escuela. Ella puede hacernos entender que el mundo es mayor a dos versiones opuesta, desde el yo y los otros, hasta esa concepción dualista y reductora de blanco y negro. Debemos asumir que toda información que percibimos tiene un propósito de sus creadores, por lo tanto no es neutra, que nuestra tarea es analizarla, criticarla y rehacerla cuando sea necesario.

Legislar, si el anterior punto es importante, no menos lo es que se emitan cuerpos de leyes que resguarden, conserven, fomenten y protejan a quien sean los otros o a quienes asumen la lucha por su reconocimiento y luchas.

Como hemos visto no es un camino sencillo, pero imprescindible el recorrerlo. Es un deber respetar los derechos de los otros, como un derecho el hacer que se respeten los nuestros.

La intolerancia por ser muchas veces sutil, no nos percatamos que la ejercemos, pero no por ello niega que sea tal y cause daños en el otro. Estar atentos para minimizarla es tarea de todos.

 

Bibliografía

*Arendt,  Hannah (2003) Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal. Cuarta edición. Editorial Lumen. Barcelona.

** Scotto Domínguez, Ítala (1991)  Los Cuchillos de la Ausencia. Aproximación Psicológica del Desarraigo. CEVIAP KSK editores, Caracas

***Della Chiesa,  Andrés  (2021) La superación del marxismo. El Nacional, 2 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/la-superacion-del-marxismo/. Revisado el 2 de junio de 2021

**** Esté,  Arnaldo (2021) Un Mundo de Aldeas: La ideología. El Nacional, 5 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/un-mundo-de-aldeas-la-ideologia/.  Revisado el 5 de junio  de 2021.

Wednesday, June 2, 2021

Manual para destruir un país (y II)

Jorge Cruz, Caracas, 2 de junio de 2021

El camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Este decir popular describe perfectamente lo que ha sucedido en Venezuela.

Las leyes de termodinámica nos dicen que nada es gratis, toda transformación de la energía genera entropía, contaminación; por ello aunque podamos obtener beneficios en el corto plazo, en el mediano o largo viene “el cobro de factura”, terminamos en el infierno. Para ilustrar lo expresado algo sencillo es una tea: en una noche oscura y fría genera energía lumínica y calórica, que nos puede ser útil para ver, cocinar, calentarnos o simplemente para reunirnos a conversar: pero también hay un residuo, las cenizas (contaminación), ya que es algo no deseado, su acumulación es un fastidio, aunque pudiera tener otros usos, eso es otra historia.

El régimen venezolano ha intentado ocultar su pésima gestión mediante la evasión de la publicación de datos. Es una fórmula trillada y utilizada, especialmente, por gobiernos autoritarios. No hay datos oficiales por lo que se han burlado públicamente a los presentados por ONG que se dedican a compilar y distribuir información, pero la verdad tiene patas cortas.

Ese no es el deber ser, ya que el Estado o quienes están allí no tienen que ser los únicos que controlan la “verdad”, se debe permitir que otros actores ejerzan funciones de auditoría, supervisión o propongan alternativas. El creer que su opinión o punto de vista es el acertado, negándose a escuchar otros (peor aún es perseguirlos, apresarlos y/o torturarlos), pues más pronto de lo pensado viene el cobrador, con terribles consecuencias para la población.

 

Regresando al tema agrícola

Luego se esa introducción, para dar pistas de por dónde va este texto, continuaré enumerando partes de las medidas que fueron cercando hasta asfixiar el campo.

Bajo el gobierno de Chávez se realizaron diversas expropiaciones e invasiones refrendadas jurídicamente, hasta se habló de una metodología para esconder este robo: Método Chaz, por Chávez y Carlos Azpúrua, propietario del hato La Marqueseña. En el cual, se llegó a un “acuerdo” (donde el dueño tenía figurativamente una pistola en la sien) para “donar” parte de sus terrenos, por tal motivo el empresario tuvo que aceptar a que su finca se redujera a un cuarto el tamaño de su tamaño original. Hoy las áreas confiscadas,  son un recuerdo doloroso de algo que fue próspero, no hay producción, un lugar que tenía ganado y recursos forestales, brilla por su ausencia la actividad humana. En este video, 7 años posteriores a la intervención, podemos escuchar a Carlos Azpúrua:  https://www.youtube.com/watch?v=x6CukidEf_A

Como señalé, los dueños de terrenos tenía una espada de Damocles, porque Chávez expresó en una de sus interminables y permanentes alocuciones: "La tierra no es privada. Es propiedad del Estado", algo que es falso, la ley dice que el subsuelo es propiedad, pero sirve para los fines que se proponía: amedrentar y satisfacer a una jauría de hienas hambrientas.

La producción  agrícola sufrió mucho con el chavismo, desde controles de precios de rubros que hicieron que desaparecieran al no ser rentables su producción, posteriormente, al nacionalizar Agroisleña (empresa que distribuía casi como un monopolio todo lo necesario para los rubros agropecuarios, que incluso servía de “banco” al dar crédito a los productores para ser pagados cuando tuvieran la cosecha) no hubo agroquímicos (fungicidas, insecticidas, fertilizantes…) y la renombraron como Agropatria, cambio en el nombre y dueño, que no fue útil para los agricultores o ganaderos, ya que han manejado pésimamente los inventarios, como tampoco han habido préstamos, tan necesitados durante la siembra hasta que se obtuvieran los frutos.

Tampoco funcionó la adquisición por los dos sistemas de mercadeo creadas por el poder: Red Mercal y PDVAL, ambas dieron prioridad para abastecerse a los productos importados (las comisiones eran más rentables, en dólares, que buscar ingresos similares, en Bolívares, con los empresarios nacionales). Una muestra de lo dicho es que en el 2010, después que el gobierno nacionalizara el puerto de Puerto Cabello, más de 120.000 toneladas de alimentos se pudrieron en el dicho espacio. La importación era lo que reinaba. La cacareada soberanía alimentaria estaba en las aduanas por donde ingresaban todas las mercaderías del extranjero.

Además, las importaciones se llevaban a cabo con dólar subsidiado, mientras que la producción nacional debía pagar a Bolívares (“libres”), por ello, por ejemplo, en una ocasión al comparar precios de quesos, me encontré con un queso uruguayo madurado, que implica mayor procesamiento y tiempo para ser puesto en venta, costaba un 30% menos que un queso fresco venezolano. Esto provocó una competencia deshonesta, donde lo nacional era golpeado duramente, por una revolución salvajemente corrupta y capitalista.

