Sunday, January 31, 2016

Tender puentes y no la ponzoña



El contacto con los biólogos me ha enseñado mucho, entre ello he aprendido que TODOS somos segregacionistas instintivamente (me incluyo en ello), tendemos a buscar o reunirnos con los similares y señalar al otro. Unos ejemplos que he utilizado muchas otras veces sirven para ilustrar lo afirmado: un gorila albino en la naturaleza no sobrevive, como animal social (viven en grupos) es aislado y condenado a la muerte, los perros y gatos pelean porque conviven en el mismo espacio y son diferentes, no es por predación, para servir de alimento uno al otro. En todas las comunidades indígenas que he tenido contacto tienen esas variantes: ellos son los hombres o humanos y el resto son los extranjeros, los otros.
¡Claro! ¡Existe la educación! La cual permite que podamos suavizar, más no eliminar, esas conductas innatas; en casa podemos criar gatos y perros, no siempre es exitoso, pero pueden mantener una amistad cuando da resultados. En cambio, yo conocí el caso, de dos perros rotwailer machos que se criaron juntos, al llegar a la adultez no podían compartir áreas, tenían que tener barreras que los separaran.
También ese comportamiento lo podemos ver en quienes defienden ardorosamente algún sector o grupo humano, su discurso es segregacionista, supuestamente por buscar o proteger a uno minoritario, excluido o explotado o lo contrario; ya sea oriental contra el central, negro contra blanco, realmadrirista contra barcelonista, venezolano contra colombiano, chavista contra oposicionista y así por el estilo.
La política, el arte de negociar con el otro para poder convivir, no es ajeno a ello, especialmente cuando hay fanatismo o, su grado extremo, polarización.
Por ello me resulta ingenuo, insensato o poco serio el querer utilizar esta actitud como bandera, entre más lo utilices más das armas al contrario y a tus seguidores, la violencia (aunque sea verbal) solo crea más violencia y de allí a la física (con muerte en su ruta) solo hay un paso.
Si realmente queremos que las cosas cambien para la convivencia, si queremos reducir la intolerancia, no es echando más leña al fuego como se apaga. El silencio es de sabios, generalmente es preferible sepultar una matriz de opinión para que ella muera de mengua.

Monday, January 18, 2016

La injusticia de un Precio Justo

Recientemente estuve hablando con un amigo importador de diversos artículos, entre ellos zapatos.
Me comentaba de como el PRECIO JUSTO es una injusticia realmente.
 
Dos datos importantes me sañaló: el precio al que compro depende de la cantidad de un modelo, no es lo mismo 100 mil pares que 1 millón, este último sale más económico.
 
El otro, se tiene que pagar al momento de la compra en dólares, por ser artículos que no están regulados ni aparecen en niguna lista tiene que apelar al dólar paralelo.
 
Luego me explicó que el Precio Justo, que el gobierno "decreta" es en función del importador de mayor volumen, es decir, ya comienzan a reducirse sus ganancias.
 
Mientras llega el embarque a puertos venezolanos pueden pasar tres meses (por la preparación de la mercancía, despacho y tiempo que tarda en altamar), posteriormente pueden pasar de tres a cinco meses para que finalmente salga del puerto. En pocas palabras, pueden pasar hasta 8 meses que realizó un pago que del que no ha recibido un solo bolívar.
 
Finalmente tiene la mercancía, que pueden pasar otros meses más para venderla, hasta un año o más.
Pero a todo ello se agrega otro problema, del embarque de zapatos, los detallistas solicitan los de mayor demanda, por ejemplo para damas, tamaños entre 35 y 38, lo que hace que se le queda un lote de mercancía fría, que generalmente tiene que rematar aún por debajo de su costo inicial.
 
En resumen: Al aplicarse el Precio Justo tomando como referencia al mayor mayorista y de precio menor, pierde; su inversión puede tardar hasta un año para poder recuperarla (con una inflación de por medio que hace que su inversión se vea afectada por ella, en especial con la abultada del país) y, por útlimo, pierde al tener que rematar mercancía, para poder al menos recuperar algo.
 
