Por Jorge Cruz Osorio
Caracas, 1 de diciembre del 2008
Una primera aproximación conlleva a reflexionar a que hubo un triunfo compartido entre el oficialismo y la oposición. El chavismo logró un triunfo cuantitativo (17 gobernaciones) y la oposición logró un triunfo cualitativo, cinco gobernaciones y la alcaldía metropolitana de Caracas. Estos últimos espacios son los de mayor importancia poblacional, industrial y turística en el país. La frase que acompaña al triunfo cualitativo es “quién gana el área metropolitana de Caracas gana las elecciones”. Además, estos últimos mantuvieron los 4.500.000 votos del 2D-2007. Entre el triunfo cuantitativo y cualitativo MAYOR es el triunfo cualitativo en unas elecciones donde existe una fuerte polarización política y una alta confrontación mediática.
Una segunda reflexión, es que la estrategia de Chávez de asumir ser “el papá de todos los candidatos del Psuv” en unas elecciones regionales, es algo que va contra toda lógica de descentralización, pero tuvo un efecto político que no permitió que se diera un deslave en el proyecto político del chavismo. Si Chávez no asume ser el “Gran Elector” del chavismo el triunfo cuantitativo de 17 gobernaciones no hubiese pasado. Venía una debacle del chavismo que fue frenado, por ahora, por Chávez. En abril de este año en la mayoría de las gobernaciones del chavismo tenía fuerza una matriz de cambio, que fue revertido en gran parte. Incluso está estrategia ayudó a recuperar al chavismo estados donde gobernadores disidentes se pasaron a la oposición: Aragua, Sucre y Trujillo o de otro partido chavista diferente al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV): Guárico y Portuguesa. Este dato de la recuperación está expresado estadísticamente con más de un millón de votos hacia el chavismo en relación con el 2D-2007.
Pero se mueve…
Existe una polémica sobre la utilidad de las encuestas para hacer proyecciones. Una señala que los estudios de opinión sólo reflejan la posición del encuestado en el momento en que se le interroga, “es como una fotografía” y su respuesta puede cambiar al siguiente día, por lo que no pueden ser utilizadas para proyectar el futuro. La otra tendencia es de la opinión que las encuestas sí son efectivas para conocer de antemano quien o quienes resultarán ganadores en una contienda electoral.
Una tercera es la intermedia: estas sirven en la medida que la encuestadora tenga continuidad en el tiempo. Es decir, requieren de un financiamiento que permita una permanencia dentro del escenario e incluso realizar tracking pool (encuestas diarias) las dos últimas semanas antes de la elección. De esta manera sí se pudiera estar haciendo pronósticos, sin embargo estos se caen cuando las líneas están muy cerca, dentro de los márgenes de error y/o cuando dos candidatos tienen la misma velocidad de crecimiento.
En cuanto al comportamiento electoral en si existe dos modelos, uno indica que los candidatos que se presentan en la contienda electoral tienen una intención de voto que no varía en la campaña, está respaldada por un gran carisma, un gran apoyo de la población o tiene tras de sí el respaldo de un partido con arraigo en el tejido social, aquí estamos hablando de “intención dura de voto”. Un ejemplo es el caso del municipio Sucre en el estado Miranda, con Carlos Ocaríz que estuvo en primer lugar desde la primera encuesta en las mediciones del 23N.
El otro, es el efecto tijera: un candidato que punteaba en algún momento de la medición termina siendo rebasado por otro en los últimos días de confrontación.
Varianzas Opinión (VO) tiene varios ejemplos que ilustran dicho efecto en las mediciones que realizó en la contienda electoral del 23 de noviembre pasado.
En El Hatillo, estado Miranda, meses antes de la contienda Delsa Solórzano lideraba los números, para el mes de octubre había un empate y el 17 noviembre Miriam Do Nascimento ganaba por 5 puntos de diferencia. Tendencia y números que fueron definitivos.
Las mediciones que Varianzas realizó en Chacao son también un ejemplo de ello, hasta el 6 de octubre Liliana Hernández lideraba la intención de voto en este municipio, pero una última medición del 16 de noviembre dio como resultado que Emilio Graterón empataba a LH en la intención de voto. Esto llevó a VO plantear en un escenario donde, tomando en cuenta la velocidad de crecimiento de EG, este sería el ganador y Liliana la derrotada.
Los otros datos allí confirman que el estudio era acertado: por ejemplo, el candidato chavista obtuvo los votos cercanos, (10%, dentro del margen de error) a los logrados en campo. Ramón Muchacho alcanzó 27% de la votación, en el último estudio los números decían que pudiera tener 20%, pero la encuestadora manifestó que por ser una votación tan compleja la “marca de Primero Justicia” iba a dominar; es decir, RM debería crecer a los puntos recolectado por PJ, 25% (el número real debe estar dentro el rango que nos permite el margen de error: 4,37 por encima y por debajo del dato dado).
