Saturday, May 15, 2010

LA CULPA NO ES DEL TOMATE

Jorge Cruz O.
Caracas, 14 de mayo de 2010
Una de las grandes “virtudes” del venezolano es actuar como San Juan, cualquier accidente que provocamos levantamos el dedo para señalar a otro. Porque la culpa es del tomate.
Que quiero decir con el tomate. Si yo tengo una planta procesadora de pasta de tomate, lo primero que debo tener claro es el abastecimiento del necesitado fruto. Como el tomate es muy sensible a las lluvias, en el país la mayor cosecha se concentra en los meses de enero a mayo, luego viene otra que es más cara, de invernaderos. Como mi planta debe producir todo el año y con los precios más económicos, yo debo planificar mi producción, adquirir la mayor cantidad para los primeros meses del año y luego envasar en los meses subsiguientes. Si mi empresa se desabastece de dicho vegetal, la culpa es mía no del tomate.
Con diversos aspectos del país a sucedido esto: como vamos viendo vamos haciendo.
El primer caso es la electricidad. Lo primero que hizo el gobierno fue culpar al fenómeno El Niño. Esta “anomalía” climática tiene una regularidad entre tres y siete años, es altamente conocida y estudiada. Si fue culpable la naturaleza porque se corrió tardíamente a comprar lo que se debió hacer antes. Si por escasez de lluvia me quedo sin luz y/o agua no debemos culpar a la naturaleza. No es el tomate.
El siguiente es lo sucedido el dólar y su control. No soy economista, pero mi sentido común me dice si yo tengo algún dinero que puedo ahorrar, no lo debo hacer en el país porque las tasas de interés que puedo obtener serán por debajo de la inflación, lo que significa que mi dinero se hace menor; entonces busco una moneda más estable. Si a esto le agregamos la inestabilidad de que algún día me pueden quitar lo mío. Lo que el gobierno debe hacer es disminuir la inflación y respetar la propiedad privada, para que yo recupere la confianza; pues la culpa no es del tomate.
Yo sé que este caso tiene otros ingredientes, si deseo tener unas vacaciones tranquilas (sin inseguridad) y con un gasto moderado, los destinos foráneos me ofrecen paquetes con precios menores o igual de económicos que los locales y mayor paz, yo no lo pienso dos veces, ya sé cual es la opción que tomaré. Mientras no disminuya la inseguridad y los precios nuestros sean competitivos buscaré otros aires.
Otro punto del mismo caso, la producción no ha crecido, sino lo contrario, lo cual nos ha obligado a tener una importación creciente, si el ente que los autoriza no dota de los verdes necesarios, el comerciante buscará la forma de tenerlos, sean regulados o no. Todos ellos apuntan a que la demanda de dólares no se parará con acusar a las agencias intermediarias o intentar controlar por vías punitivas. Se creará un mercado negro oculto. Yo recuerdo mucho a amigos de los países de Europa Oriental que conocí en los años setenta y ochenta y sus narraciones de cómo se evadía los controles, era un contrabando impresionante a pesar de tanta militarización. Se crearán mafias y no será por culpa del tomate.
Otro más, la producción nacional no ha despegado, ni siquiera con la devaluación a principios de este año 2010, que nos alegaron que una de las razones era exactamente el impulso de ella. Pongo un ejemplo, Mercal desde su creación en el año 2004 (hace seis años) ha estado importando pollo. Uno se pregunta ¿Por qué no ha sido sustituido aún por aves nacionales? No es una inversión que requiera de mucho tiempo para ser productiva porque los pollos a los dos meses son descuartizados. ¿Cuál es la verdadera razón? No es del tomate.
El caso contrario al anterior es que un gobierno que se autotitula de socialista ha dado tanto impulso a un artículo que es el símbolo de la privacidad capitalista: el automóvil. Primero fue con el programa Venezuela Móvil y posteriormente con diversos convenios para traer vehículos económicos. Son contradicciones que no entiendo, pero estoy claro que la culpa no es del tomate.