Para completar la película en el 2012 se triplicó el déficit del país, la reelección de Chávez le costó un ojo de la cara a la nación, que generó una inflación cada vez mayor, aunque nunca se controló bajo el comandante, ya para el 2013 se hace imparable hasta que en el 2017 comienza a ser una hiperinflación hasta nuestros días. Con lo cual se golpeó aún más a este sector.

La guinda la están poniendo la cantidad de alcabalas en las cuales los comerciantes de vegetales deben dejar una bolsa de comida para las gloriosas fuerzas represivas del Estado. Recientemente dio declaraciones un comerciante que transporta hortalizas desde La Grita (centro de distribución de tales rubros en el Táchira) hasta Caracas, en la cual afirmaba que debía preparara 40 bolsas con sus productos para distribuir en cada puesto de control. 

Quizás uno de los casos que más ira causó entre la oposición fue el de Franklin Brito. Él era un productor agropecuario en el estado Bolívar, cuyo fundo fue intervenido en su gran mayoría, por lo que este productor inició una huelga de hambre de la cual nunca salió con vida y su caso nunca fue resarcido por las autoridades, las cuales prometieron, sin nunca cumplir. Lo anecdótico es que esta persona era militante del partido en el poder, a pesar de ello sufrió las consecuencias de las políticas de robos “legales”.

Todos esos desatinos ha provocado la mayor migración a escala mundial sin una guerra de por medio. Se ha gestado un “exilio” de profesionales (incluidos investigadores de experiencia), estudiantes a media carrera, técnicos calificados y mano de obra no especializada.

Lo anterior ha dado como resultado la destrucción de centros de investigación agrícola, por ejemplo el de mayor peso: Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha casi totalmente desaparecido, básicamente se ha dedicado a programar y publicitar talleres que son producido en el exterior, fuera de ello, sus acciones son contadas. En las universidades públicas ha sucedido algo similar, los laboratorios no tienen presupuestos, menos aún personal. Ha sido un proceso de muerte lenta.

¡Todo se paga! ¡Tarde o temprano! El chavismo ha dejado desolación en lo agrícola y pecuario, como también en los otros sectores de la economía, servicios y vida social, en general. Prometieron villas y castillos, todo era una vil escenografía mientras han intentado monopolizar todas las instancias, repitiendo el esquema fracasado por las naciones socialistas como la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China antes de su viraje hacia el capitalismo, Vietnam de similar camino al anterior, Cuba (empantanada, no sabe hacia dónde ir), Corea del Norte (en donde lo militar y su cúpula son los únicos beneficiados), entre los más populares.

No solo es una sola verdad, es un solo partido, un monopolio del Estado en cuanto a producción y distribución, un control de todas las instancias o poderes del Estado; todo ello cargado de mucha retórica de cambio, realmente, con ello sólo se buscó el sustituir un empresariado por otro más leal, cooptar los movimientos sociales, reprimir como única “arma” disponible y distribuir hambre.

Desde hace pocos años han iniciado una traslación de 180 grados. Se han vendido empresas nacionalizadas en bancarrota a precio de gallina flaca o negociado el retorno a sus anteriores propietarios; el dólar, una moneda maldita y por años acusada de culpable de una guerra económica que saboteaba el quehacer nacional, es alabada y se ha convertido en casi una moneda oficial, ha sustituido al Bolívar por lo escaso (ya que pierde valor diariamente y es costosa su impresión, porque cada cierto periodo de años se tiene que cambiar de cono monetario); el cambio también es casi libre, hay un precio oficial y otro negro, que diariamente se actualizan para estar cercanos en su monto; a un alto número de las importaciones se les has eliminado los impuestos, se sigue con una economía de puertos; hay dos tipos de salarios, uno paupérrimo para los funcionarios y pensionados y jubilados (en Venezuela son diferentes) que no pasa de los $15 verdes y otro de un grupo de empresas que pagan en dólares y con salarios más o menos cercanos a los internacionales; han casi desparecidos lo controles de precios de las mercaderías, entre otras medidas, que pudiéramos llamar capitalistas. Capitalismo de bodegón*, lo ha llamado Ignacio Ávalos.

Repetir modelos que dejaron en números rojos a otras naciones lleva al mismo lugar de ellas. La agricultura, que ha sido mi tema, es un reflejo de lo que sucedió en el resto del acontecer nacional.

Ese no escuchar a otros, el creerse poseedores de la verdad absoluta ha creado un legado que se tardará varias generaciones para recuperar. La intolerancia, que aún continúa, ha demostrado que no es la vía, que tales conductas llevan a la ruina, porque toda acción tiene su entropía y quien la acumula o paga los platos rotos es, especialmente, la población de menores recursos.


* El bodegón son unos nuevos locales que venden casi exclusivamente productos importados, la moneda de pago es el dólar y por sus precios es sólo accesible para cierto grupo de la población.

Monday, May 31, 2021

Manual para destruir un país (I)

 Jorge Cruz, Caracas, 27 de mayo de 2021

¡Si repites lo mismo el resultado será el mismo! Se ha dicho que una frase similar ha sido expresada por el famoso físico Albert Einstein, no ha sido comprobado, sin embargo se asume como tal. Yo la usare para dar inicio a dos textos en los cuales pienso desarrollar mis puntos de vista sobre lo que ha acontecido con la producción en el campo venezolano.

Supuestamente el chavismo era, porque prometió, una alternativa para varios de los deseos postergados de la ciudadanía, aunque terminó convirtiéndose en un calvario.

El mesianismo que promulgó fue beneficioso para sus propósitos, pero fatídico para la nación. Porque el que creen en los mesías recompone la historia, desecha lo que pudiera enlodar la figura y sólo se queda con la epopeya, eso épico que fue solamente promesas, proyectos inacabados que venden la sensación de que se están haciendo obras para favorecer, provocar acciones que supuestamente llevan al paraíso, como la participación, aunque realmente solo es para controlar y poder mantenerse el líder mesiánico en el poder.  

