Jorge Cruz, Caracas, 1 de mayo de 2021
“Cuando
se acabó el dinero para financiar a los Motorizados,
el
Estado decidió compensarlos con una propina. No cobrarían
el
salario revolucionario completo, pero tendrían patente para
saquear
y arrasar sin control.”
Karina Sainz Borgo: La Hija de la
española
Hay
maneras de molestar hasta el cansancio, hay formas de actuar que hacen que
afloren tus más ocultos instintos y solo sientas rabia, impotencia y maldigas,
aunque en voz baja, a quienes abusan de tu paciencia, que juegan con tu tiempo…
Voy a
realizar una especie de crónica macabra
que he padecido en un reciente viaje desde la frontera hasta Caracas.
Primero
debo aclarar varios puntos:
La
ruta por tierra en cuestión que comenzó en San Antonio y culminó en el Distrito
Capital, generalmente no suelen ser más de 15 horas.
La
Guardia Nacional, entre una de sus funciones, está el intentar controlar tres
aspectos: entrada de inmigrantes ilegales, impedir el contrabando y el tráfico
de estupefacientes.
Para
ello tiene la potestad de solicitar documentos de las personas que comprueben
si son nacionales o foráneos que han sellado su ingreso, para el primer caso
señalado; los dos siguientes se pueden ejecutar con la revisión de los
equipajes, de las vestimentas e incluso de su cuerpo, si consideran que ha
adherido o ingerido artefactos que contienen polvos que alteran la conducta
normal de los individuos; o mediante el
uso de perros amaestrados en detectar drogas, para el último, si se desean ser
más ágiles en su labor.
Este
cuerpo policial debería, por lo tanto, determinar formas de actuar que
faciliten la vida de los ciudadanos no que se sientan ultrajados y ser ejemplo
de ciudadanía.
Por último, todos mis compañeros de viaje venían del exterior, algunos con deseos de no regresar, por lo tanto, sus equipajes eran voluminosos, con contenidos desde la ropa propia, los regalos y encargos para familiares y amigos, juguetes para los niños que los habían acompañado o los que los esperaban en casa…
Un drama de varios actos.
Llego
un día al estado Táchira por su población cercana a Cúcuta, Colombia, en horas
de la mañana, adquiero un pasaje hacia el centro del país con la ilusión de
estar a la mañana siguiente en horas tempranas en mi hogar, pero no contaba con
la malsana astucia que me había preparado el “gobierno”.
El
periplo comenzó a la una de la tarde, debía salir de SA y acercarme a la frontera
con el estado Mérida, de allí abordar unos taxis para cruzar la línea divisoria
y arribar a El Vigía, desde donde partiría a mi destino final. Este primer
trayecto, generalmente se toma un lapso de 4 a 5 horas.
Entre
SA y Ureña, municipio colindante, tuvimos que pasar por 7 (siete) alcabalas, en
todas ellas se perdía algo de tiempo, pero lo que era cotidiano era una
negociación en la cual nosotros los pasajeros debíamos colaborar. En varios
casos hubo amenazas como: “yo puedo permanecer aquí hasta bien entrada la
noche, ustedes deciden que hacer”, por lo tanto, debíamos pasar una gorra con la
colaboración “voluntaria” de cada uno de nosotros. En otras ya tenían tarifas
preestablecidas por unidad que por allí pasara, que iban desde los $10 hasta
los $15 verdes. Lo anterior no evitaba que inspeccionaran, con displicencia en
la mayoría de ellos.
En
todo el trayecto hasta EV fue la norma, creo haber contado 18 en total, por tal
motivo, nuestro arribo se retrasó por casi el triple del tiempo arriba
mencionado.
A las
7:00 am. del día siguiente partimos de EV, en la primera alcabala nos esperaban
con un firulais, el cual realizó su recorrido y señaló uno de los equipajes, el
cual revisaron a fondo, para solo determinar que era porque llevaba manzanilla
entre sus pertenencias. En principio, estábamos tranquilos, en poco tiempo,
casi una hora habíamos pasado la primera barrera, aunque bajo una garúa, esas
que no mojan pero empapan. Todo ellos solo era el preludio de una travesía
infernal.
Desde
más o menos las 9:00 am. hasta el día siguiente era que iba a terminar el
suplicio.
Luego
de esa primera comenzó un rosario de presencia de puestos de control de la GN,
en todas ellas se repetía el ritual: todo el mundo abajo con todos los
equipajes que estaban dentro de la cabina del autobús, hacer colar, recoger el
equipaje que estaba fuera, en los compartimientos para dicho fin, y esperar
hasta que revisaran todo ello.