Como vemos, la política del gobierno beneficia a los más poderosos (mayoristas de mayor peso); condena a todos los comerciantes a mantener un precio que puede haber sido aplicado un año antes, sin tomar en consideración que la inflación también afecta a la mercancía que está fría; al reducir los porcentajes de ganacia de 30% a 20%, aumenta lo riesgos de pérdida por lo antes señalado.

Lo peor de todo, es que el gobierno con tantos controles ha generado una cadena de gestores o alcabalas que piden coimas para adelatar el puesto en la línea de conteiners, para tramitar los papeles, para poder sacar del puerto, luego en la carretera, por parte de lo GN para no molestarlos a su paso, entre otros. Este es un costo que no está includio en la formación del Precio Justo y que debe asumir el imporador.
 
Si aplicaramos estos pasos a productos perecederos, como alimentos, medicinas y productos químicos, notamos que hay una huida por lo poco o nulo rentable.
 
Por ello el Precio Justo termina castigando al pueblo, por un lado saca del juego a importadores pequeños (capitalismo del duro); cada vez son menos los que desean invertir al ver que pueden perder por los márgenes de ganacias tan pequeños y todos los riesgos asociados; al reducirse la oferta, se incrementan los precios porque surge el mercado paralelo de artículos y las colas crecen.
 
No es entonces que el Precio Justo sea la solución, es una de las causas del desabatecimiento, de las colas, del mercado paralelo (mal llamado bachaqueros), de la salida del juego de importadores de menor peso (limpieza que hace el capitalismo cada cierto tiempo) y de que la oferta sea reucida, que nos ha llevado a esa Deseperaza Aprendida: esto es lo que hay.
 
La única guerra que existe es la que el gobierno nos está aplicando con el Precio Justo.

Saturday, January 16, 2016

¡Demócrata si, talibanes no!



Muchas veces o generalmente nos guiamos por los estereotipos sin mirar mucho más allá. Nos quedamos en la cornisa, detallar las columnas y mucho menos la fachada.

Tengo una anécdota. Hace muchos años unos amigos me invitaron a participar de una actividad de extensión de la Facultad de Odontología, ellos iban para Chuao, Aragua, a realizar una jornada de su especialidad con todos lo que quisieran ser “jurungados” en su boca de forma gratuita, era un grupo que tenía pocos años de andanza y estaban extendiendo sus acciones a comunidades a lo largo del país; como tenían sus tropiezos con comunidades, surgió la iniciativa interna de pedir asesoría a antropólogos. Yo acepté el convite con agrado.

El profesor coordinador del grupo, de manera deliberada, me mandó a unirme en el vehículo del subgrupo que se había opuesto a la participación externa. El viaje de Caracas a Puerto Colombia (Choroní) fue poco amistoso.  Creo que si me dirigieron la palabra dos veces, por varias horas, es mucho.

Llegamos a pueblo de Chuao, allí tuvimos una charla sobre el pueblo y sobre el trato con y de la comunidad. 

Algunas de las cosas que les comunicamos y advertimos que podrían suceder, sucedieron (no recuerdo los detalles), lo interesante fue el cambio de actitud de las personas que fueron mis acompañantes de ruta terrestre, querían saber más sobre la comunidad, demostrando con ello que un nuevo mundo se abría a sus pies, que cada especialista tiene importancia para lograr objetivos comunes y que no debes juzgar, por las apariencias (la de un hippy, mi persona). Me pidieron encarecidamente que regresara con ellos.

Toda esta larga perorata es porque tengo que confesar que Henry Ramos Allup siempre lo vi como un adeco más, esos que son amigos, pero si los puedo evitar mejor. 

En su alocución de cierre a la Memoria y Cuenta del presidente dijo varias cosas que me hacen valorarlo como un DEMOCRATA, principio que yo tengo en alta estima e intento practicar al máximo.

Él señaló que antes del golpe del 2002 advirtió que se estaba fraguando, que esta información le llegó a Chávez, quien la desechó por venir de un adeco. 

En pocas palabras, él dijo: No me tilden de golpista porque no lo soy, algo que reafirmó posteriormente en su intervención, cuando volvió a corroborar que los militares deben estar en el cuartel y los civiles en el poder.

De allí que sus llamados al debate debemos tomarlos como reales, que provienen de un hombre que cree en ellos, por ello mismo felicitó por el nombramiento de Aristóbulo Istúriz, persona negociadora, que cree también en el debate.