No importan los productos, únicamente la venta de sensaciones, la ilusión que se está construyendo, por ello tantas iniciativas que a medio camino eran desechadas, mientras se construía un sistema tautológico, que se explicaba a si mismo, que permitía perpetuarse en el poder, como fue la enseñanza de los Castro.

 

Revisando la historia

Si echamos una ojeada, no exhaustiva y más como crónica, del devenir de Venezuela nos podemos percatar como se destruyó una producción agrícola, que podemos casi automáticamente extender a otros sectores y aún más arriba: un parque industrial relativamente importante, una economía, un país. En este artículo haré exclusivamente énfasis en la primera mencionada.

Todo comenzó con la radicalización de un proyecto el 13 de noviembre 2001, con 49 leyes aprobadas mediante una ley anterior, Habilitante (del 14 de noviembre en Gaceta Oficial N° 37076 y corregida en la N° 37077), que permitía pasar por encima de algo que la Constitución exigía: discusión por los gobernados. Varias de esas legislaciones causaron escozor en una parte significativa de la población, por ejemplo, una ley de tierras que abrió la posibilidad de expropiar o invadir terrenos, algunos “improductivos”, otros con siembras que eran destrozadas, en otros sus trabajadores abandonaron en masa para que pudiera ser declarada tierra yerma...

Desde ese año se inicia un proceso de robos, se mencionan más de 5 mil, porque muchas de las fincas, haciendas, hatos o terrenos expropiados nunca fueron cancelados, esto se ejecutó bajo el mando de Chávez hasta que abandonó el poder, ya que era una de las formas de ganar votos, aunque realmente significaran pan para hoy hambre para mañana y continuó hasta nuestros días, aunque ahora se nota un giro de 180 grados, intentos de devolución a sus propietarios originales, pero nunca se ha eliminado abiertamente la amenaza de la confiscación.

Con el tiempo se comenzó a hablar de una Reforma Agraria, a pesar de que en décadas anteriores, en buena parte de Latinoamérica se llevaron a cabo iniciativas de este es tenor que terminaron en un rotundo fracaso, incluyendo Venezuela. No importaba repetir figuras que auguraban un fin fantasioso, lo importante era seducir a una masa que ansiaba sangre: quitar a los que tenían.

En el 2010 se promulgó otra Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (Gaceta Oficial Nº 5.991 Extraordinaria del 29 de julio de 2010), como también una reforma del Código Penal, en el cual despenalizaron la ocupación de tierras; todas esas medidas dieron como resultado lo que era conocido por experiencias previas: destrucción de lo productivo por la rapiña, promesas de ayuda técnica que nunca apareció, intentos de convertir a campesinos en gerentes agrícolas, regalos de algunas reses, cerdos, gallinas y/o semillas, que en la totalidad de los casos simplemente sirvieron para alimentar a los propietarios o los animales que luego eran sacrificados, hubo tentativas de crear cooperativas que terminaron en una nada, intentos y más intentos, ilusiones y más ilusiones.

También se crearon figuras diversas, por ejemplo: Fundos zamoranos, cooperativas agrícolas o  nudes (Núcleo de Desarrollo Endógeno) que terminaron siendo un rotundo fracaso y con ello la reducción de la oferta de rubros agropecuarios.

 

Medidas desmedidas

Todas estas deleznables decisiones crearon un caldo de cultivo para casos aberrantes. Voy a mencionar algunos conocidos en primera persona y otro por los medios.

Por hechos que no vienen al caso describir, conocí a un productor pecuario: tenía ganado y cría de caballos desarrollados en su finca. Su propiedad estaba compuesta por la zona de pastoreo y otra que era la falda de una montaña desde la cual bajaban las quebradas que surtían de agua a la propiedad, tal como sucedía en el hato arriba mencionado; pero no solamente de agua, sino también de leña o palos para reparar los corrales. Esa falda era un bosque el cual se intervenía para obtener lo mencionado, pues esa área fue declarada improductiva e invadida con el aval del Estado y la “justicia”, cuando realmente era una zona de amortiguación y conservación, al deforestarla disminuyó volumen de agua que de allí venía, con perjuicio para los invasores como para el ganadero aguas abajo. Luego de un tiempo, robos de ganados y caballos, los invasores abandonaron la tierra, afortunadamente ya hay algunos parches de árboles por lo que se espera que el bosque pueda recuperarse.

Otros casos son mencionados en un artículo por un querido amigo Pablo Kaplum, quien expone casi todo lo que he dicho para dos zonas de Venezuela: Aquí hago una interrupción como geógrafo al relato, para exponer una opinión profesional sobre algo que con nuestros colegas, no hemos analizado a fondo acerca del devenir agrícola de nuestro país. Y es que en un tiempo pasado pudimos – en tanto muchos de  nosotros de izquierda y en mi caso personal lo sigo siendo, pero una cosa es la visión ideológica y otra es si un país llega a los actuales niveles demoledores de autoritarismo vividos hoy en Venezuela-; personalmente he cambiado de parecer acerca de lo que normalmente se conoce como “empresariado agrario”.

Con compañeros estudiantes de la Escuela de Geografía de la UCV, haciendo extrapolaciones poco rigurosas, del referente académico merideño Luis Fernando Chaves, juzgábamos como grandes dañadores del ambiente a este perfil de empresarios. Hoy mi mirada es distinta, después de patear el Sur del Lago o adentrarnos en los Llanos venezolanos y conocer la bravura de esas tierras, con escasa fertilidad y alta acidificación del suelo (lo último vale para los del Llano, no es así el Sur del Lago), he pasado a admirar a esos emprendedores que arriesgaron capitales no siempre provenientes de las arcas del Estado (como generalizábamos burdamente) y lograban niveles de productividad notorios ante condiciones tan adversas….una cosa es pasearse por los campos europeos y otra, muy distinta, salir de tu casa con muy poca indumentaria y encontrarte a una serpiente mapanare en medio de tu caminata o hasta un jaguar…o que simplemente te ataquen los mosquitos en esas calientes tierras…o lograr dominar esa espesura de sabana tropical y saber cuál árbol tumbar y cuál es útil como sombra o como equilibrio de especies en el ecosistema.

