Jorge
Cruz, Caracas 7 de febrero de 2019
La
sabiduría popular esa que transmite las experiencias de forma oral,
contraria a la que las guarda escritas, nos intenta resumir con
metáforas enseñanzas como la que está en el título.
Con
ello nos quiere expresar que hay eventos o procesos que desde sus
inicios están destinados al fracaso. Tal vez se puedan corregir,
pero parece que la norma es lo contrario.
Desde
que se inició la explotación petrolera en Venezuela, tomó un rumbo
equivocado. Una nación agrícola que corre en tropel hacia donde
estaban los construyéndose las ciudades enclaves, campos petroleros
o ciudades que fueron beneficiarias de servicios.
Pasa
así en cuestiones de décadas, años 40, con una población
básicamente rural a, para principios de los años 60, casi
exclusivamente urbana.
Este
cambio de asentamiento demográfico fue fundamentalmente impulsado
por los inmensos ingresos de los royalties o regalías que pagaban
las empresas que extraían oro negro de las entrañas de la tierra.
La cual era percibida por el Estado, ya que según el Derecho Romano,
que es el que rige el ordenamiento jurídico nacional, el Estado es
el propietario absoluto de todo lo que esté en el subsuelo.
Se
crean así, un Estado poderoso y una población urbana que recibe los
beneficios de las obras de infraestructura y servicios que se
expanden en las ciudades.
De
esta manera el país caribeño se vuelca hacia la economía que la
energía fósil genera: surgen empresas de servicios hacia ella, las
empresas que dan servicios a estas últimas, los programas de
infraestructura para dar asiento a los centros administrativos del
Estado, los programas de vivienda para albergar a esta población que
busca como refugio las ciudades (tanto privados como públicos,
aunque hay que reconocer que se quedan absolutamente cortos para
ello, ya que muchas ciudades crecieron especialmente de manera
informal, algunas llegan a tener más del 60% viviendo en zonas
autoconstruidas por sus residentes); por ello la ideología que
domina es la de robustecer cada vez más el Estado, que sea el que
baje los ingresos a los habitantes, ya sea por servicios subsidiados
o dádivas en materiales para la construcción, es decir, el llamado
populismo.
Esta
manera de dependencia en el petróleo hizo que el país estuviera
expuesto a los vaivenes del los precios de tal producto. Aunque vivió
una etapa de crecimiento, especialmente desde los años 50, cuando se
convierte en el principal productor mundial de oro negro, con el
clímax
en los 70, cuando un inusitado incremento en el precio hace que el
país tenga una edad de oro, por lo cual se embarca en grandes
proyectos industriales para diversificar un poco la economía y
dependencia externa de
productos para el consumo.
Pero
ese impulso no fue suficiente, la economía se endeudó con esos
proyectos, un sector primario de importancia como la agricultura
escasamente creció y ya para los inicios de los 80 comienza a sufrir
de recalentamiento, adobado todo ello por la caída de los precios
del petróleo.
El
modelo basado en la renta petrolera comenzó a hacer aguas. Se
demostró que la senda tomada no era la indicada, el intentar que sea
esta energía fósil la líder de la economía tiene su límites,
sobre todo el crear un Estado que arropa casi todo lo económico.
Ya
entrados en el siglo XXI, se vive una nueva etapa de ingresos
abundantes, pasan de un dígito alto a tres dígitos (de $8 a más de
$100), para que ya para el año 2014 vuelva a caer a dos dígitos.
En
pocas palabras, la economía venezolana vive periodos de flujo y
reflujo, anclado en como estén el valor de su principal mercancía.
Cuando el presupuesto es generoso, se inician planes de diversa
índole, incluyendo sociales; lo contrario cuando es bajo, los
programas se recienten, pasó en las décadas de los 80 y 90, y se
repite para la segunda década del 2000, aunque nunca con el profundo
deterioro actual.
Esta
forma de desarrollo no solo moldeo lo económico sino todas las áreas
del venezolano.
Veamos:
La cultura
La
cultura es ese grupo de formas de pensar y actuar que nos permite
compartir con la naturaleza, incluyendo a nuestra misma especie. Ella
tiene dos funciones básicas: da el marco de referencia para el
crecimiento personal y, por el otro, es un muro de contención para
permitir que ella permanezca en el tiempo. En pocas palabras, nos da
la posibilidad de desarrollarnos, pero dentro de ciertos límites que
no comprometan su sostenibilidad.
Otra
regla de oro a tomar en cuenta es que permanentemente estamos
generando cultura o reproduciendo sus valores y conductas.
Naturalmente
tendemos a construir una estructura de poder, donde hay un líder o
macho alfa. Es la norma en todas las especies sociales o gregarias,
la humana no escapa a ello.
Ser
el macho alfa tiene sus beneficios o ventajas, con relación al resto
del grupo; pero los problemas emergen cuando tienden a convertirse en
un caudillo, en el cual la impunidad de sus actos son la norma.
Las
estructura de poder a su vez tienden
a formar un ente que es algo más que a suma de sus participantes,
los más complejos se le ha llamado Estado-nación, ya que se
reconoce un territorio como tal y un cuerpo de leyes que reglamentan
entre los derechos y deberes de cada uno de sus integrantes e incluso
de los invitados o visitantes.
El
círculo de una comunidad, ya sea en forma elemental o como Estado es
que muchas de sus actividades son autónomas del afuera, siempre
domina una tendencia a ser autosuficientes, aunque nunca se logre,
por ello hay guerras o proceso de dominación de otros territorios,
es la búsqueda de recursos que son escasos o inexistentes en el
espacio del dominador.