Quiero decir con ello que este fue un duro golpe para los intolerantes, fanáticos que piden por el rodar de cabezas. No es con la inquisición como saldremos de este “hueco”, no es señalando y acusando solo por vestir un color diferente que el país se recuperará, con estigmas y menos aún con eslóganes que podremos enrumbarnos. Se necesita escuchar al otro (algo que se ha perdido en el camino, que, especialmente los oficialistas practican, incluso dentro de sus propias filas, la cacería de brujas o el etiquetar ha sido algo permanente y excluyente); necesitamos sumar fuerzas, empujar todos en un mismo sentido o por lo menos la mayoría; debemos reconocer que el rumbo del país está perdido; que el modelo rentístico que se arreció bajo este gobierno, dependemos casi exclusivamente de la renta petrolera y un poco de los impuestos, porque acabamos con la producción nacional y como consecuencia con la exportación de productos diferentes al petróleo, es inviable; tenemos que entender que no ha habido una revolución sino el recrudecimiento de un capitalismo rentista.
El país necesita de demócratas en todo el sentido de la palabra y no de intolerantes talibanes.

Thursday, January 14, 2016

Salas sin luz



Jorge Cruz, Caracas 8 de Enero de 2016

Primero que todo quiero aclarar que no soy economista, simplemente voy a hacer este atrevimiento porque el ministro de economía recién nombrado tampoco lo es, él es sociólogo, algo muy emparentado con mi grado académico. Yo me dije, si él puede elucubrar sobre economía, pues yo también.

No puedo negar que al leer sus escritos me sentí que era ciencia-ficción científica sobre economía, que el grado de realidad es escaso. Me lo dice mi sentido común y lo poco que he estudiado en esa área: en pregrado y posgrado.

Voy a comenzar por analizar su folleto: “22 Claves para entender y combatir la guerra económica”.
En la clave 1 nos dice: “La inflación no es una distorsión de los mercados. Es una operación de transferencia de los ingresos y de la riqueza social desde un(os) sector(res) de la población hacia otro(s) por la vía del aumento de los precios. En lo fundamental, esta transferencia se produce desde los asalariados hacia los empresarios, pero también desde una fracción del empresariado hacia otra fracción de los mismos.”; en el punto 2 señala: “Pero también pasa que pequeños comerciantes especulan incluso muy por encima de las grandes empresas, aprovechándose de sus vecinos y conocidos, tal y como somos testigos tanto en zonas rurales como populares, pero también en zonas urbanizadas. Este último es uno de los efectos más perversos de las prácticas especulativas y acaparadoras como estrategia de captación de ganancias extraordinarias, y a su vez, una de las razones por las cuales es tan difícil combatirlas.”. En pocas palabras, quienes se aprovechan con mayor encono son los mal llamados bachaqueros y no los empresarios. 

Este acercamiento me parece una explicación alegre, no me responde algo que voy a utilizar un ejemplo: Hay pocos dólares en el mercado, yo tengo mil y decido venderlos, lo publico con mi teléfono, recibo una llamada, me pregunta por el precio, yo respondo que los vendo a Bs. 50 cada uno, la persona acepta y me dice que en media hora se comunicará para cerrar el negocio. Cuelgo y recibo otra llamada, la persona me dice que necesita los dólares, yo le respondo que ya están negociados, el insiste que los necesita con urgencia, su hijo está en el extranjero, no tiene dinero y está aguantando hambre y lo votarían a la calle donde está viviendo; me pregunta que por cuanto estoy vendiendo los dólares, yo le menciono el monto y el sube la oferta: Bs. 100 por cada uno. Yo acepto y quedamos que en media hora cerramos el negocio; cuelgo y otra llamada, con otra necesidad urgente: su madre está hospitalizada y con ello completaría el pago de la operación, me ofrece Bs. 200; así puede seguir incrementándose hasta que el mercado o los compradores no suben más (cuando la ganancia marginal es insignificativa).

Vemos allí dos cosas: el mercado (la mano invisible) incrementó el tipo de cambio al estar operando donde hay poca oferta para la demanda y, por otro lado, la escases si existe (no es un correlato), ya de antemano vivimos en un planeta limitado, con recursos limitados y con operadores productivos o compradores finales que tienen que manipular los recursos que se encuentran contados y con competidores que desean también adquirirlos.

