Jorge Cruz, Caracas, 4 de enero de 2019
Recientemente leí el
informe del mes de noviembre del 2018 del Equipo de Formación, Información y
Publicación, EFIP Venezuela, un boletín del Observatorio Social de la Juventud
Venezolana con el auspicio del Fondo de Población de
Naciones Unidas titulado: El bono demográfico en Venezuela si está en
peligro
Los datos allí
contenidos dan para pensar bien hacia dónde vamos: puede ser una profundización
del futuro de seguir el camino actual, como también nos señala lo largo que
tomaría una reconstrucción en caso de cambio en el poder.
Bono demográfico, según
las Naciones Unidas, “es el potencial de crecimiento que
resulta de los cambios en la estructura de edad de la población en edad de
trabajar, entre 15 y 64 años”, pero no es solamente tener población joven, es
invertir en ella para que el país crezca, especialmente en formación y salud.
¿Qué ventajas se
obtienen? Muchas, pero especialmente en lo que tiene que ver con garantizar la
jubilación justa.
Los fondos de pensiones
son formas de inversión del trabajador para poder llegar a la edad del retiro
con un ingreso que le pueda significar tranquilidad y suficiente para
mantenerse él y su pareja. Estos fondos son privados o públicos. Los públicos
generalmente se manejan a través de la seguridad social, a ella se le van
cotizando montos que luego, al abandonar sus edad laboral recibe a cambio un
ingreso.
Es recomendable que las naciones
tengan políticas acertadas, como por ejemplo, cuando su población
mayoritaria es principalmente juvenil,
entre los rangos arriba señalados, se deben crear buenas formas de recolectar
los montos de la cotización a toda la masa trabajadora, no importa si es
trabajador independiente, con contratos temporales o “permanentes”. Ese extra
de ingreso el fondo debe invertirlo para generar ganancias que multipliquen el
mismo y puedan garantizar que cuando la población envejezca, es decir, que un
porcentaje importante no es trabajador ya, se pueda seguir cancelando la
jubilación por varias generaciones.
Eso es gobernar a
futuro, pensando en un país sostenible en el tiempo en términos sociales y
económicos. En pocas palabras, es el deber ser de cualquier república y su
gobierno.
Venezuela va en camino
contrario a lo mencionado. Los que están en el poder repiten un modelo que le
ha resultado a los dictadores cubanos, aunque no a la población en general,
exportar la mejor mercancía, por lo rentable en el tiempo: mano de obra, ya que
ella realizará remesas que se convierten, como el caso de la isla, en la
principal entrada de divisas para su presupuesto.
Por momentos pareciera
que es intencional el provocar el éxodo de tantos nativos hacia territorios que
no estaban ni en los planes de los que se van como tampoco en los que los
reciben, con todas las consecuencias que ello significa para tales lugares de
recepción.
La migración tiene sus
beneficios, como dije por las remesas, pero generan cambios, especialmente si
son como un alud, caso de esta nación al norte de Suramérica.
El señalado boletín nos
presenta un cuadro que ha significado un cambio demográfico importante, las
emigración ha hecho mella en el bono, la población joven es la mayoría de los
que huyen del país. Tal como aparece en el informe:
“Solo con los residenciados como venezolanos en el exterior,
observamos que la poblacional juvenil del bono, no solo se redujo sino por lo
contario tiene una reducción adicional de casi 250 mil personas. Si asumimos
que esta cifra es solo de los residenciados, se requiere realizar una
corrección para incorporar a los que están como ilegales y lo que se registran
con una nacionalidad distinta a la venezolana.”
“Esto parece indicar, que estamos ante el fenómeno de la
ocurrencia de un inverso del bono demográfico.
No es que se perdió la oportunidad de tener una población adicional,
sino que se redujo mucho más, llevando a una estructura población con una
reducción especial en la población económicamente activa.”
Actualmente hay dos
poblaciones que están dejando atrás: los hijos y padres, los primeros que no
están en una etapa productiva, y el otro grupo con muchos con edad para el
descanso laboral.
La mano de obra
calificada está escaseando, en diversos renglones, pero se siente especialmente
en salud y educación.
El otro tema que el
boletín desarrolla, muy relacionado a la diáspora, es el capital humano, de
allí rescataré lo señalado sobre la educación.
Algo que no debe llamar
a sorpresa es que el nivel de inscripciones es alto, no se mide el abandono,
que por ejemplo en las universidades tradicionales como la Central o Simón Bolívar,
de la cuales tengo conocimiento, es alto, un porcentaje importante de
bachilleres son enviados allí por el ente rector gubernamental de educación
superior, su rendimiento es bajo y a los pocos meses dejan de hacer acto de presencia.
Mi pareja es educadora,
sus historias de lo que sucede en el liceo narra el deterioro en tales centros
educativos. La calidad es una tarea pendiente, algo que se extravió en el
camino y no saben dónde está.
La calidad es parte del
problema por dos razones: la fuga de educadores al extranjero, dada la baja
remuneración y la visión con la que se maneja la educación, énfasis en la
cantidad, se deben inscribir, mantener y graduar el mayor número posible de
estudiantes, no importa su rendimiento, su asistencia, su conocimiento, solo se
deben eyectar masas y más masas.
Todo lo dicho se ve en
los datos que aportan:
“Estamos en la posición 19 en el sub-indicador de Inscripciones
en educación universitaria para la población entre 15-24, lo cual nos coloca
entre los mejores a nivel mundial.
Al mismo tiempo que nos encontramos en la posición 113, entre
los peores, en el sub-indicador Calidad del sistema educativo para la población
entre 15-24 años.”
“Los jóvenes plantean la importancia de la educación para
obtener un mejor salario, como para hacer una mejor Venezuela; pero también
revelan que participan en un proceso formativo con severas limitaciones (sin
herramientas de trabajo, sin profesores…).”
La educación venezolana
era admirada en Latinoamérica y la muestra está en los rendimientos que logran
sus egresados en lugares donde se exige una evaluación para reconocer sus
credenciales, Chile es uno de ellos y en los exámenes los venezolanos han
demostrado que están por encima en varios puntos de los chilenos, los segundos
en estos eventos.
Tal vez lo más claro al
respecto lo expresó un experto chileno: Venezuela becó a muchos estudiantes que
fueron a las mejores universidades en el planeta con bueno rendimientos, muchos
de esos estudiantes regresaban para incorporarse a universidades o continuar su
carrera profesoral; como también recibieron a excelentes profesionales de otras
latitudes que se convirtieron en profesores, todo ello creo un cultivo de
buenos, por no decir, excelentes profesionales.
¡Sobran las palabras! Un
sistema de gobierno y educativo, como reflejo del anterior, que está generando
un daño que costará años en su recuperación. Una diáspora sin precedentes que
mina la jubilación de las generaciones actuales y futuras, como también que
dilapida la calidad de los egresados y con ello del trabajo productivo que pudiera
significar relanzar el país.
Perjuicios y más perjuicios
es lo que nos deja el más simple inventario.