Saturday, May 15, 2010

HISTORIA DE UNA INTOLERANCIA

Caracas, 4 de diciembre de 2009
En el año 2005, si mal no recuerdo, en una fenecida revista, Edgardo Lander hacia un análisis del gobierno de Chávez que era esclarecedor en aquel momento y mucho más ahora.
Allí él afirmaba que el presidente tenía un proyecto político bastante claro, pero no así el económico, no había un proyecto de desarrollo de país.
Hoy día es evidente que aún después de casi 11 años en el poder se continúa sin proyecto. Es lamentable porque siempre la cuerda se revienta por la parte más débil, los sectores de menores recursos.
Voy a hacer un rápido vuelo desde la subida al poder en el año 1999 hasta nuestros días.
Un inicio supuestamente promisorio
En diciembre de 1998 Chávez gana la presidencia con un respaldo de un 62% de los que ejercieron el voto. Llega al poder al tomar banderas de muchas de las necesidades sentidas y no satisfechas: inseguridad, crisis económica, desempleo, derechos humanos (indígenas entre ellos); aunque muy especialmente, incomunicación con los sectores del poder, los partidos políticos. Mucho de esto se sintetizaba en una nueva constitución para la nación.
Fueron inicios muy esperanzadores. Por un lado, se comienza el proceso que lleva a una nueva Constitución, una nueva identidad de país; aunque, valga recordarlo, Chávez dio muestra de intolerancia en algunos de los temas allí recogidos, los impuso por que le dio la gana y punto, no hay mayor discusión al respecto. También habló de freír la cabeza de los dirigentes políticos de los partidos caídos en desgracia.
Por el otro, no había claridad hacia donde se iba en lo económico, el presidente dijo que seguía los principios de “la tercera vía”, muy popular por el entonces primer ministro británico Tony Blair.
En pocas palabras, había deseos de cambios, de solidaridad con los sectores de menos recursos, pero sin líneas claras. Lo anterior hace que grupos de mucho poder económico y sectores medios que se siente desplazados, empiecen a radicalizarse, que culmina con el golpe de Estado en el año 2002.
Este año marca un viraje en Chávez, se radicaliza en su discurso e intolerancia, esto hace que desde la otra acera también se haga una confrontación mayor, esta ola en crescendo culmina con el paro petrolero. Donde se acrecienta el maniqueísmo, dos bandos enfrentados en términos políticos, sin ninguna propuesta de desarrollo.
La guinda se da con el primer revocatorio del presidente en ejercicio que culmina con la derrota de la oposición al mismo. Allí se culmina la sentencia del juego suma cero: el ganador toma todo. Gana gracias a unas propuestas que eran paños calientes para solventar las necesidades de buena parte de la población: Misiones. Ellas encierran en si el rumbo de los años subsiguientes.
Engolosinado con el éxito de las misiones se crean más, es un experimentar permanente, pero sin un norte de país. Ellas van a intentar destruir las estructuras existentes de forma paralela, pero al final terminan siendo absorbidas y con gastos inmensos que nunca tenían un control de ejecución y menos aún de evaluación de resultados.
El discurso político tiene una cara diferente: Socialismo de Siglo XXI.
En lo relacionado al desarrollo también se experimenta, hay proyectos, propuestas que así como aparecen desaparecen: Fundos Zamoranos, gallineros verticales, hidroponía, cooperativas, empresas de producción social, cogestión empresarial, núcleos endógenos, entre otros; es un ir y venir de ideas, de experimentos que tienen un solo sello: despilfarro de recursos. Como lo dijo el analista político Fausto Masó: el presidente ha construido el socialismo que el petróleo le ha permitido.
A lo largo de todo este proceso, hay un cambio en el destino político, de intentar buscar solución a gran parte de la población a mantenerse en el poder. Todo ello amparado en un principio: sin no tengo contendores reino para siempre. Lo más patético lo expresó José Vicente Rangel, siendo vicepresidente: no hay una oposición seria; es decir, tiene que haber una oposición que cumpla con lo que el gobierno consideran debe ser.
En pocas palabras, la intolerancia por parte del gobierno crece, la lista de Tacón y su versión refinada Maisanta son aplicada verticalmente, se le niega trabajo, contrato o cualquier relación con entes del Estado, a todo aquel que haya manifestado rechazo a la línea política del presidente (en algunos casos son políticas, pero en otros de políticas públicas, de cómo se estaban haciendo las cosas).