Según este teórico eso no existe, es economía burguesa o solamente es una matriz de opinión o, mejor decir,  ilusión óptica

El autor señalado mezcla lo que ha llamado Iván Illich Trabajo Fantasma: “El trabajo fantasma es el complemento no-asalariado del trabajo asalariado. Es, por ejemplo,  la labor del trabajador asalariado como chofer de si mismo para llevarse a los lugares en los que se puede ofrecer como fuerza de trabajo. O es el trabajo del ama de casa que va en su carro al supermercado, escoge las mercancías, las apila en la cajuela del vehículo, las transporta a su casa, las descarga y la saca de sus envolturas antes de ponerlas en el microondas.”, con inflación; ya que no es plusvalía en sí, como la llamó Carlos Marx, sino especulación posterior a el proceso de producción, que quiere endilgar a los empresarios, pero que reconoce (a medias) sucede en las manos intermediarias entre el producto acabado y su consumidor final.

Él prefiere afirmar que: “(…) en el caso de las economías capitalistas están mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del otro: el egoísmo, tal y como lo llamó bien temprano Adam Smith, o la “maximización de los beneficios”, tal y como lo dirían más tarde elegantemente los utilitaristas y neoclásicos.”; aunque no se niega que ello opere, no se puede negar lo por mi ilustrado: la oferta y demanda alteran el precio.

Posteriormente señala que por las condiciones oligopólicas y monopólicas del mercado venezolano son las que hacen que los precios son impuestos por los productores y comerciantes. Lo que no señala es que hay “precio justo”, que para el sector alimentos, en especial los REGULADOS, el gobierno interviene en toda la cadena: controla el precio (justo), es el encargado de pagar las compras de materia prima importada, conoce la cantidad de ella importada, la cantidad procesada y la que se distribuye por medio de las Guías de Movilización (estas guías son la bitácora de las gandolas que movilizan los rubros en sus diferentes estados.

El colmo llega en el punto 9: “El problema de los precios, dado lo anterior, deriva de otro problema: el de la distribución y acumulación de la riqueza una vez creada. Los precios altos no son un indicador de mercados distorsionados, es la expresión de la lucha de clases dentro de la sociedad capitalista venezolana.”, los precios que estamos padeciendo son distorsionados por la lucha de clases.

El simplismo marxista reduce todo a problemas de la lucha de clases. Un sequía genera que la cosecha de maíz (por ejemplo) sea mermada  sustancialmente y por ello la oferta del mismo, pero esto no distorsiona el precio, es la lucha de clases.

Claro que el objetivo de esta discursiva rebuscada es poder llegar a afirmar que hay una guerra económica de los poderosos (ya señalé, como el también lo dice que las mayores ganancias son en los peldaños bajos del comercio), también para justificar que se debe repetir el modelo del socialismo real (fracasó en donde se impuso) con mayor centralismo en manos del Estado.

Hay unos principios que no debemos olvidar, así funcionamos como seres humanos: Ante una demanda siempre habrá, al menos un oferente; segundo, entre mayor sea el margen de ganancia en una oferta mayor será el número de oferentes; tercero, los controles son eficiente entre menor sea lo controlado; cuarto, a mayor número y permanencia en el tiempo de los controles mayores son las rendijas por la cuales se violarían esos controles, si se cumplen el punto número uno y especialmente el segundo; quinto, se genera una economía paralela; y, sexto, si se cumple el número dos la posibilidad de que personas allegadas al poder o mafias que permean los funcionarios o personas cercanas a las cúpulas se incrementa de manera directa a las ganancias que pueda reportar.
De esto el nuevo ministro no sabe, ya que él es un teórico de la economía (le llamaríamos un epistemólogo de la economía) y no de la economía en sí.

¡¡Triste futuro nos espera!! Andamos como la lámpara de Diógenes, alumbrando donde no se necesita y buscando a quien nos pueda alumbrar.

