Tuesday, March 9, 2010

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD VENEZOLANA ES MERA COINCIDENCIA

Jorge Cruz O.
Caracas, 8 de marzo de 2010
Leyendo el texto de un pensador que marcó y, creo, sigue marcando a muchos de los que nos formamos en las ciencias sociales o humanas, Humberto Maturana, me evocó muchas de las anteriormente dudas pero que ahora son convicciones: el régimen de Pinochet no tiene muchas diferencias con el momento actual venezolano en lo político.
HM es un chileno, biólogo por formación pero que incursionó en muchas otras áreas del saber, como debe ser. Uno de sus textos de mayor importancia es: Emociones y Lenguaje en la Educación y Política. Este fue producto de la transcripción de dos charlas dadas en el año 1988; es decir, en plena efervescencia política por la sacar del poder a Pinochet y un retorno a la democracia, hecho que se logra en octubre de 1989.
Voy citar varios párrafos de dicho libro, porque su lectura nos refleja los momentos que vivimos en el país, cuando la democracia está en peligro. No quiero extenderme más, sino que sea HM quien nos sirva de referencia.
“Cuando un gobernante dice que otro gobierno fundado en una ideología política o económica distinta de la suya es el caos, tiene razón. Por supuesto que es el caos, ya que desde la perspectiva de las coherencias operacionales de un sistema ideológico, las coherencias operacionales de otro sistema ideológico constituyen un desorden total.” Debemos ubicarnos, estos argumentos fueron utilizados por los pinochetistas para desvalorar los demócratas. En el país el argumento es contra todo lo existente porque representa la IV República, supuestamente el capitalismo no tiene NADA bueno, todo es blanco y negro.

“… cuando digo: "esto es así", lo que estoy haciendo es decir al otro que si no está de acuerdo conmigo, está mal y que debe hacer lo que yo digo para estar bien y que si no lo hace, no me queda otro recurso que exigirle obediencia o negarlo tarde o temprano de una manera definitiva.” Aquí un Vicepresidente llegó a decir que la oposición que existía no era una real oposición, lo que quiere decir que debería comportarse como el gobierno cree que es conveniente.

“Los seres humanos inventamos discursos racionales que niegan el amor y así hacemos posible la negación del otro, no como algo circunstancial, sino como algo culturalmente legitimo porque en lo espontáneo de nuestra biología estamos básicamente abiertos a la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia. Esta disposición biológica básica es básica en nosotros, porque es el fundamento de nuestra historia homínida.” Somos animales sociales, nuestra supervivencia ha sido gracias a la unión, al amor (como le llama HM), para cazar necesitábamos de un grupo, así como de otras que se quedaran al cuidado de los neonatos, la cooperación de todos era y sigue siendo fundamental.

“El fracaso de las dictaduras y de los sistemas totalitarios y estatistas de carácter socialista o no, no es un fracaso económico sino espiritual. Su fracaso es el fracaso del sistema de diseño ontológico que busca imponer un orden social imponiendo un deber ser que niega al individuó como ser social consciente y responsable de su participación en la construcción del mundo que trae consigo en su convivencia con otros.”

“En otras palabras, la tarea de crear una democracia comienza en el espacio de la emoción con la seducción mutua para crear un mundo en el cual continuamente surja de nuestras acciones la legitimidad del otro en la convivencia, sin discriminación ni abuso sistemático. Tal empresa es una obra de arte, un producto del deseo de convivencia democrática, no de la razón. Si no aceptamos la presencia del fluir emocional en un discurso, no lo comprendemos, y si no nos hacemos cargo del propósito creativo del discurso democrático, si no nos damos cuenta de que la democracia pertenece al deseo y no a la razón, no seremos capaces de vivir en democracia, porque lucharemos por imponer la verdad. La democracia es una conspiración social para una convivencia en la cual la pobreza, el abuso y la explotación son errores por corregir y se corrigen porque se tiene el deseo de hacerlo.”

Si actuamos desde emociones diferentes los resultados o interpretaciones son diferentes, un tropezón entre dos personas puede ser concebido como agresión o accidente. La respuesta depende de la emoción que domine. Nuestras acciones son un fluir permanente de emociones y racionamientos, donde las emociones son lo fundamental y constituyen un alto porcentaje de nuestro ser y hacer.

“La democracia es una obra de arte político cotidiana que exige actuar en el saber que no se es dueño de la verdad y que el otro es tan legitimo como uno. Más aún, tal obra exige la reflexión y la aceptación del otro, y, por sobre todo, la audacia de aceptar que las distintas ideologías políticas deben operar como distintos modos de mirar los espacios de convivencia que permiten descubrir distintos tipos de errores, en la tarea común de crear un mundo de convivencia en el cual la pobreza y el abuso son errores que se quiere corregir. Esto es una cosa distinta de la lucha por el poder.”

