Sunday, June 6, 2021

La intolerancia como credo

Jorge Cruz, Caracas, 5 de junio de 2021

Yo solamente tolero mi intolerancia. Una frase como esta se la deben haber dicho consciente o inconscientemente muchas personas, sobre todo aquellas que están fanatizadas por algún tipo de creencia.

En nombre de religiones, ideologías se han masacrado miles de millones de personas a lo largo de la historia, lo ha hecho el cristianismo, el islamismo, judaísmo, para solo mencionar las tres monoteístas, aunque no han sido las únicas en nombre de una religión; también en nombre de la “derecha” o “izquierda”, por factores culturales, o biológicos, como la pigmentación de la piel, entre otras

En este texto voy a tocar algunos puntos referidos a la intolerancia, esa conducta que tanto daño produce cuando no se tiene control sobre ella, con énfasis en la política o partidista.

Voy a intentar responderme a las preguntas: ¿Qué es la intolerancia? ¿Quién puede ejercerla? ¿Por qué la ejerce?, y por último dar algunas formas de combatirla para minimizarla.

 

¿Qué es la intolerancia?

Hay dos tipos de ella, la biológica, tal como trastornos que se producen al ingerir ciertos alimentos o la social. Aquí argumentaré sobre la segunda, que en pocas palabras, puedo resumir como rechazo y/o discriminación al otro.

Es otro tiene muchas variantes, puede ser por el color de la piel, por sus puntos de vistas o cosmovisión, por su creencias, por su orientación sexual, por su militancia política, entre otras.

En todo estos tipos de intolerancia lo que reina es la segregación del otro. La segregación es algo instintivo, como animales sociales tendemos a reunirnos o buscar pertenecer a manadas donde reina la similitud, por ejemplo, asistimos a un templo en el cual todos los que allí van comparten creencias o el vecindario donde moramos debe ser de profesionales, máximo comerciantes, pero con similares preparaciones o nivel económico.

Esa tendencia a la búsqueda o pertenencia a similares hace que segreguemos a los diferentes, los ingenieros, como ilustración, se burlan de los sociólogos o viceversa, los deportistas de los administradores y así por el estilo. En pocas palabras, segregamos y ella conduce a la intolerancia.

Lo más llamativo es que generalmente es inconsciente, como es parte de la cosmovisión de cada individuo, actúa de manera “normal” para si mismo o su grupo-manada.

 

¿Quién puede ejercerla?

Hay un texto que inició la indagación sobre el actuar del ser humano cuando se cometen atrocidades como masacres: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal (Hannah Arendt  *), en el cual nos retrata que puede ser cualquiera de nosotros quien actúa mecánicamente para provocar daño al otro, que pudiera ser desde lo menos grave como despreciar o insultar hasta cometer actos de violencia.

La intolerancia, como señalé arriba, es inconsciente generalmente, por lo que nadie escapa a comportamientos tales como: insultar, acosar, amenazar, agredir físicamente, asesinar..., los disparadores pueden ser variados, en todos ellos, generalmente hay una escala de grados de intolerancia que refuerzan dichas acciones. Lo paradójico, como señala la autora es que no se sienten culpables de lo hecho o su actuar cotidiano, es asumido como su “normalidad”.

Aquí debo resaltar unos punto: primero, no hay una hoja de ruta a seguir, como un destino, sino que es algo latente, al ser instintivo, cuando se dan ciertas condiciones, se incrementan las posibilidades de su desarrollo. Segundo, uno de los principales ingredientes para que se dispare son la envidia y resentimiento; nos molesta que un individuo o grupo de ellos sean más exitosos o que lleguen a similares posiciones sociales, si se les considera que tienen menores capacidades u otro caso es cuando el que asciende en poder se transforma en “jefe”, Ítala Scotto nos describe esto así: “La rabia sorda, generalizada y reprimida que lo embarga encontrará objeto en los miembros de su propio grupo cuyas características se adecuen a la proyección de los aspectos rechazados o conflictivos de sí mismo.”, por ese motivo, es muy probable que se malestar se descargue en los que presume son inferiores. Para finalizar estas conductas no están limitadas por una formación académica, por ejemplo, en la Alemania pre-nazi la población tenía un nivel importante de formación, sin embargo cayeron en las redes de tal partido.

Si damos una ojeada a lo político, nos encontramos con lo siguiente: el extremo de la intolerancia política lleva al autoritarismo casi ineludiblemente, en el cual se pisotean todos los derechos, que van desde represión hasta la desaparición física, pasando por chantajes, encarcelamientos y torturas. Es un aglutinador muy utilizado dentro de los partidos, sin distinción de que defienden o utilizan como discurso. Generalmente se difunde y señala que es uno de las conductas en los partidarios de eso que llaman derecha, pero los canarios también cantan en otros tejados.