Hay toda una sabiduría allí que esta “revolución” ha anulado, vejado, humillado, expulsado, expropiado en forma arbitraria sus tierras, calificando de “ociosas” terrenos sabiamente separados para el imprescindible barbecho…y, sin embargo, ni siquiera pagado a sus antiguos dueños, para entregarlos a dudosas asociaciones, integradas casi todas por personas que no sabían cómo carrizo (“know how” es el término gringo) gerenciar esas tierras para hacerlas producir más allá de saber el hecho de sembrar y cosechar...” (https://www.elnacional.com/opinion/gaucho-y-no-gocho-el-criador-de-un-caballo-de-la-urbe-andina-2/ ).

Resumiendo, las expropiaciones, nacionalizaciones son un robo descarado por los que detentan el poder, que a la larga solo traen pobreza.

Copiar modelos que han demostrado en diversas partes del mundo que son fallidos e intentar hacer creer que pudieran ser exitosos es la venta de una ilusión, que tiene beneficios políticos para quienes la promueven y manejan el poder, pero aguas abajo sólo dejan un desierto.

 El seguir pregonando que el Estado debe asumir más funciones de las que puede es dañino. Más aún si insisten con las reformas agrarias, el campesino necesita educación para mejorar su Know how, capital para sembrar y aguantar hasta que se tengan frutos, aprender a administrar mayores cosechas y dinero, saber vender, entre otras medias, ello no se logra simplemente auspiciando o permitiendo invadir

Venezuela es un ejemplo claro, como Cuba, lo fue la URSS, China … que no es mediante la creación de un monopolio en manos del Estado que se puede superar los problemas del campesinado. Sustituir con algo similar o más control estatal no es la solución.

¡Aquellas lluvias trajeron esto lodos!

Monday, May 24, 2021

Identidad: Ser o no ser

Jorge Cruz, Caracas, 24 de mayo de 2021

¡Estamos en épocas de reencuentros! ¡Con nosotros mismos!

Uno de los fenómenos de la diáspora es que al entrar en contacto con otras nacionalidades, algo que era relativamente ajeno para muchos, sobre todo desde el rol como un foráneo, nos miramos y nos decimos, generalmente en voz interna: ¡Yo no soy como ellos!

El primer golpe para muchos es en el habla. Aunque en cualquier país hispanoparlante, supuestamente, deberíamos entendernos sin problemas, descubrimos que parte de nuestras palabras, dichos o incluso construcción semántica no existen o tienen otro significado, algunas veces hasta nos sonrojan al saber que hemos dicho. Nada que apuntar si es otro el idioma que domina, del cual empezamos a dar unos primeros pasos: es un sentirse desvalido, hasta que podemos expresar nuestros sentimientos o comprender lo que nos exponen, al principio muy a medias, donde la imaginación o la kinestesia es importante.

Luego empezamos a notar otros aspectos: forma de responder ante los problemas; el significado de la amistad o conocidos; la forma de comenzar una conversación para matar el tiempo, sea en la espera del transporte, la cola de un trámite, el encuentro casual en un autobús o ascensor… (esa forma de hacer “amigos” instantáneos y fugaces), entre otros.

Las sensaciones del que abandona su lugar es de desconcierto, sabe que no pertenece allí, pero ha tomado una decisión, algunas veces por ser la única vía que ve como escape a una situación económica angustiante, en otros casos como una forma de desarraigo, de no pertenencia y otro grupo por acoso político.

Al arribar al nuevo territorio hay un sentimiento de falta de raíces, puede llevar a tomar varias vías, dos extremos opuestos son: intento de mimetización, asumir lo más pronto posible sus modismos, formas de actuar…; el contrario es una lucha permanente por mantenerse como un extraño, no se intenta aprender las nuevas formas de hablar o idioma, por ejemplo.

Aunque, a pesar de todos los esfuerzos y energía “invertida” en la transformación, más aún si es de resistencia, siempre tendrá una sensación de no pertenencia, de estar en un limbo cultural, se sabe ajeno a la nueva y desear renunciar (o no) o desligarse de la original.

Emerge aquí una pregunta: ¿hay una cultura venezolana? La realidad es que si y no, es un mosaico de diversas localidades, ya sean andinas vs costeras; orientales contra occidentales y centrales; hijos de inmigrates europeos o latinoamericanos llegados hace unas décadas en el siglo pasado y del otro lado los que tienen mayor tradición, desde indígena hasta español (con sus diversos orígenes: península o las islas) y africano, también con lugares distintos de la geografía de dicho continente. Además, debemos sumar a ello, la extensa vías de comunicación que se construyó desde mediados del siglo pasado, como también de los medios de comunicación, especialmente la televisión, con mucha penetración porque era relativamente barato adquirir un televisor, lo que permitió ir creando estereotipos que se distribuyeron a lo largo y ancho de la nación. Traigo un ejemplo: el habla del malandro.

En pocas palabras, el venezolano no es un ente definible, sino un agregado de préstamos culturales, de resistencia y descarte, de selección de opciones (generalmente inconscientes) y por último de sentido de identidad con símbolos, discursos, maneras de hacer, que aunque dispares se pueden decir que dan un sentido de pertenencia; como también cambios, no es estática.

Voy a extenderme un poco más en los dos últimos mencionados: una cosa es la identidad y otro el sentido de pertenencia.

 

Las elecciones

La identidad, casi como la nacionalidad, se adquiere por haber nacido en un territorio o por consanguinidad, en términos legales les llaman: lus soli, para el primero y lus sanguinis para el segundo.

Aclaremos un poco, por ver luz en un lugar no significa automáticamente ello, sino por los lazos que se crean a lo largo de su transcurrir en la vida, por la asimilación o copia de los modelos de conducta de sus progenitores, familiares, amigos y lo aprendido en la escuela o medios. Es decir, se asume la cultura en la cual se transita.

Por consanguinidad, debo señalar que es algo no real, pero lo utilizo para poner un nombre; no es por los genes o la sangre que corre en nuestras venas, sino porque en casa nuestros padres y/o abuelos nos transmitirán la cultura en la cual están “registrados”. En diversos casos los padres deciden no enseñar el idioma materno, pero ello no significa que no trasladen a ellos su forma de ver el mundo. En breve, por más que se intente que sus hijos se integren, siempre tendrán formas de comportamiento que son ajenas a la cultura en la cual viven. Como dice una adagio que se origina en un verso de una canción: “Por más que te tongonés, se te ve el bojote”; por ello considero que es preferible ofrecer la “herramienta” del idioma es un plus que sería de utilidad, con toda seguridad en el futuro de ese niño.

