Wednesday, July 8, 2020

Fanatismo religioso y laico (II)


Jorge Cruz, Caracas, 6 de julio de 2020

-¿Viste la nueva camioneta que adquirió Pedro?
-Sí, seguro debe estar en algún guiso, uno de esos negocios sucios.
-No vale, ese ha sido por su trabajo, varias veces lo he ido a visitar y me lo he encontrado con muchos proyectos, algunos andando otros armándolos. Yo he estado cocinando algo también para ver si puedo tener mejores ingresos.

Esa ficticia charla entre dos amigos nos muestras dos tipos de actitudes ante el bien material de otro, son muestras de un sentimiento: envidia.

La envidia puede ser constructiva o destructiva, para el primer caso se intenta imitar o superar al otro; lo contrario es que se intenta denigrar; acosar; quitar lo envidiado, si es un objeto; o eliminar, físicamente.

Que no dicen Wikipedia al respecto:
 “En el ámbito del psicoanálisis la envidia es definida como un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseído por otro. La envidia daña la capacidad de gozar y de apreciar lo que posee uno mismo. Es el factor más importante del socavamiento de los sentimientos de amor, ternura o gratitud. La envidia es un sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseado por el individuo envidioso, quien tiene el impulso de quitárselo o dañarlo.”

“(… ) la envidia, según la psicología evolucionista, sería una emoción que nos motiva a mejorar, y de ahí su lógica en el mejoramiento de la evolución  Así se entiende que la comparación social juega un papel fundamental en la manera en que nos percibimos a nosotros mismos.”

“(…) Tristeza o pesar del bien ajeno.”

“De acuerdo a la primera definición, la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. De acuerdo a esta definición lo que no le agrada al envidioso no es tanto algún objeto en particular que un tercero pueda tener sino la felicidad en ese otro. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.” ¹

Como podemos ver, este sentimiento está casi a flor de piel, siempre tendemos a compararnos y al percibir diferencias, deseamos lo que el otro posee, ya sea su capacidad intelectual, física para el deporte, manual para manipular o crear objetos, monetaria, recursos (territorio, aguas, minerales…), entre otros;  es sentirse desvalido ante las potencialidades y habilidades que tiene el objeto que tomamos como espejo para medirnos, por tal motivo emergen diversos tipos de sentimientos y conductas.

Por otro lado, la envidia es un arma que los líderes manejan a su antojo, les sirve para buscar aliados o crear “enemigos”, para formar una grey y perseguir o saquear al “contrincante”o, en un sentido positivo, producir nuevas metas y logros. En pocas palabras, un líder es exitoso en la medida que sepa manipular la envidia de sus súbditos, puede ser utilizada en los dos sentidos señalados, un buen gerente saca lo mejor de los que tiene a cargo, generando una competencia sana.

En acción…

Envidiamos al exitoso, al que podemos tildar de corrupto o explotador, cuando vemos por el lente de lo destructivo. Este tipo de actitud está muy presente en los partidos políticos, iglesias, partidario de un deporte y en el grupo de fobias relacionadas a los que pertenecemos a la misma especie, aunque diferentes, tales como: xenofobia, homofobia, aporofobia, entre otras.

Generalmente tiene un carácter agresivo contra el envidiado o lo envidiado del otro, puede ser pasiva hasta que hay un disparador o catalizador, desde ese momento puede pasar de acciones “suaves”, como burlas, aunque algunas veces no se puede considerar como suave el ataque verbal, hasta el odio y desprecio que genera actividades físicas como destrucción de propiedades u objetos, robo, expropiación o invasión (las propiedades pueden ser terrenos de siembra, edificaciones de viviendas, galpones dedicados a la producción o incluso cosas menores como un bolígrafo, libro, ropa, utensilios, equipos, etc.) y el caso extremo que es la desaparición física del envidiado.

Aquí aparece un sentimiento poco amigable: odio. Si además, existe impunidad por parte de los que deberían legislar, los resultados pueden ser graduales o finales; de suave, puede saltar rápidamente a violencia. La impunidad es un gran alimento para la envidia y el odio, el sentirse alguien con poder para determinar los objetivos o rutas de otra persona y sin que tenga que rendir cuentas ante nadie, es una mezcla peligrosa, que, en muchos casos, concluye con el asesinato. La más sanguinaria de las opciones.

Tengo que aclarar que muchas veces pareciera que fuera otro el motivo, pero si analizamos a profundidad el origen de tales conductas nos lleva a la envidia como la fuente. De forma natural, siempre tendemos a comparar y en ese proceso puede aparecer la frustración de no ser similar o superior al otro, por lo cual se puede transformar en resentimiento, si es alimentado por discursos anti x.

Ya señalé arriba que también puede ser una actitud positiva, como la barra que debemos superar con mucho entrenamiento y un buen salto.

En el área de gerencia se tiene un término de origen idiomático inglés, benchmarking, que pudiera traducir como tener como faro el mejor en el área en el cual se desempeña una corporación para mejorar el logro, que pudiera ser para alcanzar un estándar de igual medida o por encima de la misma.

En pocas palabras, en este caso nos encontramos con dos términos: reto para superar la situación actual, mediante sus propias habilidades y capacidades y competencia, ese deseo de emular para superar al otro.

Resumiendo, la envidia puede ser un arma que permite destruir o una herramienta para erigir. El uso por los líderes, especialmente los políticos, es hacia lo destructivo, hay que dividir para reinar, tal como ha expuesto Maquiavelo en su famoso libro El Príncipe. Por ello, tenemos que realizar una introspección para determinar nuestras conductas hacia los otros, indagarnos porque tanta intolerancia hacia el otro.

Solo cuando lleguemos a descubrir el origen de nuestra envidia, podemos redirigirla y comenzar un nuevo rumbo que sea para el crecimiento, ser similares o mejores que nuestros maestros o guías.

Dejamos, además, de ser los borregos que seguimos fielmente a la masa y a los líderes podemos ponerlos en su sitio o luchar por cambiar el rumbo.

En ese día Pedro sólo será una meta a alcanzar.
__________

² Maquiavelo, Nicolás (1999) El Príncipe. El Aleph.com. En: https://mega.nz/file/PYcTABxa#rnXqmWAGWMw6SCYlKUGLESRFuxB5lAxXJofH6g34nWY 

2 comments:

  1. La mejor es la envidia sana,aquella que nos impulsa a superarnos.

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  2. Ciertamente, pero la otra es utilizada por sus beneficios para los que lideran, lamentablemente.

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