Los marxistas o “izquierda” que abogan ser los defensores de los derechos humanos y por ellos ser tolerantes, realmente desde sus principios son segregacionistas, así lo anota Andrés Della Chiesa***: “…la dialéctica marxista se diferenció rápidamente de la de Hegel gracias a su poco y nulo interés por lo trascendental. Con Marx la «verdad» debía pasar por lo objetivo, lo tangible y no por lo sensitivo o lo mental que, a su juicio, eran experiencias indescifrables. De modo que si existía un conflicto sólo podía darse a nivel material: en la explotación de una «clase» por otra. Así, al prescindir de la parte metafísica, el marxismo hizo de la dialéctica idealista de Hegel una dialéctica materialista. ¿Y qué mejor manera de resolver el problema de la dignidad humana, único obstáculo ante el Terror revolucionario, que arrebatándole al hombre aquello que precisamente lo dignifica, es decir, su carácter moral y espiritual?” Es decir, si la lucha de clases es objetiva, la violencia e intolerancia son del mismo tenor, por lo que se justifican como lo “normal”.

 

¿Por qué la ejercen?

Tal vez una de las principales premisas de un intolerante es: Yo tengo la verdad, mi grupo o las escrituras (Coran, Tanaj, Biblia, o no necesariamente sacras, como Mi Lucha para los nazis o El Capital para los marxistas, para citar algunas) son las poseedoras de ella. Quiero hacer la salvedad que existen tanto movimientos religiosos como partidistas que no tienen textos de calibre similar, pero ello no resta su peso para la génesis o valores unificadores de los movimientos.

Arnaldo Esté**** nos expone: Las ideologías son sistemas de recursos argumentales para soportar y expresar intereses compartidos por sectores de la población. Acompañan el crecimiento de la racionalidad moderna ocupando espacios tradicionalmente tomados por las religiones. Son criterios y referentes que le permiten a grupos o partidos distinguir, con cierta fidelidad, lo falso de lo cierto, lo correcto de lo incorrecto, los próximos de los extraños.”

Por ello necesitan de: “Los grupos o personajes que buscan poder económico, militar, religioso, artístico tienen que negociar con esas maneras de la verdad, como ya lo hicieron las religiones creando santos, mártires, símbolos, historias, milagros.” En breve, las ideologías sustituyen a la palabra santificada que está en esos libros primigenios y cumplen con similar rol dentro de los grupos.

Debido a ello, las membresías están inmersas en prejuicios: juicios de valor muchas veces sin respaldo, por no conocer; maniqueísmo, una visión dual, que hasta se puede decir superficial o simple; y por último, para no extenderme, pero no limitante, se considera a los oponentes como enemigos que no tienen derechos, son una cosa, y se deben eliminar o extinguir.

Voy a exponer un ejemplo del tema. Recientemente en una RRSS escribí que mi madre tenía paralizado un tratamiento por las protestas en Colombia, una persona me dijo que no debería criticar a las protestas por una ayudita a ella (fue mucho más sarcástico). Los que protestan tienen su derecho a realizarlo, pero también deberes, uno de ellos es respetar los derechos de mi madre, como en este caso su salud. Tenemos entonces, la intolerancia desde los que protestan por no respetar a los otros, como también, el de la persona que me interpeló por no aceptar que hayan otros puntos de vistas.

 

¿Hay solución?

Lo primero que debo apuntar, que por ser instintiva no se elimina, se puede minimizar. Dos serían las principales herramientas:

Educación, no me restrinjo a la formal recibida en aulas, ahora virtual, sino a la fundamental, la recibida en casa desde nuestra gestación y toda la que aprendemos y aprehendemos fuera de una escuela. Ella puede hacernos entender que el mundo es mayor a dos versiones opuesta, desde el yo y los otros, hasta esa concepción dualista y reductora de blanco y negro. Debemos asumir que toda información que percibimos tiene un propósito de sus creadores, por lo tanto no es neutra, que nuestra tarea es analizarla, criticarla y rehacerla cuando sea necesario.

Legislar, si el anterior punto es importante, no menos lo es que se emitan cuerpos de leyes que resguarden, conserven, fomenten y protejan a quien sean los otros o a quienes asumen la lucha por su reconocimiento y luchas.

Como hemos visto no es un camino sencillo, pero imprescindible el recorrerlo. Es un deber respetar los derechos de los otros, como un derecho el hacer que se respeten los nuestros.

La intolerancia por ser muchas veces sutil, no nos percatamos que la ejercemos, pero no por ello niega que sea tal y cause daños en el otro. Estar atentos para minimizarla es tarea de todos.

 

Bibliografía

*Arendt,  Hannah (2003) Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal. Cuarta edición. Editorial Lumen. Barcelona.

** Scotto Domínguez, Ítala (1991)  Los Cuchillos de la Ausencia. Aproximación Psicológica del Desarraigo. CEVIAP KSK editores, Caracas

***Della Chiesa,  Andrés  (2021) La superación del marxismo. El Nacional, 2 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/la-superacion-del-marxismo/. Revisado el 2 de junio de 2021

**** Esté,  Arnaldo (2021) Un Mundo de Aldeas: La ideología. El Nacional, 5 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/un-mundo-de-aldeas-la-ideologia/.  Revisado el 5 de junio  de 2021.

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