Estando en una reunión dos amigos simpatizantes del
oficialismo en Venezuela expresaron que NINGÚN gobierno había construido
viviendas para sectores populares, NINGÚN presidente había realizado algo como
la Gran Misión Vivienda, yo sólo les pregunté donde se habían criado, uno en
los bloques del Cementerio y el otro en Caricuao, a lo cual repliqué
nuevamente: ¿Entonces, nunca se habían construido viviendas de interés social?
Obnubilados por el discurso, donde la envidia juega un rol importante, niegan
las obras de los que son los adversarios de su militancia o fanatismo, para
sólo señalar un punto de sus expresiones. Su fanatismo es del tipo religión civil,
que desarrollé en el anterior texto.
Es decir, se tiende
a cometer el error de escuchar un discurso y luego, lanzar sin analizar, se
actúa como los MP3, reproducir lo que está grabado hasta el cansancio.
Se compran narrativas, como si fuese un producto adquirido
en un mercado. Como se confía en el producto (les recomiendo leer una artículo
anterior de mi pluma: Confianza y expectativas: dueto económico)¹
no se mira las recomendaciones, ingredientes…
solo se usa.
Lo que describo arriba se da por algo que los sicólogos han
llamado distorsión cognitivas. Explico
lo que ello significa: “Las distorsiones
cognitivas son aquellas maneras erróneas que tenemos de procesar la
información, es decir, malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro
alrededor, generando múltiples consecuencias negativas.” ² Por este motivo,
estos amigos olvidaron sus orígenes, las narrativas adoptadas provocan esas deformaciones
de lo percibido o experimentado.
Otro aspecto a rescatar o
resaltar del primer ensayo es que el fanatismo existe cuando hay una
explicación finalista, no es un medio que se adapta o cambia. Los procesos
pueden variar, las metas no, el fanático no percibe esos pasos intermedios,
sino solo conclusiones, su creencia es la explicación de todo y es única e
irrevocable, no hay medias tintas.
¿Quiénes son presas
fáciles del fanatismo?
Todas aquellas personas que se sienten vulnerables y sin
poder, proyectan esas deficiencias en los que lideran su tribu, en los cuales se endorsa el rol de salvador(es). La vulnerabilidad puede aparecer en un
momento de la vida de alguien: muerte de un ser querido, crisis económica,
pérdida de trabajo, una gran incertidumbre, mezcla de las anteriores…,
posteriormente esta etapa o hecho puede desaparecer, aunque ya el permanecer en
la zona de confort que ha creado el nuevo estado o pertenencia, el pertenecer a
una tribu provoca un costo moral alto abandonarlo, por ello es una decisión
cuesta arriba. El sólo pensar en la pérdida de ese estado, hace brotar el luto.
El cambio, a su vez, es una fuente de angustia y ansiedad. Sucede lo que
Rodolfo Izaguirre expone: “La perplejidad plantea la tensión que una persona siente
cuando se encuentra entre dos opciones y ambas están totalmente sujetas a su
moralidad.”³
Nuval Yoah Harari en un
libro citado en el anterior artículo no señala: “(…) Un orden natural es un orden estable. No hay ninguna
probabilidad de que la gravedad deje de funcionar mañana, aunque la gente deje
de creer en ella. Por el contrario, un orden imaginado se halla siempre en
peligro de desmoronarse, porque depende de mitos, y los mitos se desvanecen
cuando la gente deja de creer en ellos.” 4; es decir, los fanatismos siempre están en la cuerda
floja, en un equilibrio riesgoso.
Sin embargo, cuando la narrativa comienza a
fallar, se utiliza la cultura del miedo y en última instancia el terror para
mantener el control y la feligresía. El terror es aceptado a regañadientes,
pero mientras no se vean claras otras alternativas será la forma de control. Tal
como nos afirma este mismo autor: “(…) Los
ejércitos, las fuerzas policiales, los tribunales y las prisiones trabajan sin
cesar, obligando a la gente a actuar de acuerdo con el orden imaginado.” 5 y nos
culmina, más adelante en este mismo texto diciendo: “(…) un orden imaginado solo puede mantenerse si hay grandes segmentos
de la población (y en particular grandes segmentos de la élite y de las fuerzas
de seguridad) que creen realmente en él.” 6
Porque al final los fanáticos tienen creencias, no ideas
o razonamientos. Las explicaciones están inmersas en un cúmulo de credos y
dogmas.