“El poder no es algo que uno u otro tiene, es una relación en la que se concede algo a alguien a través de la obediencia, y la obediencia se constituye cuando uno hace algo que no quiere hacer cumpliendo una petición. El que obedece se niega a sí mismo, porque por salvar u obtener algo hace lo que no quiere a petición del otro. El que obedece actúa con enojo, y en el enojo niega al otro porque lo rechaza y no lo acepta como un legítimo otro en la convivencia.”

Posteriormente en las charlas se abre el derecho a preguntas y respuesta:
“P. Se ha dicho que la democracia depende fundamentalmente de las emociones. Pero las emociones a uno le pasan; yo no las controlo y pienso que esto le ocurre a todas las personas. Por ejemplo, hace poco participé en un foro radial con un economista de gobierno; yo iba con un ánimo muy abierto, pero me encontré con un clima belicoso; me puse tenso y pasó algo completamente distinto de lo que yo quería hacer. Ahora comprendo más lo que ocurrió gracias a lo que tú has dicho respecto de las emociones, pero me pregunto, ¿cómo cambiar si éstas no dependen de mí?

R. Las emociones le pasan a uno, como todo lo demás, pero ocurren dos cosas al mismo tiempo: Primero existe un trasfondo de semejanza y aceptación mutua fundamental entre los seres humanos en la biología de lo social. Esto se hace aparente en circunstancias más extremas, cuando los discursos justificativos de la negación del otro pierden presencia y sólo nos queda el encuentro fundamental, como ocurre frente a una catástrofe material o relacional. Normalmente tenemos discursos en los que negamos la legitimidad del otro desde una perspectiva ideológica, religiosa o económica que define la validez de nuestro argumento dándole un carácter trascendente racional.

Cuando nos encontramos con otra persona en la agresión, por ejemplo, yo diría que lo más probable es que ambos o uno de los dos tengamos un discurso que puede ser un soliloquio, a través del cual justificamos la negación del otro. Por ejemplo, pensamos: "ese otro es un extremista y todo lo que dice se funda en su ideología de la lucha de clases, lo único que quiere es atacarme".”

Continua con la respuesta: “La verdadera tarea de la convivencia democrática está, primero, en desearla y, segundo, en generar una conspiración en la que no se den de manera sistemática conversaciones que llevan a la negación mutua. Yo pienso que no son los intereses materiales o ideológicos los que juntan a las personas en la creación de una convivencia en el mutuo respeto, porque cuando así ocurre, las uniones son tan inestables como el fluir de las ventajas comparativas que esos intereses ofrecen. Pienso que la convivencia democrática parte de la aceptación mutua y no la genera, porque es sólo desde la aceptación mutua que puede darse una conspiración ontológica que defina un modo de convivencia que no lleve al abuso.”

“Esto es lo que quería decir Gabriel Valdés cuando sostenía que no podía negar al comunismo desde un punto de vista meramente ideológico, porque de hacerlo se encontraría negando muchos múltiples modos de pensar, algunos de los cuales no conoce, y tendría que negarlos a priori, por si aparecen. Perseguir las ideologías nos conduce a esa situación. De ahí que él proponga un criterio de acción que permita reconocer de manera particular si tales personas quedan o no al margen de la legalidad acordada en la constitución. Si no hacemos esto de acordar un espacio de convivencia, pronto terminaremos viviendo según los caprichos de uno de nosotros, al que obedeceremos por miedo o por las ventajas secretas o visibles que nos trae.”

Lo anterior es muy común en estos tiempo en Venezuela, se denigra a alguien con solamente llamarlo: oligarca, escuálido, fascista u oposición; sin definir que oponerse tiene muchos matices que van desde un rechazo no a la esencia del proyecto chavista pero si a la forma como se está implementando hasta la ultraderecha que simpatiza con un golpe de Estado.

“La tarea democrática es generar un conversar en el cual el borde de aceptación sea tan amplio que nos abarque a todos en un proyecto común como un deseo básico de convivencia que es nuestro ámbito de libertad y nuestra referencia para nuestro actuar con responsabilidad social.”

“Las acciones que constituyen una sociedad democrática no son la lucha por el poder ni la búsqueda de una hegemonía ideológica, sino la cooperación que continuamente crea una comunidad donde los gobernantes acepten ser criticados y eventualmente cambiados cuando sus conductas se alejan del proyecto democrático con que fueron elegidos. De aquí nuestra responsabilidad como chilenos; la historia social de Chile la hacemos los chilenos.”

Lamentablemente estamos en un momento donde pareciera que intencionalmente se confunden los conceptos para poder sacar provecho del caos causado. Los que están en el poder permanentemente “confunden” Estado con gobierno de turno, construcción de un país con eliminación de lo existente, aferramiento en el poder con revolución, destruir, perseguir o impedir trabajar en funciones del Estado a los que no son chavistas o “revolucionarios” con hacer democracia, entre otros.

Por ello debemos preguntarnos: ¿Qué estamos construyendo? ¿Es una democracia o algo distinto?

Recomiendo la relectura, para quienes lo tuvieron en sus manos antes o su descubrimiento para los nóveles, de Humberto Maturana ¡Qué buenas lecciones tiene!

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