Ahora el siguiente concepto: sentido de pertenencia.

Él, se puede percibir en su definición, escoge. Yo pertenezco a donde yo decida, es una selección, algunas veces conscientes, aunque generalmente son inconscientes, ya que en la escogencia hay elementos que son sensitivos y algunos mínimos racionales. Yo secundo plenamente esta frase de quien recientemente falleció, Humberto Maturana: No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones.”.

Yo puedo estar rodeado de contenidos de una cultura y “decido” pertenecer a otra, por ejemplo, en la comunidad donde vivo se escucha, baila y canta salsa, yo puedo escoger el rock como mi música preferida, con ello inicio una transformación, que puede abarcar mi vestimenta, comportamiento, filosofía...

Esto es lo mismo que sucede cuando se traslada a una cultura o territorio diferente al original, como está ocurriendo a los migrantes venezolanos. Hemos visto en los medios fotos o videos en los que aparecen con la franela vinotinto, la que utiliza la selección nacional de fútbol o con gorras con la bandera o con la bandera ondeando, que nos da el mensaje de adaptación a medias o resistencia ante un entorno en el cual se sienten extraños, de no pertenencia.

Aunque pareciera que me he referido principalmente para el caso venezolano, es algo que está presente para todas las culturas, con más o menos similar dinámica, sin embargo, la venezolana está siendo sometida a un proceso de mayor aceleración, dada su gran movilización, tanto dentro como fuera de su territorio.

Por este motivo, cada vez que viajamos, ya sea dentro o fuera de casa, al regresar sentimos esa sensación de estar en el lugar indicado. Una de las manifestaciones común al avión tocar tierra es aplaudir, no por estar en tierra sino por estar en el hogar, ese lar grande que es la nación o ciudad, pero especialmente por la “cueva” donde habitamos, la cual puede estar en el lugar donde nacimos o cualquier otro espacio que hemos elegido como tal. Esto también funciona para la cultura.

 

Conclusiones

He querido argumentar que una cosa es que se nazca e identifique con una cultura como propia y otra que se asuma como tal. Son dos momentos diferentes.

Desde el momento del embarazo comenzamos a recibir información y sensaciones de nuestros padres, especialmente de nuestra progenitora, esta se va acumulando a medida que crecemos, por ello se convierte en nuestra identidad y primera cosmovisión.

Por muchos siglos esta fue la forma tradicional, la comunidad en la cual crecimos era el centro de toda la información que aprendíamos y asimilábamos.

Al aparecer los centros urbanos, que se fueron enriqueciendo con migraciones, esta historia comenzó a tener otro perfil, los recién llegados traían otra formas de ver y comportarse, pero además, iniciamos una pertenencia a diversos espacios o comunidades: el vecinal, el religioso (que no necesariamente eran los mismo participantes), el de centros educativos, el equipo de un deporte x, entre otros; con ello nuestro acervo se expande, son diversos los encuentros y diversas las informaciones.

Por ese motivo, podemos tener una divergencia entre la identidad y la sensación de pertenencia, el ser miembro de una cultura que no necesariamente es la que nos vino de “fabrica”.

Sunday, May 2, 2021

La infamia

Jorge Cruz, Caracas, 1 de mayo de 2021


“Cuando se acabó el dinero para financiar a los Motorizados,

el Estado decidió compensarlos con una propina. No cobrarían

el salario revolucionario completo, pero tendrían patente para

saquear y arrasar sin control.”

Karina Sainz Borgo: La Hija de la española

 

Hay maneras de molestar hasta el cansancio, hay formas de actuar que hacen que afloren tus más ocultos instintos y solo sientas rabia, impotencia y maldigas, aunque en voz baja, a quienes abusan de tu paciencia, que juegan con tu tiempo…

Voy a realizar una  especie de crónica macabra que he padecido en un reciente viaje desde la frontera hasta Caracas.

Primero debo aclarar varios puntos:

La ruta por tierra en cuestión que comenzó en San Antonio y culminó en el Distrito Capital, generalmente no suelen ser más de 15 horas.

La Guardia Nacional, entre una de sus funciones, está el intentar controlar tres aspectos: entrada de inmigrantes ilegales, impedir el contrabando y el tráfico de estupefacientes.

Para ello tiene la potestad de solicitar documentos de las personas que comprueben si son nacionales o foráneos que han sellado su ingreso, para el primer caso señalado; los dos siguientes se pueden ejecutar con la revisión de los equipajes, de las vestimentas e incluso de su cuerpo, si consideran que ha adherido o ingerido artefactos que contienen polvos que alteran la conducta normal de los individuos;  o mediante el uso de perros amaestrados en detectar drogas, para el último, si se desean ser más ágiles en su labor.

Este cuerpo policial debería, por lo tanto, determinar formas de actuar que faciliten la vida de los ciudadanos no que se sientan ultrajados y ser ejemplo de ciudadanía.

Por último, todos mis compañeros de viaje venían del exterior, algunos con deseos de no regresar, por lo tanto, sus equipajes eran voluminosos, con contenidos desde la ropa propia, los regalos y encargos para familiares y amigos, juguetes para los niños que los habían acompañado o los que los esperaban en casa…


Un drama de varios actos.

Llego un día al estado Táchira por su población cercana a Cúcuta, Colombia, en horas de la mañana, adquiero un pasaje hacia el centro del país con la ilusión de estar a la mañana siguiente en horas tempranas en mi hogar, pero no contaba con la malsana astucia que me había preparado el “gobierno”.

El periplo comenzó a la una de la tarde, debía salir de SA y acercarme a la frontera con el estado Mérida, de allí abordar unos taxis para cruzar la línea divisoria y arribar a El Vigía, desde donde partiría a mi destino final. Este primer trayecto, generalmente se toma un lapso de 4 a 5 horas.

Entre SA y Ureña, municipio colindante, tuvimos que pasar por 7 (siete) alcabalas, en todas ellas se perdía algo de tiempo, pero lo que era cotidiano era una negociación en la cual nosotros los pasajeros debíamos colaborar. En varios casos hubo amenazas como: “yo puedo permanecer aquí hasta bien entrada la noche, ustedes deciden que hacer”, por lo tanto, debíamos pasar una gorra con la colaboración “voluntaria” de cada uno de nosotros. En otras ya tenían tarifas preestablecidas por unidad que por allí pasara, que iban desde los $10 hasta los $15 verdes. Lo anterior no evitaba que inspeccionaran, con displicencia en la mayoría de ellos.