Se puede superar ese miedo, sí, pero se debe estar
consciente que ello significa salir de esa zona de confort que da la
militancia, sea religiosa (laica o escolástica), es replantearse que les han
vendido la ilusión de un adversario que posiblemente sea un AMIGO, en
mayúscula, porque el mundo en realidad no está hecho de blanco y negro, de enemigos
y aliados, sino de amigos que tienen diferentes puntos de vista. El mundo es
mucho más complejo que un maniqueísmo ideologizado.
Para mejor precisión conceptual lo que he nombrado en el
inicio de esta serie como fanatismo lo voy a identificar así: el de menor
arraigo lo podemos llamar: simpatizante, el de mediano como militante y el
extremo como fanático en sí.
Sintetizando
A manera de conclusión de este grupo de reflexiones en
capítulos he querido demostrar que el fanatismo, para responder a por qué y
cómo necesita una narrativa, ese discurso unificador y justificador de sus
acciones, en el primero. En la segunda entrega presenté como uno de los
sentimientos más importantes en la unificación es la envidia, la cual puede ser
para beneficios de los miembros en su empatía con el afuera o como pegamento
que refuerza su sentido de grupo y ataca el otro. La tercera tuvo como objetivo
mostrar que para el accionar del grupo es necesario algo más que un discurso o
un sentimiento, es explotar el imaginario por medio de un sentir de grupo: la
tribu, donde el todo es más que la suma de sus partes, un conglomerado que
busca medio responder a sus miedos o preguntas sin respuestas, las cuales he
unido bajo el concepto de religión (valga la aclaratoria, se puede pertenecer a
más de una “religión”, como pertenecemos a más de una tribu: la del vecindario,
la de la iglesia, la de los compañeros de trabajo…). En este último he querido
señalar que tanto la narrativa, el sentimiento de envidia, como esa masa de
feligreses comienza a transformar su visión de la realidad, la llamada
distorsión cognitiva.
Como podemos visualizar el rol fundamental del fanatismo es
jugar con los sentimientos, buscar respuestas innatas, explotar lo instintivo o
animal que hay en nosotros.
Quiero aseverar que el último estado del fanático, el
extremo, es el más peligroso, en él las narrativas forjan eso que llaman
distorsión cognitiva en su máxima expresión, es un finalista a ultranza, cuando
habla es para ser eco de lo escuchado por sus partidarios, es un consumidor neto
de la “propaganda” que adentro se genera, su ceguera puede desembocar en
masacres.
Sin embargo, los otros dos niveles no se pueden descartar
porque al sentir “ataques” en alguno de sus aros de identidad van a responder
con similar encono. Ninguno está inmune a participar en actos contrarios a los
que sus principios dictan. Quizás el ejemplo más ilustrativo es el
nacionalismo, los liderazgos saben que la envidia contra el otro manejada de
manera acertada puede hacer que todos esos fanáticos “descarriados” o
medianamente distantes vuelvan al redil al tocar la tecla de una invasión,
entre otras opciones venidas del otro, el “extranjero” o apatrida.
Tal como mencioné en el anterior texto, lo importante es
entender que no hay enemigos dentro de la nación o cualquier otro espacio del
aro de identidad, sino visiones diferentes; que las críticas de esos otros son
valiosas para poder avanzar, muchas veces señalan alternativas, errores,
amplían el espectro de acercamiento…
Por último, he querido demostrar que el fanatismo nutre las
religiones y lo contrario, es un círculo de mutua retroalimentación; como
también que hay religiones en el estricto sentido del término, pero que hay
otros ámbitos no adoradores de divinidades que realizan conductas similares,
que los disparadores son de similar origen, tales como la envidia, sostenida
por narrativas que justifican sus actos y crean el orden imaginado que menciona
HNY y, a su vez perversiones en la forma de asumir la realidad.
Está de cada uno de nosotros el tender puentes y reconstruir
lo destruido, con un fanatismo cercano a
cero y alta empatía. Debemos limpiarnos de la contaminación o entropía que las
narrativas, la envidia, las religiones, en fin, el fanatismo generan en nuestra
vidas; debemos reusar, reciclar y reconstruir nuestras creencias para convivir
mejor.
__________
Notas:
¹ Cruz, Jorge (2020) Confianza y Expectativas: Dueto Económico.
En: www.jorgecruzo.blogspot.com
² La mente es
maravillosa (2019) ¿Qué son las distorsiones cognitivas? 07-01. En:
https://lamenteesmaravillosa.com/que-son-las-distorsiones-cognitivas/
³ Izaguirre, Rodolfo (2020) Incertidumbre.
El Nacional, 14-06. En: https://www.elnacional.com/opinion/incertidumbre/ Revisado el 14-06-2020.
4 Harari, Nuval Yoah (2015) Sapiens,
A Brief History of Human Kind. Vintage Books.
5 Idem
6 Idem