Cuando
hay excedentes de un o varios recursos se tiende al intercambio por
otros que son necesarios pero insuficientes.
Venezuela
Venezuela
desde principios del siglo pasado ha tenido la ventaja de tener
abundante petróleo en sus límites, a medida que esta energía
crecía en importancia mundial, significó mayores recursos para el
presupuesto nacional, con lo cual se ha tenido un Estado con
abundantes recursos económicos.
La
cultura que ha generado el Estado rico, es de un ente generoso, que
subsidia servicios, esta manera de gobernar llegó al clímax desde
la asunción al poder del chavismo, en el que regala viviendas con,
además, mi “casa bien equipada”, es decir, con los muebles,
electrónicos o no, que mínimamente se necesitan para vivir.
Como
vemos la cultura crea valores, principios, comportamientos y formas
de ver el mundo.
El
rentismo petrolero ha generado en los venezolanos una cultura, que
entre todas
esas visiones voy a destacar el pensar que la opción de modelo de
desarrollo es exclusivamente en tal ingreso, en tener un Estado
poderoso, que en muchos momentos ha significado estar dirigido por un
líder autócrata y si es militar mejor (aunque este último perfil
viene desde el proceso de independencia, ya que se cortó el
surgimiento del poder ciudadano civil allá por el 1810 con la
sociedad patriótica y desde esa época hasta nuestros días, solo 52
años ha sido gobernados por civiles, no incluyo los de Maduro porque
es un gobierno militar de facto).
Lo
anterior fue expuesto
claramente por
la línea política de Rómulo Betancourt y
los adecos, donde las
ganancias petroleras debían
ser el pivote para el crecimiento nacional.
Pero
en la visión de sus habitantes es que el Estado debe subsidiar
muchas cosas, que mis problemas deben, en general, ser el Estado el
que debe solventarlos. Este mal proceder fue alimentado por los
líderes políticos en variados cargos, ya sean alcaldes,
gobernadores, presidente o, incluso, aspirantes a tales cargos; los
cuales daban materiales para construcción, por ejemplo, en zonas de
alto riesgo, pero que allí se habían asentado familias por medio de
la autoconstrucción.
Como
resultado hemos tenido que a la hora de un desastre natural, muchos
de los afectados solo esperan o protestan por la desidia del Estado a
brindarles un lugar para vivir.
Con
el chavismo algunas de estas conductas llegaron al extremo: se
autorizaron desde el gobierno, la invasión de terrenos productivos,
fábricas con mercados asegurados o viviendas que eran espacios como
segunda o tercera propiedad. Todo ello bajo el eslogan que sus dueños
tenían ello por ser explotadores, que se habían ganado ello de
manera fraudulenta, ya sea mediante el robo o la apropiación de los
valores de sus trabajadores, plusvalía.
Nunca
se preguntaban sobre el origen de esa “riqueza” solamente se le
estigmatiza como explotador. Se adueñaban de algo juzgando que quien
lo tenía era por haberlo obtenido ilícitamente; bien cabe aquí
recordar ese decir popular: “cada ladrón juzga por su condición”.
Tenemos
así dos tipos de formas de actuar: por un lado se espera que el
Estado resuelva mi bienestar y por el otro, se fomenta que todo el
que tiene más que yo se le debe igualar, mediante el robo de lo
extra.
La
gran amenaza y debilidad es que el Estado esta a merced de los
precios de su principal ingreso. Al fluctuar hacia la baja, no puede
ser el padre caritativo que se espera.
¿Qué hacer?
Surge
la pregunta: ¿podrá seguir siendo la renta petrolera el único
pivote posible de la economía venezolana?
Creo
la la respuesta es evidente: un rotundo no. Primero, se debe cambiar
profundamente la cultura que la acompañado y mientras se siga
teniendo un Estado poderoso, nunca va a garantizarse que eso suceda,
el estatismo es ha sido lo dominante en la mente del venezolano.
Segundo, de lo anterior emerge el presidencialismo, en detrimento de
poderes locales, regionales e incluso de los diputados por el estado
que representan o han sido electos (es sano recordar que el
movimiento hacia fortalecer estos poderes medianos fueron casi
aniquilados por el chavismo, ya sea por la manipulación de
restricción de recursos o apoyos nacionales, como también por la
creación artificial de figuras que substituían parcialmente las
electas por voto, como el caso del Protector del Táchira, para
contrarrestar la pérdida de la gobernación en dicho estado).
Tercero, Se tienen grandes reservas del oro negro, pero de una alto
contenido de sulfatos, entre otros componentes que hacen que el
petróleo sea extra pesado o pesado, mas costosos para su
procesamiento y con un mercado que tiene hacia la sustitución por
energías menos contaminantes. Y cuarto, para cambiar la cultura es
necesario cambiar la simbología que la sustenta y mientras ello no
ocurra, los valores continuaran reforzándose.
Mi
propuesta es entonces, que se debe pasar la hoja del rentismo
petrolero a una economía más diversificada, para que, entre otras
cosas, los poderes locales y regionales tengan mayor importancia, en
lo político y que el venezolano tenga que pensar que papa Estado es
el soluciona cualquier entuerto, sino que es la acción individual y
grupal la que conducirá la nación hacia un puerto diferente. Esta
sería la forma de enderezar desde el nacimiento al árbol que todos
esperan sus frutos.
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