El resultado mostró un fenómeno, dentro del efecto tijera, que se debe resaltar: “migración intrapartido”, es decir, los simpatizantes de Un Nuevo Tiempo decidieron dar su voto a EG y la caída libre de LH a un cuarto lugar. Con esa “migración” la lealtad a UNT y Leopoldo López (alcalde saliente del municipio y muy altamente evaluado, miembro de UNT, pero que respaldó a su ficha, EG), quedaba garantizada.
Sobre los elegidos
Regresando a los resultados, el chavismo debe revisarse totalmente. Primero su fin es motorizar una revolución, sin tener que utilizar los peores vicios de los gobiernos anteriores para mantenerse en el poder, artimañas tan populista como el regalo de artefactos (neveras, lavadoras, colchones, entre otros), títulos de propiedad de la tierra o “créditos” de dudoso retorno son deplorables; la revolución se hace con un cambio de conciencia de sus electores (en el cual no se ha hecho mucho esfuerzo) y con gobiernos eficientes que mejoren la calidad de vida de la población (algo que ha fallado en su generalidad).
Porque hay que ser claro, casi totalidad de los gobernadores y alcaldes han sido evaluados como un gran fracaso por sus electores, tanto para los del chavismo, que eran mayoría, y para la oposición. Los tres candidatos chavistas que sacaron altos porcentajes es porque tienen detrás una gestión bien vista: Henry Falcón en Barquisimeto, capital del estado Lara; el gato Briceño al frente de la gobernación de Monagas; Jorge García Carneiro (tanto cuando el deslave de Vargas en el 99 como al frente del Ministerio de Interior). El resto, 9 gobernadores (si restamos los 5 en manos de los disidentes, tres de la oposición y dos de un partido chavista), fueron raspados en su gestión y obtuvieron la reeleción o ganó el chavismo gracias al portaviones de Chávez, más no por méritos propios.
Esto contradice el artículo de James Petras aparecido recientemente en Rebelión, donde argumenta que las gobernaciones que se perdieron eran porque sus gobernantes eran poco revolucionarios (socialdemócratas del centro) y/o que Chávez no remolcó a nadie. La realidad es otra.
La oposición mantuvo sus dos gobernaciones, con gestiones bien evaluadas, conquistó tres, más la alcaldía metropolitana y perdió tres, así como un número importante de alcaldías.
Los estudios de VO nos mostraron que el efecto tijera fue el más común, a principio del año casi todos los candidatos chavistas no tenían vida, es posterior a la elección por medio de unas primarias dentro del PSUV donde algunos de ellos comienzan a subir y posteriormente, impulsados por la campaña (por momentos desequilibrada por Chávez al utilizar o aprovecharse de su magistratura, depende del cristal con que se vea) donde se empiezan a cruzar las líneas y generalmente rebasar a los contrincantes. También en ello ayudó la oposición, muchos de los candidatos de la oposición eran “bates quebrados”, que se enfrentaban al carisma del presidente, más no a sus contrincantes reales. Sin embargo, hubo casos de un ganador que se mantuvo a lo largo de la campaña, especialmente en las gobernaciones exitosas de la oposición (en las cuales, a pesar de Chávez dedicar mucho esfuerzo, tiempo e improperios para desacreditar al candidato de la oposición no pudo revertir), o las chavistas ya mencionadas.
Puedo decir, en resumen, que la gestión de muchos de los gobernadores y alcaldes no tuvo aprobación. El chavismo en las gobernaciones y alcaldías y la oposición en alcaldías. Las gobernaciones de la oposición, disidente del chavismo, también tuvieron problemas en su evaluación, aunque allí hay que anotar que ellas llegaron al poder de la mano de Chávez y él las recuperó.
Este es un balance desolador para un país que ha tenido ingresos, por el petróleo, superiores a los presupuestos anuales calculados por más de tres veces a lo largo de casi diez años, con gobernaciones y alcaldías con cantidades inmensas de dinero para mejorar la calidad de vida de la población; pero con una corrupción desatada, con gobernantes, pareciera que estaban más preocupados por las campañas políticas o las tajadas a lograr en los contratos que de trabajar por el pueblo, con un cuerpo de militantes que responden más al gobierno central que a su poder regional, con un masa de votantes que participó por la compra de conciencia (regalos y obtención de beneficios a última hora).
Ojala que la nueva reconfiguración del poder sea para ganancia de la población, ya que la oposición debe demostrar que es eficiente al frente del gobierno (lo ha hecho, por lo menos en dos gobernaciones y unas contadas alcaldías, según sus electores) y el chavismo, que debe mejorar mucho, para poder fortalecerse si desea perdurar y no depender única y exclusivamente de Chávez. Claro está que algunos de esos desordenes o ineficiencias son creados por el mismo Chávez, pero eso es otra historia, la cual ya comencé desgranar en un artículo anterior.
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