El socialismo permitió defenestrar o estigmatizar a cualquier contrincante: capitalista u oligarca. Sin importar el grado de crítica o sus propuestas, solamente se descalifica. Lo que dice el presidente se ejecuta, es la verdad.
El resultado de ello es la profunda crisis que estamos viviendo, como nunca hubo una línea clara del destino del país, poco a poco se fueron acumulando los desatinos y al bajar los ingresos petroleros se ven mucho más abiertamente las costuras.
A pesar que se cacareó de una soberanía alimentaria, nunca en historia del país estamos dependiendo de la importación de los alimentos de la cesta básica como ahora: más de un 80%. Pasamos de ser exportadores a importadores de rubros como: café, arroz, chocolate, cítricos, entre otros; de algunos incrementamos las cantidades: azúcar, pollo, carne, leche, maíz, atún enlatado, y de otros simplemente aumentaron porque no se producen, pero si se han incrementado su consumo en detrimento de otros productos de producción nacional: trigo. 11 años en el poder y el país solo ve como meta un barranco.
Eso es en el área agrícola, pero si revisamos otros aspectos el esquema es similar. El Ministerio del Ambiente, el año pasado dejó de ejecutar cerca de un 25% de su presupuesto, lo que significa que para este año se le calculó la asignación en basados en el 75%, pero el ajuste que se hizo a principios de año, por la caída de los precios del petróleo, también toco las puertas del ministerio y a casi finalizar el año se habla de una ejecución cercana al 70%. En pocas palabras, hay una desinversión en este sector. Parte de la culpa la tiene la intolerancia, no se contrata empresa que pertenezca o tenga en sus filas personas que aparecen en la “Lista Tascón”.
En infraestructura la historia se repite. Voy a señalar transporte, es rápida sin muchos detalles ni un agotamiento del tema. Por ejemplo, el metro de Caracas tuvo en el año 2006 la inauguración de dos líneas o extensiones: Líneas 2 y 4. Ambas se inauguraron a medias, pero era necesario por la inminente elección presidencial de ese año. Hoy en la línea dos, que debió contar con cuatro nuevas estaciones, solo fue inaugurada una, para la conexión al tren de los Valles del Tuy, tres años después se menciona que serán abiertas las otras tres. El metrocable para San Agustín del Sur ha sido anunciado su puesta en servicio por varias ocasiones, la última fue previo a las elecciones de alcaldes y gobernadores, aún espera por su funcionamiento al público. El tren Acarigua- Puerto Cabello tiene más de cinco años en el mismo estado, la conexión con Tejería, tiene retrasos sustanciales, esta es apenas una pequeña muestra. En Caracas no se ha construido ninguna nueva vía, una solución al transporte público, Buscaracas estuvo en estudio por más de tres años (el alcalde de aquel entonces Bernal, lo mencionaba en eventos) comenzó su construcción en el último año en el poder y se paralizó a su salida.
Como se puede notar, muchos proyectos iniciados pocos concluidos, mucha intolerancia, un futuro incierto (no he tocado la crisis financiera, ni la corrupción galopante). Un despilfarro de los mayores ingresos petroleros que ha tenido la historia del país, por casi ocho años consecutivos, un endeudamiento (del país y de PDVSA) con muchos ceros a la derecha.
Algunos alegaran que este ha sido un gobierno que ha beneficiado a los desposeídos, esto es parcialmente cierto, Carlos Andrés Pérez, en otro de las mejores época de precios del petróleo, impuso la política de pleno empleo que llevó a casi cero el desempleo (mucho improductivo, es cierto); pero también fue uno de los gobierno que empeño al país de una manera bestial, en ello también se parecen. Se diferencian que CAP impulsó una industria que estaba basada en la exportación de materia prima poco tratada y la disidencia era parcialmente tolerada, aunque perseguida de manera más brutal, física; este gobierno no tiene eso: no hay un modelo o modelos a seguir. Solamente intolerancia, la persecución es económica, pero también hay otros como supuestos casos legales (hay líderes indígenas acusados de corrupción sin base) o incluso política.
Para finalizar, la crisis que estamos padeciendo no es por culpa del imperialismo o saboteo de la oposición, es el resultado de no tener rumbo, de un estadista que no cumple su función, pero especialmente por el clima de terror que se ha generado con la intolerancia, que tiene su mayor expresión en esa confusión “no planificada” de Estado y gobierno.

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