Wednesday, June 2, 2021

Manual para destruir un país (y II)

Jorge Cruz, Caracas, 2 de junio de 2021

El camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Este decir popular describe perfectamente lo que ha sucedido en Venezuela.

Las leyes de termodinámica nos dicen que nada es gratis, toda transformación de la energía genera entropía, contaminación; por ello aunque podamos obtener beneficios en el corto plazo, en el mediano o largo viene “el cobro de factura”, terminamos en el infierno. Para ilustrar lo expresado algo sencillo es una tea: en una noche oscura y fría genera energía lumínica y calórica, que nos puede ser útil para ver, cocinar, calentarnos o simplemente para reunirnos a conversar: pero también hay un residuo, las cenizas (contaminación), ya que es algo no deseado, su acumulación es un fastidio, aunque pudiera tener otros usos, eso es otra historia.

El régimen venezolano ha intentado ocultar su pésima gestión mediante la evasión de la publicación de datos. Es una fórmula trillada y utilizada, especialmente, por gobiernos autoritarios. No hay datos oficiales por lo que se han burlado públicamente a los presentados por ONG que se dedican a compilar y distribuir información, pero la verdad tiene patas cortas.

Ese no es el deber ser, ya que el Estado o quienes están allí no tienen que ser los únicos que controlan la “verdad”, se debe permitir que otros actores ejerzan funciones de auditoría, supervisión o propongan alternativas. El creer que su opinión o punto de vista es el acertado, negándose a escuchar otros (peor aún es perseguirlos, apresarlos y/o torturarlos), pues más pronto de lo pensado viene el cobrador, con terribles consecuencias para la población.

 

Regresando al tema agrícola

Luego se esa introducción, para dar pistas de por dónde va este texto, continuaré enumerando partes de las medidas que fueron cercando hasta asfixiar el campo.

Bajo el gobierno de Chávez se realizaron diversas expropiaciones e invasiones refrendadas jurídicamente, hasta se habló de una metodología para esconder este robo: Método Chaz, por Chávez y Carlos Azpúrua, propietario del hato La Marqueseña. En el cual, se llegó a un “acuerdo” (donde el dueño tenía figurativamente una pistola en la sien) para “donar” parte de sus terrenos, por tal motivo el empresario tuvo que aceptar a que su finca se redujera a un cuarto el tamaño de su tamaño original. Hoy las áreas confiscadas,  son un recuerdo doloroso de algo que fue próspero, no hay producción, un lugar que tenía ganado y recursos forestales, brilla por su ausencia la actividad humana. En este video, 7 años posteriores a la intervención, podemos escuchar a Carlos Azpúrua:  https://www.youtube.com/watch?v=x6CukidEf_A

Como señalé, los dueños de terrenos tenía una espada de Damocles, porque Chávez expresó en una de sus interminables y permanentes alocuciones: "La tierra no es privada. Es propiedad del Estado", algo que es falso, la ley dice que el subsuelo es propiedad, pero sirve para los fines que se proponía: amedrentar y satisfacer a una jauría de hienas hambrientas.

La producción  agrícola sufrió mucho con el chavismo, desde controles de precios de rubros que hicieron que desaparecieran al no ser rentables su producción, posteriormente, al nacionalizar Agroisleña (empresa que distribuía casi como un monopolio todo lo necesario para los rubros agropecuarios, que incluso servía de “banco” al dar crédito a los productores para ser pagados cuando tuvieran la cosecha) no hubo agroquímicos (fungicidas, insecticidas, fertilizantes…) y la renombraron como Agropatria, cambio en el nombre y dueño, que no fue útil para los agricultores o ganaderos, ya que han manejado pésimamente los inventarios, como tampoco han habido préstamos, tan necesitados durante la siembra hasta que se obtuvieran los frutos.

Tampoco funcionó la adquisición por los dos sistemas de mercadeo creadas por el poder: Red Mercal y PDVAL, ambas dieron prioridad para abastecerse a los productos importados (las comisiones eran más rentables, en dólares, que buscar ingresos similares, en Bolívares, con los empresarios nacionales). Una muestra de lo dicho es que en el 2010, después que el gobierno nacionalizara el puerto de Puerto Cabello, más de 120.000 toneladas de alimentos se pudrieron en el dicho espacio. La importación era lo que reinaba. La cacareada soberanía alimentaria estaba en las aduanas por donde ingresaban todas las mercaderías del extranjero.

Además, las importaciones se llevaban a cabo con dólar subsidiado, mientras que la producción nacional debía pagar a Bolívares (“libres”), por ello, por ejemplo, en una ocasión al comparar precios de quesos, me encontré con un queso uruguayo madurado, que implica mayor procesamiento y tiempo para ser puesto en venta, costaba un 30% menos que un queso fresco venezolano. Esto provocó una competencia deshonesta, donde lo nacional era golpeado duramente, por una revolución salvajemente corrupta y capitalista.

