Jorge Cruz, Caracas, 5 de junio
de 2021
Yo solamente tolero mi
intolerancia. Una frase como esta se la deben haber dicho consciente o
inconscientemente muchas personas, sobre todo aquellas que están fanatizadas
por algún tipo de creencia.
En nombre de religiones,
ideologías se han masacrado miles de millones de personas a lo largo de la
historia, lo ha hecho el cristianismo, el islamismo, judaísmo, para solo
mencionar las tres monoteístas, aunque no han sido las únicas en nombre de una
religión; también en nombre de la “derecha” o “izquierda”, por factores
culturales, o biológicos, como la pigmentación de la piel, entre otras
En este texto voy a tocar algunos
puntos referidos a la intolerancia, esa conducta que tanto daño produce cuando
no se tiene control sobre ella, con énfasis en la política o partidista.
Voy a intentar responderme a las preguntas: ¿Qué es la intolerancia? ¿Quién
puede ejercerla? ¿Por qué la ejerce?, y por último dar algunas formas de
combatirla para minimizarla.
¿Qué es la intolerancia?
Hay dos
tipos de ella, la biológica, tal como trastornos que se producen al ingerir
ciertos alimentos o la social. Aquí argumentaré sobre la segunda, que en pocas
palabras, puedo resumir como rechazo y/o discriminación al otro.
Es otro
tiene muchas variantes, puede ser por el color de la piel, por sus puntos de
vistas o cosmovisión, por su creencias, por su orientación sexual, por su
militancia política, entre otras.
En todo
estos tipos de intolerancia lo que reina es la segregación del otro. La
segregación es algo instintivo, como animales sociales tendemos a reunirnos o
buscar pertenecer a manadas donde reina la similitud, por ejemplo, asistimos a
un templo en el cual todos los que allí van comparten creencias o el vecindario
donde moramos debe ser de profesionales, máximo comerciantes, pero con
similares preparaciones o nivel económico.
Esa
tendencia a la búsqueda o pertenencia a similares hace que segreguemos a los
diferentes, los ingenieros, como ilustración, se burlan de los sociólogos o
viceversa, los deportistas de los administradores y así por el estilo. En pocas
palabras, segregamos y ella conduce a la intolerancia.
Lo más llamativo es que
generalmente es inconsciente, como es parte de la cosmovisión de cada
individuo, actúa de manera “normal” para si mismo o su grupo-manada.
¿Quién
puede ejercerla?
Hay un texto que inició la
indagación sobre el actuar del ser humano cuando se cometen atrocidades como
masacres: Eichmann en Jerusalén.
Un estudio sobre la Banalidad del Mal (Hannah Arendt *), en el cual nos retrata que puede ser
cualquiera de nosotros quien actúa mecánicamente para provocar daño al otro,
que pudiera ser desde lo menos grave como despreciar o insultar hasta cometer
actos de violencia.
La intolerancia, como señalé
arriba, es inconsciente generalmente, por lo que nadie escapa a comportamientos
tales como: insultar, acosar, amenazar, agredir físicamente, asesinar..., los
disparadores pueden ser variados, en todos ellos, generalmente hay una escala
de grados de intolerancia que refuerzan dichas acciones. Lo paradójico, como
señala la autora es que no se sienten culpables de lo hecho o su actuar
cotidiano, es asumido como su “normalidad”.
Aquí debo resaltar unos punto: primero, no hay una
hoja de ruta a seguir, como un destino, sino que es algo latente, al ser
instintivo, cuando se dan ciertas condiciones, se incrementan las posibilidades
de su desarrollo. Segundo, uno de los principales ingredientes para que se
dispare son la envidia y resentimiento; nos molesta que un individuo o grupo de
ellos sean más exitosos o que lleguen a similares posiciones sociales, si se
les considera que tienen menores capacidades u otro caso es cuando el que
asciende en poder se transforma en “jefe”, Ítala Scotto nos describe esto así: “La rabia
sorda, generalizada y reprimida que lo embarga encontrará objeto en los
miembros de su propio grupo cuyas características se adecuen a la proyección de
los aspectos rechazados o conflictivos de sí mismo.”, por ese motivo, es muy probable que se malestar se
descargue en los que presume son inferiores. Para finalizar estas conductas no
están limitadas por una formación académica, por ejemplo, en la Alemania
pre-nazi la población tenía un nivel importante de formación, sin embargo
cayeron en las redes de tal partido.
Si damos una ojeada a
lo político, nos encontramos con lo siguiente: el extremo de la
intolerancia política lleva al autoritarismo casi ineludiblemente, en el cual
se pisotean todos los derechos, que van desde represión hasta la desaparición
física, pasando por chantajes, encarcelamientos y torturas. Es un aglutinador
muy utilizado dentro de los partidos, sin distinción de que defienden o
utilizan como discurso. Generalmente se difunde y señala que es uno de las
conductas en los partidarios de eso que llaman derecha, pero los canarios
también cantan en otros tejados.