Monday, January 11, 2016

Desmitificando el qué y cómo de otras imágenes



Jorge Cruz, Caracas 11 de Enero de 2016.
Cuando era un infante, aunque normalmente estaba rebosante de energía había momento en los cuales era superior y los daños no se hacían esperar, posteriormente lo conocí como hiperactividad. Mi madre no me llevó a un sicólogo o pastillitas, un chancletazo era la solución, con ello aquella efervescencia se detenía de inmediato.

La naturaleza también ha actuado de similar forma, los daños que estamos provocando (los humanos) son de mayor magnitud a su normal devenir, por ello estamos sufriendo huracanes o tormentas más virulentas.

En pocas palabras, algunas veces nuestras madres o la naturaleza nos hacen pisar la realidad, nos demuestran que debemos respetar ciertas normas, que al pasar un límite, un “golpe” nos señala el camino que debemos recorrer y las precauciones a tomar.

En el país unos hechos recientes en la Asamblea Nacional han causado revuelo: la sacada de unos cuadros de Simón Bolívar y el expresidente Chávez.

Para los oficialistas se ha realizado un sacrilegio o algo similar, para la oposición hay dos puntos de vista: unos están contrarios a la medida porque consideran que no era importante ello, otro de este mismo grupo alegan no es el qué, sino el cómo y, un último grupo, que respaldan lo sucedido, señalando que era necesario hacerlo.

Yo me alineo con este grupo mencionado al final y paso a justificar el por qué.

Lo símbolos nos hablan al inconsciente, por ello nos emocionamos, al estar en el extranjero al ver ondear una bandera, escuchar el himno nacional o cualquier otro símbolo patrio.

El difunto presidente tenía un altísimo conocimiento de ello, además, que si pudo cambiarlos estaba dando mensajes de que él era el que estaba en el poder y que mientras “sus” símbolos persistan, permanecerá su capacidad de gobernar o dominar al país.

Porque, como apunté, el mensaje al inconsciente es: yo domino tus emociones, tus instintos y, por lo tanto, eres súbdito mío. Su imagen, presente en muchos lugares públicos, genera reverencia, pleitesía e incluso adoración como de un Dios.

Cuando cambió la dirección de la cabeza del caballo en el escudo, le agregó otra estrella a la bandera, cambia el rostro de Bolívar, convierte edificios de antiguas sedes de subsidiarias de PDVSA en universidades, entre otros más (lo último en este sentido son los ojos, son como un dios que te está observando permanentemente y donde quiera que estés), se está cumpliendo con dicho objetivo: busca sumisión y culto, como el nuevo redentor.

Con lo anterior queda plenamente argumentado que era necesario desmitificar a los símbolos si se quería dar otro tipo de mensaje: que era en un espacio conquistado, en el cual se debía demostrar que ahora son otros los que están en el poder.

Queda una duda ¿Cómo? Para ello haría unas preguntas: ¿Se hubiera hecho en la oscuridad, como un ladrón, sigilosamente, como alguien que está obrando contra la ley? ¿Se negociaría la salida de tales objetos con el chavismo, en un tiempo y manera acordada? Por último, ¿se debió hacer, tal como sucedió, a plena luz del día, con cámaras grabando y gestos de desprecio?

Arriba expuse tres opciones, la del medio nunca llegaría a un acuerdo, sería ingenuo pensar que los oficialistas respaldarían tal medida. La primera no tiene el impacto que era necesario crear, además, se estaba actuando como si no se debiera hacer. 

Todos sabemos cómo se actúo e inmediatamente intentaré explicar porque secundo la forma como fue ejecutada.

Cuando se utiliza el juego suma cero, del ganador toma todo, los resultados son los vistos: La acción causo sorpresa, desconcierto y rabia.

Toda opción tiene un costo, minimizarlo o no depende de tu pasos posteriores, creo que han sido acertados: contra la reacción de imprimir millones de retratos y pintar murales, se ha iniciado una campaña de matriz de opinión en la cual se hace énfasis en los costos de tales actividades y en la necesidades que padecemos al estar inmersos en un crisis (algo que es cierto y todos sabemos que no se puede justificar).

Por otro lado, los ha obligado a ser reactivos, viscerales, lo que demuestra la sapiensa de nuestros progenitores: un chancletazo en el momento justo causa dolor, produce un rojo que permanece por un tiempo, nos baja el influjo de energía destructora y hace notar quien es el que tiene el sartén por el mango.