El siguiente es la minería. Este no es un problema nuevo donde la falta de gobierno ha permitido su crecimiento descontrolado. Yo he estado en contacto con esta depredadora actividad desde hace varias décadas. He visto en primera fila varios de los diversos operativos o “planes” para su erradicación o legalidad. Lo primero que debo aclarar es que esta es una actividad económica que genera empleo e ingresos, a pesar de la ilegalidad y el daño ambiental que producen; por lo tanto, la manera de acabar con ella, es antes que siga creciendo, sustituyéndola con otra actividad que produzca ingreso, sino similares por lo menos que permita la supervivencia, no se puede crear un vacio porque el resultado es la ilegalidad y corrupción. Por ejemplo, en el Caura, desde hace más de cuatro años los indígenas Ye’kwana han denunciado la misma. Me pregunto ¿por qué se tardó tanto en actuar? Sin embargo, el ejercito, nuevo encargado de proteger la zona, ha creado un espacio para la corrupción. Quien ha visto un monitor, que se utiliza para la lavar y arrasar con bosques, sabe que es imposible que por su tamaño pase desapercibido. La coima es lo que ha reinado, es como un salario paralelo que se hace a ciertos funcionarios por parte de los que están en el poder, para que se mantengan fieles. Entonces, la culpa no es del tomate.
Mi próximo tema es convenios. Yo no tengo la cuenta de los cientos (posiblemente cercano a los miles) de convenios que se han firmado con naciones amigas para impulsar el país en vivienda, construcción de líneas férreas, instalación de empresas, apoyo a la actividad agropecuaria, entre otras; lo más triste de la historia es que luego de esos costosos viajes o recepciones pocos son los que tiene frutos reales. Nuevamente, la culpa no es del tomate.
Nosotros los humanos hemos necesitado de jerarquías para poder organizarnos como animales sociales, pero a su vez quienes están en el poder tiene que ser supervisados para evitar la tiranía, es la manera como se pueden autocontrolar las estructuras organizativas. Recuerdo que hace un tiempo atrás leí a una articulista que se asombraba de la imagen de soledad que transmitía el presidente cuando manifestaba que el problema eléctrico era grave. Yo me pregunto, si un presidente no tiene entes que lo supervisen, que pidan cuentas por los presupuestos paralelos, por los resultados de los convenios; sino por el contrario corren a cumplir la orden (idea) que el presidente tiene y luego, si él aparece como un guerrero derrotado y abandonado no podemos culpar al tomate.
Por último, la aplicabilidad de las leyes. Una de nuestras debilidades es crear leyes para todo, pero que en general adolecen de un ingrediente principal: su aplicación. Con la Constitución vigente se generó un espacio para conocerla y discutirla, sin embargo ese conocimiento nos lleva a saber que el gobierno se ha burlado de ella. Por ejemplo, las leyes ahora tiene un adjetivo que no está contemplado en la misma: socialismo. Mis padres me enseñaron que no es con la palabra que se enseña sino especialmente con el ejemplo, si el gobierno marca la pauta de la ilegalidad que se puede esperar del resto. Te absuelvo tomate, no eres el culpable.
La falta de civismo es una de las pautas que con el pasar de los años se ha enraizado de una manera insoportable. No se respetan ni siquiera las normas más simples, como detenerse en una luz en rojo, en la noche tenemos la excusa de la inseguridad y en el día por ser un reflejo condicionado o viveza, se ha convertido en norma. La respuesta fácil es necesitamos una campaña de educación; pero la realidad nos ha demostrado que cuando se hace cumplir la ley las cosas cambian, el ejemplo es lo que sucedió hace meses en la Av. Baralt, comenzó a circular con mayor velocidad al disponer vigilantes. Podemos seguir culpando al tomate, pero él es inocente.
Mientras continuemos señalando al carnoso, jugoso y rojo vegetal, como la causa de nuestros males o justifiquemos que se necesita más educación, o como decía Cantinflas: “falta de ignorancia”, andaremos por el camino que nos ha estado conduciendo cuesta abajo; porque aquí lo que sucede es por abundancia de gobierno.

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