El
grupo de compañeros de éxodo trabajó como un equipo, nos organizamos de tal
manera que primero pasaban los con destinos más largos, luego los que tuvieran
niños, aunque fueran distancias más cortas, le pedíamos que sacaran todo y nos
dieran las bolsas o maletas que otros nos encargábamos de empacar, luego que
pasara la requisa: Todo lo hacíamos para ganar tiempo.
A
pesar de toda esa forma conjunta, las demoran giraron, de la mayor 4 horas y
media, hasta la menor, ya mencionada como la inicial de este segundo día de
recorrido.
En
pocas palabras, el camino se hizo largo y tortuoso (como el título de aquella
hermosa canción de los Beatles), pasamos casi 40 horas montados en el transporte,
algo que se podía haber hecho en casi una tercera parte.
Preguntas sin respuesta de quienes deben.
Lo
primero que me viene a la mente es: ¿Es posible realizar esto de una manera
diferente, que no signifique maltrato para los que se quieran movilizar en el
territorio nacional en la semana flexible? La respuesta es positiva.
Generalmente los que se mueven por estos tipos de vehículos son los mismos
desde el punto de partida, hay otros destinados para recoger en los puntos
intermedios, por lo que, por ejemplo, con una revisión o máximo dos, se puede
comprobar que los tres grandes asuntos a controlar cumplan con lo deseado. Se
puede revisar la legalidad de cada pasajero en el lugar de la partida o un
sitio intermedio, cercano a la salida; igual, en tal puesto se realiza una
revisión de las pertenencias, con lo que se puede comprobar si lleva mercancía
para la venta que no está declarada o narcóticos, para este último hay una
forma expedita: firulais y su extraordinario sentido del olfato.
¿Quiénes
son los perjudicados con estos operativos? El pueblo llano, porque los ricos o
capitalistas, como les encanta llamar los simpatizantes y el cogollito que
usurpa el poder a quienes poseen riqueza monetaria, utilizan medios en los que
se les examina una sola vez.
¿Por
qué se han establecido tantas alcabalas? No puedo negar que aquí entro en la
especulación, mi primera y única respuesta es para “completar” el mísero sueldo
que reciben los GN.
Quiero
narrar una historia que me comentó un conductor. Unos días antes, una persona
fue obligada a beber Cocacola y luego leche, esta combinación provocó una
descompensación, lo que forzó a su traslado a un hospital, allí se le practicó
un lavado, no se encontró lo que se sospechaba, pero si el comentario de un
médico: “un poco más y se nos va” y la tardanza de más de tres horas para que el
autobús continuara su rumbo.
En
resumen, puedo afirmar que esta es una de las diversas formas de castigo que se
tiene contra la población de escasos recursos (como vemos no ha cambiado nada,
a pesar de tanto discurso contrario, sino que han empeorado, donde antes habían
dos alcabalas ahora hay el triple o más). Quizás lo más terrible es la
corrupción generalizada que reina en dicho ente, ejemplo palpable de lo que
sucede en otras esferas, tanto superiores como inferiores.
La
gloriosa y victoriosa GN (ante el pueblo que protesta sin armas) nos muestra sus valores:
vendidas a un poder que maltrata, reprime, tortura, asesina y pare de contar;
unos generales y con seguridad, más arriba, que giran órdenes para perturbar el
libre discurrir de los individuos; un permanente enriquecimiento o completar la quincena a manos de
representantes del pueblo contra el mismo pueblo.
No es
simplemente el tiempo que se pierde de manera irrecuperable, sino el robo que
realizan al más necesitado.
Esta
es un muestra más de los logros de la revolución bonita: mayor corrupción;
hurto de pertenencias o dinero a quienes les ha costado tanto conseguir; un
reguero de alcabalas que tienen como objetivo el maltratar, ya que quienes
padecen ello deben gastar más en el camino, llenan de ansiedad y desespero,
tanto al que se transporta como los que los esperan (debo recordar que venían
de afuera, por lo que no contaban con medios de comunicación); los que iban con
pequeños, intentar contener sus deseos de moverse o manifestar que están
fastidiados; los comentarios naturales era un odio contra los entes represivos
y sus mandamases por tanto abuso del poder, un deseo de regresar para más nunca
volver a pisar a su patria querida...
Dos palabras sintetizan el actuar del alabado cuerpo represivo, por el oficialismo, y quienes están al mando de esta entidad y el país: extorsión y tortura al pueblo.
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