Para completar la película en el 2012 se triplicó el déficit del país, la reelección de Chávez le costó un ojo de la cara a la nación, que generó una inflación cada vez mayor, aunque nunca se controló bajo el comandante, ya para el 2013 se hace imparable hasta que en el 2017 comienza a ser una hiperinflación hasta nuestros días. Con lo cual se golpeó aún más a este sector.

La guinda la están poniendo la cantidad de alcabalas en las cuales los comerciantes de vegetales deben dejar una bolsa de comida para las gloriosas fuerzas represivas del Estado. Recientemente dio declaraciones un comerciante que transporta hortalizas desde La Grita (centro de distribución de tales rubros en el Táchira) hasta Caracas, en la cual afirmaba que debía preparara 40 bolsas con sus productos para distribuir en cada puesto de control. 

Quizás uno de los casos que más ira causó entre la oposición fue el de Franklin Brito. Él era un productor agropecuario en el estado Bolívar, cuyo fundo fue intervenido en su gran mayoría, por lo que este productor inició una huelga de hambre de la cual nunca salió con vida y su caso nunca fue resarcido por las autoridades, las cuales prometieron, sin nunca cumplir. Lo anecdótico es que esta persona era militante del partido en el poder, a pesar de ello sufrió las consecuencias de las políticas de robos “legales”.

Todos esos desatinos ha provocado la mayor migración a escala mundial sin una guerra de por medio. Se ha gestado un “exilio” de profesionales (incluidos investigadores de experiencia), estudiantes a media carrera, técnicos calificados y mano de obra no especializada.

Lo anterior ha dado como resultado la destrucción de centros de investigación agrícola, por ejemplo el de mayor peso: Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha casi totalmente desaparecido, básicamente se ha dedicado a programar y publicitar talleres que son producido en el exterior, fuera de ello, sus acciones son contadas. En las universidades públicas ha sucedido algo similar, los laboratorios no tienen presupuestos, menos aún personal. Ha sido un proceso de muerte lenta.

¡Todo se paga! ¡Tarde o temprano! El chavismo ha dejado desolación en lo agrícola y pecuario, como también en los otros sectores de la economía, servicios y vida social, en general. Prometieron villas y castillos, todo era una vil escenografía mientras han intentado monopolizar todas las instancias, repitiendo el esquema fracasado por las naciones socialistas como la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China antes de su viraje hacia el capitalismo, Vietnam de similar camino al anterior, Cuba (empantanada, no sabe hacia dónde ir), Corea del Norte (en donde lo militar y su cúpula son los únicos beneficiados), entre los más populares.

No solo es una sola verdad, es un solo partido, un monopolio del Estado en cuanto a producción y distribución, un control de todas las instancias o poderes del Estado; todo ello cargado de mucha retórica de cambio, realmente, con ello sólo se buscó el sustituir un empresariado por otro más leal, cooptar los movimientos sociales, reprimir como única “arma” disponible y distribuir hambre.

Desde hace pocos años han iniciado una traslación de 180 grados. Se han vendido empresas nacionalizadas en bancarrota a precio de gallina flaca o negociado el retorno a sus anteriores propietarios; el dólar, una moneda maldita y por años acusada de culpable de una guerra económica que saboteaba el quehacer nacional, es alabada y se ha convertido en casi una moneda oficial, ha sustituido al Bolívar por lo escaso (ya que pierde valor diariamente y es costosa su impresión, porque cada cierto periodo de años se tiene que cambiar de cono monetario); el cambio también es casi libre, hay un precio oficial y otro negro, que diariamente se actualizan para estar cercanos en su monto; a un alto número de las importaciones se les has eliminado los impuestos, se sigue con una economía de puertos; hay dos tipos de salarios, uno paupérrimo para los funcionarios y pensionados y jubilados (en Venezuela son diferentes) que no pasa de los $15 verdes y otro de un grupo de empresas que pagan en dólares y con salarios más o menos cercanos a los internacionales; han casi desparecidos lo controles de precios de las mercaderías, entre otras medidas, que pudiéramos llamar capitalistas. Capitalismo de bodegón*, lo ha llamado Ignacio Ávalos.

Repetir modelos que dejaron en números rojos a otras naciones lleva al mismo lugar de ellas. La agricultura, que ha sido mi tema, es un reflejo de lo que sucedió en el resto del acontecer nacional.

Ese no escuchar a otros, el creerse poseedores de la verdad absoluta ha creado un legado que se tardará varias generaciones para recuperar. La intolerancia, que aún continúa, ha demostrado que no es la vía, que tales conductas llevan a la ruina, porque toda acción tiene su entropía y quien la acumula o paga los platos rotos es, especialmente, la población de menores recursos.


* El bodegón son unos nuevos locales que venden casi exclusivamente productos importados, la moneda de pago es el dólar y por sus precios es sólo accesible para cierto grupo de la población.

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