Jorge Cruz, Caracas 10-10-10
En los EE.UU., es decir el imperio mesmo, una de las vías para poder “controlar” los inmigrantes indocumentados es castigar a los empleadores por medio de multas. Esta práctica condena a una de las mercancías con altos índices de exportación por las naciones menos favorecidas y que tiene la peculiaridad que genera divisas por mayor lapso de tiempo que una tonelada de café, por ejemplo, cuya transacción se fija una sola vez y se cancela de igual forma. Las remesas son largas en el tiempo y permiten ingresos, tanto a las arcas del país receptor como a las familias que pasan por ese doloroso proceso de desmembramiento.
Cuando en Venezuela la ley de Conscripción y Alistamiento Militar venció el plazo el 21 de octubre de 2010 para la inscripción obligatoria para todo ciudadano dentro del rango de 18 a 60 y el no cumplir esta ley acarrearía multas a quien de empleo o tenga empleados “irregulares”, además de penalizar a los que no lo hagan, me hizo que recordar esa famosa medida en el imperio.
Hay ventajas de estar en el imperio, si tus principios, religiosos generalmente, no permiten participar en guerras, estás exento del servicio militar o inscribirte en él, por ejemplo los menonitas, los cuáqueros, entre otros. Tus principios pacifistas definen tu abstención a participar en algo que está contra tus creencias.
En Venezuela esta excepción no existe, TODOS tienen que participar de tal medida según la ley mencionada. Sin embargo, la Constitución vigente expresa en el artículo 134: “Toda persona, de conformidad con la ley, tiene el deber de prestar los servicios civil o militar necesarios para la defensa, preservación y desarrollo del país, o para hacer frente a situaciones de calamidad pública. Nadie puede ser sometido a reclutamiento forzoso.” En otras palabras, yo puedo ser ejercer mi servicio de manera civil, no tengo que ser un verde oliva para ejercer mi ciudadanía.
Como podemos notar se está violando la Constitución y somos menos respetuosos de los derechos que en el imperio.
Hay una figura que ilustra algo que me molesta desde que un militar está en el poder: la nación poco a poco se ha ido convirtiendo en un cuartel.
Dicen la sabiduría popular que para cocinar un sapo no intentes ponerlo cuando el agua está hirviendo, porque salta y como máximo se quemará las plantas de sus patas, pero si lo pones en agua fría y pones a calentar el agua se cocinará sin darse cuenta. Creo que algo como eso está sucediendo en el país, poco a poco hay más presencia militar, además de las fuerzas regulares la reserva, además de otros hechos que no deseo ahonda ahora, como la compra de armamento. Ahora, con esa nueva ley el tinte es cada vez mayor.
Según parece yo pasé a la ilegalidad, a ser un indocumentado más, un perseguido por mis creencias pacifistas.
Definitivamente cada vez nos parecemos tanto al imperio, pero en sus peores medidas.
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