Los marxistas o “izquierda” que
abogan ser los defensores de los derechos humanos y por ellos ser tolerantes, realmente
desde sus principios son segregacionistas, así lo anota Andrés Della Chiesa***:
“…la dialéctica marxista se diferenció
rápidamente de la de Hegel gracias a su poco y nulo interés por lo
trascendental. Con Marx la «verdad» debía pasar por lo objetivo, lo tangible y
no por lo sensitivo o lo mental que, a su juicio, eran experiencias
indescifrables. De modo que si existía un conflicto sólo podía darse a nivel
material: en la explotación de una «clase» por otra. Así, al prescindir de la
parte metafísica, el marxismo hizo de la dialéctica idealista de
Hegel una dialéctica materialista. ¿Y qué mejor manera de resolver
el problema de la dignidad humana, único obstáculo ante el Terror
revolucionario, que arrebatándole al hombre aquello que precisamente lo
dignifica, es decir, su carácter moral y espiritual?” Es
decir, si la lucha de clases es objetiva, la violencia e intolerancia son del
mismo tenor, por lo que se justifican como lo “normal”.
¿Por qué la ejercen?
Tal vez una de las principales
premisas de un intolerante es: Yo tengo la verdad, mi grupo o las escrituras
(Coran, Tanaj, Biblia, o no necesariamente sacras, como Mi Lucha para los nazis
o El Capital para los marxistas, para citar algunas) son las poseedoras de
ella. Quiero hacer la salvedad que existen tanto movimientos religiosos como
partidistas que no tienen textos de calibre similar, pero ello no resta su peso
para la génesis o valores unificadores de los movimientos.
Arnaldo
Esté**** nos expone: “Las ideologías
son sistemas de recursos argumentales para soportar y expresar intereses
compartidos por sectores de la población. Acompañan el crecimiento de la
racionalidad moderna ocupando espacios tradicionalmente tomados por las
religiones. Son criterios y referentes que le permiten a grupos o partidos
distinguir, con cierta fidelidad, lo falso de lo cierto, lo correcto de lo
incorrecto, los próximos de los extraños.”
Por ello necesitan de: “Los grupos o personajes que buscan poder
económico, militar, religioso, artístico tienen que negociar con esas maneras
de la verdad, como ya lo hicieron las religiones creando santos, mártires,
símbolos, historias, milagros.” En breve, las ideologías sustituyen a la
palabra santificada que está en esos libros primigenios y cumplen con similar
rol dentro de los grupos.
Debido a ello, las membresías están
inmersas en prejuicios:
juicios de valor muchas veces sin respaldo, por no conocer; maniqueísmo, una visión dual, que hasta
se puede decir superficial o simple; y por último, para no extenderme, pero no
limitante, se considera a los oponentes como enemigos que no tienen derechos, son una cosa, y se deben eliminar
o extinguir.
Voy a
exponer un ejemplo del tema. Recientemente en una RRSS escribí que mi madre
tenía paralizado un tratamiento por las protestas en Colombia, una persona me
dijo que no debería criticar a las protestas por una ayudita a ella (fue mucho
más sarcástico). Los que protestan tienen su derecho a realizarlo, pero también
deberes, uno de ellos es respetar los derechos de mi madre, como en este caso su
salud. Tenemos entonces, la intolerancia desde los que protestan por no
respetar a los otros, como también, el de la persona que me interpeló por no
aceptar que hayan otros puntos de vistas.
¿Hay solución?
Lo primero
que debo apuntar, que por ser instintiva no se elimina, se puede minimizar. Dos
serían las principales herramientas:
Educación, no me restrinjo a la formal
recibida en aulas, ahora virtual, sino a la fundamental, la recibida en casa
desde nuestra gestación y toda la que aprendemos y aprehendemos fuera de una
escuela. Ella puede hacernos entender que el mundo es mayor a dos versiones
opuesta, desde el yo y los otros, hasta esa concepción dualista y reductora de
blanco y negro. Debemos asumir que toda información que percibimos tiene un
propósito de sus creadores, por lo tanto no es neutra, que nuestra tarea es
analizarla, criticarla y rehacerla cuando sea necesario.
Legislar, si el anterior punto es
importante, no menos lo es que se emitan cuerpos de leyes que resguarden,
conserven, fomenten y protejan a quien sean los otros o a quienes asumen la
lucha por su reconocimiento y luchas.
Como hemos
visto no es un camino sencillo, pero imprescindible el recorrerlo. Es un deber
respetar los derechos de los otros, como un derecho el hacer que se respeten
los nuestros.
La
intolerancia por ser muchas veces sutil, no nos percatamos que la ejercemos,
pero no por ello niega que sea tal y cause daños en el otro. Estar atentos para
minimizarla es tarea de todos.
Bibliografía
*Arendt, Hannah
(2003) Eichmann en Jerusalén. Un estudio
sobre la Banalidad del Mal. Cuarta edición. Editorial Lumen. Barcelona.
** Scotto Domínguez, Ítala (1991) Los
Cuchillos de la Ausencia. Aproximación
Psicológica del Desarraigo. CEVIAP KSK editores, Caracas
***Della Chiesa, Andrés (2021) La superación
del marxismo. El Nacional, 2 de junio.
En: https://www.elnacional.com/opinion/la-superacion-del-marxismo/.
Revisado el 2 de junio de 2021
**** Esté, Arnaldo (2021) Un Mundo de Aldeas: La ideología. El Nacional, 5 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/un-mundo-de-aldeas-la-ideologia/. Revisado el
5 de junio de 2021.
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