En todo el trayecto hasta EV fue la norma, creo haber contado 18 en total, por tal motivo, nuestro arribo se retrasó por casi el triple del tiempo arriba mencionado.

A las 7:00 am. del día siguiente partimos de EV, en la primera alcabala nos esperaban con un firulais, el cual realizó su recorrido y señaló uno de los equipajes, el cual revisaron a fondo, para solo determinar que era porque llevaba manzanilla entre sus pertenencias. En principio, estábamos tranquilos, en poco tiempo, casi una hora habíamos pasado la primera barrera, aunque bajo una garúa, esas que no mojan pero empapan. Todo ellos solo era el preludio de una travesía infernal.

Desde más o menos las 9:00 am. hasta el día siguiente era que iba a terminar el suplicio.

Luego de esa primera comenzó un rosario de presencia de puestos de control de la GN, en todas ellas se repetía el ritual: todo el mundo abajo con todos los equipajes que estaban dentro de la cabina del autobús, hacer colar, recoger el equipaje que estaba fuera, en los compartimientos para dicho fin, y esperar hasta que revisaran todo ello.

El grupo de compañeros de éxodo trabajó como un equipo, nos organizamos de tal manera que primero pasaban los con destinos más largos, luego los que tuvieran niños, aunque fueran distancias más cortas, le pedíamos que sacaran todo y nos dieran las bolsas o maletas que otros nos encargábamos de empacar, luego que pasara la requisa: Todo lo hacíamos para ganar tiempo.

A pesar de toda esa forma conjunta, las demoran giraron, de la mayor 4 horas y media, hasta la menor, ya mencionada como la inicial de este segundo día de recorrido.

En pocas palabras, el camino se hizo largo y tortuoso (como el título de aquella hermosa canción de los Beatles), pasamos casi 40 horas montados en el transporte, algo que se podía haber hecho en casi una tercera parte.

 

Preguntas sin respuesta de quienes deben.

Lo primero que me viene a la mente es: ¿Es posible realizar esto de una manera diferente, que no signifique maltrato para los que se quieran movilizar en el territorio nacional en la semana flexible? La respuesta es positiva. Generalmente los que se mueven por estos tipos de vehículos son los mismos desde el punto de partida, hay otros destinados para recoger en los puntos intermedios, por lo que, por ejemplo, con una revisión o máximo dos, se puede comprobar que los tres grandes asuntos a controlar cumplan con lo deseado. Se puede revisar la legalidad de cada pasajero en el lugar de la partida o un sitio intermedio, cercano a la salida; igual, en tal puesto se realiza una revisión de las pertenencias, con lo que se puede comprobar si lleva mercancía para la venta que no está declarada o narcóticos, para este último hay una forma expedita: firulais y su extraordinario sentido del olfato.

¿Quiénes son los perjudicados con estos operativos? El pueblo llano, porque los ricos o capitalistas, como les encanta llamar los simpatizantes y el cogollito que usurpa el poder a quienes poseen riqueza monetaria, utilizan medios en los que se les examina una sola vez.

¿Por qué se han establecido tantas alcabalas? No puedo negar que aquí entro en la especulación, mi primera y única respuesta es para “completar” el mísero sueldo que reciben los GN.

Quiero narrar una historia que me comentó un conductor. Unos días antes, una persona fue obligada a beber Cocacola y luego leche, esta combinación provocó una descompensación, lo que forzó a su traslado a un hospital, allí se le practicó un lavado, no se encontró lo que se sospechaba, pero si el comentario de un médico: “un poco más y se nos va” y la tardanza de más de tres horas para que el autobús continuara su rumbo.

En resumen, puedo afirmar que esta es una de las diversas formas de castigo que se tiene contra la población de escasos recursos (como vemos no ha cambiado nada, a pesar de tanto discurso contrario, sino que han empeorado, donde antes habían dos alcabalas ahora hay el triple o más). Quizás lo más terrible es la corrupción generalizada que reina en dicho ente, ejemplo palpable de lo que sucede en otras esferas, tanto superiores como inferiores.

La gloriosa y victoriosa GN (ante el pueblo que protesta sin armas) nos muestra sus valores: vendidas a un poder que maltrata, reprime, tortura, asesina y pare de contar; unos generales y con seguridad, más arriba, que giran órdenes para perturbar el libre discurrir de los individuos; un permanente enriquecimiento  o completar la quincena a manos de representantes del pueblo contra el mismo pueblo.

No es simplemente el tiempo que se pierde de manera irrecuperable, sino el robo que realizan al más necesitado.

Esta es un muestra más de los logros de la revolución bonita: mayor corrupción; hurto de pertenencias o dinero a quienes les ha costado tanto conseguir; un reguero de alcabalas que tienen como objetivo el maltratar, ya que quienes padecen ello deben gastar más en el camino, llenan de ansiedad y desespero, tanto al que se transporta como los que los esperan (debo recordar que venían de afuera, por lo que no contaban con medios de comunicación); los que iban con pequeños, intentar contener sus deseos de moverse o manifestar que están fastidiados; los comentarios naturales era un odio contra los entes represivos y sus mandamases por tanto abuso del poder, un deseo de regresar para más nunca volver a pisar a su patria querida...

Dos palabras sintetizan el actuar del alabado cuerpo represivo, por el oficialismo, y quienes están al mando de esta entidad y el país: extorsión y tortura al pueblo.

Friday, April 16, 2021

Business as usual

 Jorge Cruz, Bogotá 16 de abril 2021

Hace ya años nos fuimos a cazar leyendas. Un grupo de estudiantes, ahora colegas, estábamos en un pueblo sin luz en el cual se narraba de muchos aparecidos, todos ellos en caminos que conducían a otros puntos de la región.

Llegábamos hasta un lugar donde se narraba que había aparecido una mujer o un espanto, apagábamos las linternas y esperábamos. Vimos muchas estrellas, algunas fugaces; nos atravesamos con asustados animales, pero nada del propósito.

Varios años posteriores regresé al lugar, ya con luz en sus calles, algo que me llamó la atención es que no se escuchaban más esas historias ¡la claridad las mató!

