Jorge Cruz O.
Caracas, 17 de abril de 2010
Una regla de las matemáticas nos dice que si a una cantidad le quitamos unas unidades el resultado es menor. Venezuela vive restando.
Hace poco vi, por iniciativa de una joven vecina y apoyada por el Consejo Comunal del cual soy vocero, la película Invictus. Varias lecturas surgieron de allí, pero mi interés es básicamente rescatar una de las subtramas que se pueden percibir: Sudáfrica era otra nación más, al momento de asumir el poder Mandela; en nuestros días esa nación es la economía más poderosa de África y una de las 5 potencias emergentes a nivel mundial.
A la par de ir construyendo una estrategia para unir al país, la película menciona reuniones con diferentes naciones. Esta es la visión de un líder, sumar en todos los frentes posibles.
En nuestra república sucede lo contrario. Desde esa irresponsable consigna: “si no te gusta vete del país” hasta la lista Tascón.
Migrar no es una decisión sencilla, sino todo lo contrario, es dejar atrás toda una experiencia de vida, por un futuro incierto. Sin embargo, la fuga de cerebros (personas de alta calificación) o simple mano de obra con gran experiencia desde Venezuela ha llamado mucho la atención en otros destinos. Hace un año Newsweek le dedicó un espacio. Se habla de cerca al millón de personas, muchas de ellas con grandes capacidades, habilidades y formación. Para sólo poner un ejemplo, en Colombia la empresa de petróleo más exitosa es Pacific Rubiales, una empresa Canadiense que en el año 2009 logró duplicar la producción: más de 125.000 barriles de petróleo por día y 60 millones de pies cúbicos de gas diarios, su tren ejecutivo está integrado casi totalmente por venezolanos.
Esta es una sangría que estamos padeciendo. Por un lado, se marchan personas que fueron formadas y entrenadas en el país; es decir, el Estado invirtió recursos para elevar y llegar a sus capacidades actuales. Cada una de esas personas posiblemente significan cientos de dólares que se dispusieron para su educación, si los multiplicamos por el número dado, estamos hablando de cientos de millones de dólares que se esfumaron, sin sumar la riqueza que están produciendo en otro país.
Por otro lado, se ha perdido un capital humano que pudiera ser valioso para el desarrollo del país. Restar da como resultado menos.
Esto me lleva a otro punto, muchos individuos con experiencia, por ejemplo, gerencial se han ido. Un gerente debe combinar al menos dos habilidades: visión de futuro y saber administrar el presente. Este es un proceso que requiere de formación. Una de las experiencias más dolorosa y costosas en los últimos años han sido las cooperativas. Se asumió que con unos talleres y un diploma se tenían personal capacitado para operarlas. La realidad nos golpeó en la cara, de miles se pasó a unos pocos cientos que aún funcionan.
Es que no aprendemos, en los años 80 el CENDES realizó un estudio sobre las cooperativas agrícolas que se crearon durante la Reforma Agraria, los números son escalofriantes (mi memoria me traiciona ahora) de mil y tantas fundadas solamente unas pocas, que se podían contar con los dedos de una mano, existían. Hemos disminuido nuestro cuerpo de gerentes y por esta razón notamos la improvisación permanente en la cual vivimos, tampoco han funcionado las empresa reconvertidas en cogestión o propiedad de los trabajadores. Una cosa es querer y otra poder. Los gerentes tienen que aprender haciendo, especialmente los que lo hacen desde niños; por ello es una política en muchos lugares del mundo que a un emprendedor se le capacita y luego supervisa por uno o dos años, para que aprenda haciendo.
Lo peor de esta línea es que se ponen en cargos directivos a quienes se consideran militantes del PSUV y no a los más idóneos. Los resultados ya los sabemos: improvisación, despilfarro de recursos económicos, naturales y humanos.
Otro aspecto que resta es el discurso divisionista y guerrerista, que nos ha hecho pasar de una exclusión clasista a una partidista, estaremos restado, nuestra economía seguirá dando tumbos cuesta abajo y nuestra calidad de vida no tendrá un punto de retorno o mejoría.
Yo aún no entiendo como una persona que pudo estar nuevamente en libertad por el perdón, no pueda entender que se debe sumar para crecer.
Además, generalmente se acusa a factores golpistas de ser los culpables de esta intolerancia, pero no hemos revisado que quien primero rompió el pacto o los caminos de la Constitución fue el presidente.
Si miramos hacia atrás para indagar cuándo surgen los primeros malestares de ciertos grupos de la oposición, notaremos que fue con las primeras leyes habilitantes. Allí se obvió uno de los acuerdo de la Constitución: este sería un gobierno participativo y protagónico, pues la habilitación es una vía para evadir el protagonismo y la participación, la discusión en la Asamblea Nacional.
Una ruptura del pacto llevó a otras posiciones peores, más anticonstitucionales: el golpe o el paro.
Desde entonces hemos continuado restando, algunas veces la oposición, anquen generalmente el presidente y sus partidarios. Es una senda que ha conducido a la separación entre familias o amigos, la ansiedad y malestar, la intolerancia, la violencia…
En resumen, hemos estado restando, hemos creado un batallón de asilados políticos-económicos que están prestando sus habilidades a otras naciones, hemos pasado de una exclusión a otra (por ello he dicho que este es un socialismo para los panas: los boliburgueses y camaradas rojos rojitos), no se ha perdonando sino por el contrario el discurso y la persecución es cada vez más agresiva; con el agravante de pasar de una situación de exclusión aritmética a una exponencial: no hemos acabado con las brechas de clase social y se suma la profesional, la de productores exitosos, entre otras.
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