Jorge Cruz, Caracas,
22/06/17
Hace algo más que
una semana se hizo un operativo en los llamados Edificios Verdes en
El Paraíso, con un despliegue de película de terror de equipos
antiterroristas a un conjunto residencial. Días antes comenzó la
preparación sicológica del golpe: por todos los medios de
comunicación a manos del gobierno o que actúan como voceros, a
pesar de ser privados, que en dicho lugar estaba establecida una
célula terrorista que era comandada por una mujer, que en la última
protesta, habían herido a 5 funcionarios con armas largas.
La invasión se hizo
con seis mil (6.000) miembros de cuerpos represivos (e.g. Guardias
Nacionales, policías, cuerpos especiales de seguridad como SEBIN,
entre otros). Ingresaron violentando y destruyendo los portones de
seguridad, una vez dentro, iniciaron destrozos masivos de vehículos
(rompiendo vidrios, disparando a sus cauchos y/o robando lo que en
ellos había como baterías o radios); rotura de puertas, cámaras de
seguridad, lámparas de emergencia que alumbraban las escaleras o las
de los pasillos comunes, ascensores y posteriormente puertas de
viviendas, en las cuales iban desde males menores como volar la
cerradura con armas de fuego, hasta tirar los que había en ellas,
como estantes con adornos de porcelana o vidrio, vajillas o licores,
pasando por pantallas de televisores y las vitrocerámica de las
cocinas hecha añicos, robos de dinero, celulares, computadoras y
alguna que otra cosas que consideraran valiosa.
A las personas, que
habían desde niños en edad de lactancia, hasta mayores de edad con
dificultades de movilización, cada uno con su trauma pos evento:
niños que se despiertan en medio de la noche llorando o se hacen pis
en la cama, siendo que ya tenían tiempo que era etapa superada,
hasta, por ejemplo, una pareja de ancianos que no se atreven a
denunciar por evitar una retaliación (hay otro caso, de una pareja
que no denuncian porque, aunque le robaron los dólares y
desaparecieron el pasaje, se mudan pronto fuera del país y no
quieren que, como ya es conocido, su pasaporte aparezca como robado y
no puedan viajar fuera) o, peor aún, una mascota herida en un ojo
que tuvo que ser sacrificada y tres perros y un gato “sin dueño”
que eran mantenidos por la comunidad.
Lo logrado con esa
escandalosa muestra de venganza, saña y castigo es pírrico: 23
detenidos, un escudo de MDF, una pistola, una escopeta vieja y
oxidada, y cientos de botellas llenas o con gasolina (para ser
utilizadas como bombas molotov).
Pero este balance
queda aún más desteñido porque de ellos 19 personas eran menores
de edad; es decir, solo cuatro personas son mayores, uno de ellos,
una mujer embarazada, fue detenida, golpeada por mujeres de los
cuerpos represivos, a pesar de la advertencia que estaba; a otros,
dos, uno hijo de una conserje, les sembraron la mencionada escopeta
(con toma de fotos incluidas), que, por cierto, no mostraron ni una
sola bala para justificar su uso, y el último caso, algo común con
la justicia nuestra, pagaron sus padres y está libre. Como vemos la
justicia antes y ahora solo es efectiva o se aplica a los que no
tienen poder económico o político, no han cambiado las cosas aunque
nos intenten vender ello.
Como síntesis, no
hay una líder apresada, la mujer que supuestamente tenían
identificada no existe; las armas largas que hirieron a los miembros
de las fuerzas represivas tampoco y la célula terrorista, se
desvaneció como la sal en el agua (solo les dejó un sabor amargo),
si, en cambio, les ha dejado una imagen de uso desproporcionado de la
fuerza, de mentirosos, de usos de la propaganda para difundir rumores
que intentan justificar sus acciones, de violencia gubernamental
desbocada, de robos y otras acciones, que no deben hacerse en casos
de búsqueda de “terroristas”.
Un vandalismo, saña,
ultraje y muestra de odio que deja palidecido a los que cometieron
los adecos.
En pocas palabras, si quisieron demostrar que había terroristas es
un tiro por la culata ¡de risible a patético resultado!
Nota: El asedio y
acoso a los Verdes y otros grupos de vivienda tiene otro matices. Los
servicios se han deteriorado de manera impresionante: la basura pasa
hasta semana y media sin ser recogida, el ABA o Internet bajó su
velocidad a casi cero (que en algunos momentos es similar a ello) y
el último castigo ha sido la luz, el pasado 20 de junio, hubo corte
de suministro de electricidad, casualmente, en aquellos conjuntos
residenciales que han participado activamente en las protestas, la
falta de suministro fue desde 18 horas hasta 48.
No se puede negar
que los adecos son niños de pecho ante tanta maldad, el odio,
venganza y resentimiento superlativo a cualquier gobierno anterior.
Aún tienen discursos que llaman a la paz y el amor. Solo el Tartufo
es su similar.
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