Es común que el ser humano construya este tipo de cuentos: fantasmas, mujeres que buscan a sus hijos que roban hombres, el hombre lobo cuyas principales víctimas son mujeres, entre otros. Son mitos, tabúes y leyendas que cumplen funciones distintas, ya sea prevenir las aventuras en la noche, prohibir actividades en ciertas áreas, en fin, es evitar que se den actos que puedan perjudicar a individuos o a la comunidad en general.

Como sugerí, las nuevas tecnologías hacen que muchas de ellas caigan en desuso, ahora lo único que vemos como sábana flotante es un personaje gracioso y agradable: Gasparín.

 

Mas que ficciones

Estos mitos no sólo los creamos para actividades físicas, sino intelectuales.

Hay héroes que le eliminamos sus pecados, los transformamos en seres sobrenaturales, genios que nunca cometieron faltas, personas con grandes dotes para señalarnos la ruta de la salvación, individuos que han liderado epopeyas que nos liberan del yugo que padecemos o padecimos como naciones o comunidades, o que su pensamiento trasciende los cambios tecnológicos, dándonos herramientas intelectuales para describir las injusticias del opresor y un largo etcétera.

El texto de José Guillermo Anjel argumenta muy claramente ello:

“Todas las culturas fundamentan sus crónicas iniciales en una Edad de Oro: la de la armonía entre los hombres y su entorno. Algo así como una enorme placenta donde flotaba la vida nutriéndose de un exterior alimenticio que permitía el desarrollo ordenado de los elementos que habitaban ese mundo placentario. Hablan estas crónicas, escritas entre lo mítico y el logos (o sea, confundiendo la razón con el imaginario), de espacios libres de conflicto: el Paraíso, el Nirvana, los países de jauja y los de Utopía etc, donde los seres humanos hacían parte de una ley universal única regida por la tolerancia (habida en la identidad con el orden natural) y el reconocimiento del espacio particular.”

Pero más interesante es lo que nos escribe posteriormente en ese mismo artículo:

“Los colectivos humanos occidentales fundamentan sus principios de identidad en libros sagrados y en crónicas que les permiten racionalizar los mitos iniciales, los inicios probables y los imaginarios necesarios para que la identidad se dé como tal: ser escogidos por la divinidad, no en términos míticos sino en calidad de logos (razón). Estos libros y crónicas plantean tiempos y espacios probables en la historia, lo que lleva a concebir una legitimación de los orígenes y los principios a través de los cuales se rigen estos indicios primarios.”

Como podemos percibir, creamos leyendas basados en esos libros sagrados. Ya he mencionado en otros artículos (en: www.jorgecruzo.blogspot.com ) que estas leyendas cumplen un rol importante en las culturas para evitar la fuga y con ello no desaparecer como relato unificador. Ya que las culturas tienen un marco dentro del cual se permite crecer y, a su vez, ese marco es la barrera que no permite crecer más allá; es decir, nos permite innovar y, al mismo tiempo, nos limita para evitar el salto hacia otras culturas.

El autor que he venido reseñando nos habla de las identidades:

“(…) la identidad me ubica dentro del grupo y delante de las instituciones mediante la jerarquización y el debido cumplimiento de las leyes morales o sea las que rigen sobre costumbres que el colectivo considera como buenas y que, para mantenerse como tales, requieren de unas normas que les creen una limitación. La sociedad se crea, entonces, dentro de unos límites que buscan el mayor bien y, con base en la consecución del supremo bien, permiten el ejercicio de la perfección o al menos de la búsqueda de sus caminos.

Entonces:

“La identidad es, redefiniéndola, el pacto que el hombre hace con sus creencias, con el entorno y con el colectivo donde se encuentra con sus idénticos. Es decir, con lo que le es común, por esto hablamos de comunidad. Es un ejercicio de seguridad al pensar, actuar e imaginar para ser debidamente aceptado. Y también de trascender dentro de la escala de reconocimiento que se haya elaborado entre sus idénticos.

Por ello:

“Pero como todos los entornos donde se dieron las tribus son diferentes (lo que generó valoraciones distintas en torno a la condición y los condicionantes, es decir, una actitud política), la identidad es una particularidad que actúa más en actitud defensiva que de crecimiento. Esto debido al manejo de paradigmas, de unos pocos datos muy claros repetidos que me permitan una posición sin dudas frente a mi y el medio, los orígenes y los sueños, las instituciones y las jerarquías. La identidad se defiende de aquello que le podría estorbar para alcanzar el mayor bien (la riqueza, los honores, el conocimiento permitido). Y en esta lucha contra lo diferente, la identidad A asume la intolerancia. Intolerancia que es una ignorancia del otro, de B, y un deseo de sometimiento total del otro, de B, a fin de que se identifique a fondo con el paradigma A y así, dejando de ser extraño el otro, B, sea otro idéntico que no obstaculice el camino hacia los imaginarios y determinantes de honor pactados.

En pocas palabras, tenemos libros sagrados y personajes epopéyicos que nos enseñan que es lo moralmente permisible; que reglamentan nuestro actuar; que nos definen con relación a los otros; que nos permite desarrollarnos como individuos, pero restringe como colectivo; que nos da seguridad de pertenencia; que nos hace intolerante ante los diferentes; que nos hace construir una realidad ortodoxa y radical…

El problema con esas construcciones es que son inflexibles, intentan mantenerse en el tiempo, a pesar que todo cambia (con diversos ritmos, pero no son iguales nunca, como un río); aunque lo más insólito es la persistencia con la cual se empecinan en repetir sin intentar analizar; en justificar cualquier desafuero con eslóganes; en atacar (con improperios o en el peor de los casos con violencia física), burlas (bullying) e incluso asesinar cuando no quedan argumentos y mueven el piso, como un sismo, sus creencias. Es un fanatismo no religioso, pero fanatismo al fin.


Un ejemplo

Para ilustrar voy a utilizar uno de los discursos más comunes en la Venezuela actual: El imperio es el culpable de la situación que padece dicha nación.

Desde la cúpula que está en el poder han esgrimido diversos argumentos que les sirve para eludir sus responsabilidades: Guerra económica, sanciones, invasión para apropiarse del petróleo…

Veamos los hechos.

Desde hace al menos unas ocho décadas grupos opositores al poder alegan que los EE.UU. está programando una invasión para tomar propiedad del oro negro, ha sido una consigna que ignita muchas almas jóvenes venezolanas y otros a lo largo y ancho del planeta. La realidad es que si bien es cierto que los gringos han tenido la mano metida en este negocio desde hace más de un siglo, siempre han sido empresas que se han encargado de los negocios de exploración, instalación y explotación de dicha energía fósil, en los años 70 hubo un pequeño cambio en las relaciones, ya que fueron nacionalizadas las empresas que producían el petróleo y la empresa madre PDVSA se convirtió en una de las más importante a escala mundial; ya en este siglo se realizó un cambio nuevamente, se obligó a que todas las empresas que participaban en esa negra y pegostosa materia le dieran propiedad al Estado por un mínimo de un 51% (no voy a entrar en debate sobre cuáles de las decisiones políticas han sido más acertadas, no soy experto y hay bibliografía al respecto). Todo había marchado bien hasta el 2017, cuando se aplican unas sanciones a la empresa petrolera.

Las sanciones son otro tema abusado con bastante intensidad. Se alude que ellas comenzaron en el año 2015, cuando en realidad las primeras Ordenes Ejecutivas (Executive Order) del coloso del norte fueron destinadas a individuos con nombre y apellido, ya mencioné que fue en el 2017 cuando se decretan las primeras sanciones, de orden financiero, contra PDVSA y en el 2019 cuando se ponen mayores sanciones contra el Estado, sus empresas e individuos que permanecen en el poder. Esgrimir que ellas son las causantes es olvidar que la industria nacional venía siendo destruida de diversas maneras, por ejemplo, se les acusaba de capitalistas, por lo cual acosaban, expropiaban, invadían y no daban contratos a dichas empresas, sin embargo, se daba la bienvenida a transnacionales con casas matrices fuera del país. O sea, se perseguía a los empresarios nacionales y abrían las puertas a transnacionales, que supuestamente deberían ser menos capitalistas (buen chiste ¿verdad?). Por otro lado, la principal fuente de ingreso del Estado venezolano ha sido el petróleo, la compañía mencionada que era ejemplo mundial había comenzado su debacle décadas atrás, ya para el 2012, las refinerías existentes en dicha república, que exportaban gasolina y otros productos, estaban por debajo del consumo nacional, por lo cual se inició la importación desde el imperio (en pocas palabras, fue el imperio quien ayudó hasta el 2019 que el país no se parará, como si ha sucedido en años posteriores). Ademas, la producción nacional había venido cayendo, ya para el 2007 el desabastecimiento de ciertos productos era recurrente los cuales eran importados rápidamente, ya que se tenía dinero suficiente en la botija; la importación era la reina de ese periodo de abundancia (destruyendo aún más la producción nacional, ya que algunos de esos ítems venidos de afuera llegaban con un dólar subsidiado, por lo tanto, con menor precio, que era una de las diversas causas de la desaparición de empresas); la principal compañía tenía dinero por los altos precios de su rubro de exportación (por cierto, el mayor comprado era el maléfico imperio), pero aguas adentro venía cayendo su producción y teniendo muchos percances por falta de mano de obra calificada (aún no había comenzado la masiva diáspora de los años 2016 en adelante), pero si se habían expulsado a más de 22 mil personas con años de experiencia en todos los niveles de dicho conglomerado; y por último, los precios comienzan una fluctuación vertiginosa, en el año 2008 explota una crisis mundial que afecta la cotización, luego sube nuevamente en la segunda década de este siglo, para caer nuevamente en el 2014 desde donde nunca ha logrado los topes de dicho año.

Como podemos ver, las sanciones solamente agudizaron una tendencia a la debacle, posiblemente la aceleraron a llegar al punto en el cual está ahora, pero que sin ellas lo hubieran alcanzado en mayor lapso de tiempo.

El último tema que voy a tocar es la cacareada guerra económica. Una de las muestras del despropósito que es la economía venezolana es estar padeciendo hiperinflación por más de tres años. Las hiperinflaciones compiladas en el orbe son cerca de 42, más la venezolana,  como vemos no es algo nuevo, en todas ellas el causante principal ha sido pésimas medidas monetarias para reducir el déficit del presupuesto nacional. Mas aún, la inflación es un fenómeno generalizado,  a escala global, generalmente de un dígito bajo para que no afecte mucho la economía, si sube más de allí un buen gobierno comienza a tomar medidas para prevenir que no avance. Por tal motivo, adjudicar a una guerra económica la causa principal del estado actual de Venezuela es un desproposito, ha sido un acumulado de malas políticas monetarias, fiscales, de destrucción del aparato productivo nacional, de propiciar la importación, de mantener un cambio con relación al dólar fijo por muchos años, entre otras.

Si se lee bien lo expuesto hasta ahora podemos notar que el principal comprador de petróleo y casi exclusivamente el único que pagaba a tiempo, era los EE.UU., se realizaron otros convenios como el Petrocaribe, con la cual se favorecía con precios menores a los del mercado y largos plazos para cancelar, también “ventas” a la China, aunque realmente no se cobraba porque solamente ha servido para cancelar intereses de las cuantiosas deudas contraídas con dicha nación, India ha sido otro comprador, pero de cantidades pequeñas. Otro dato, algunas naciones firmantes de Petrocaribe tienen deudas con tal república o han recibido tratos especiales (https://www.elcaribe.com.do/panorama/dinero/rd-compro-a-pdvsa-deuda-por-us1933-millones/ ).

Por ello, seguir con el argumento que el imperio es el culpable no tiene sustento. Los yanquis han hecho lo acostumbrado, como lo hacen todas las naciones, donde aplican el principio de Business is business. Venezuela ha surtido de petróleo al imperio sin interrupción desde principios del siglo pasado, hasta que fue por parte de ellos en el año 2019 que se cortó dicha exportación, los negocios han fluido sin interrupción, por ello culpar o seguir culpando lo que los hechos niegan es solamente fanatismo, ya que, como he afirmado, para los gringos es simplemente Business as usual; sin embargo, algunos siguen creyendo en leyendas o mitos.


Bibliografía

Anjel R., José Guillermo DE LAS RAZONES DEL GUERRERO ILUSTRADO Sobre el Conflicto y la Negociación. En: http://www.monografias.com/trabajos/conflicnego/conflicnego.shtml (Consulta 4 de enero 2007).