Jorge Cruz,
Caracas 25 de julio de 2013
“La mona aunque de seda se vista mona se queda”, esta
sabiduría popular se puede aplicar a los gobiernos que se tildan de progresistas
en Latinoamérica.
Voy a señalar dos puntos que argumenten porqué hago esa
afirmación.
Uno de los discursos más comunes de tales gobiernos es su
soberanía, su independencia con respecto a los países de mayor poder
tecnológico, en especial aquel que titulan como imperio: EE.UU.; pero esta
“libertad de acción” también la extienden a los entes que utilizan los países
poderosos para dominar: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial,
Organización del Comercio mundial. Ellos alegan que pueden actuar así gracias a
que se están creando nuevos centros de poder, para ello señalan los países
miembros del BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
Quiero hacer una aclaratoria, yo digo titulan como imperio,
porque para mi los reales titiriteros son las transnacionales y los países
simple marionetas.
Por otro lado, en los años ochentas en Latinoamérica
padecimos una serie de medidas llamadas como de shock macrofiscal, estás
medidas eran parte de la lista de acciones que debían tomar los países que
necesitaban ayuda financiera del FMI; casi paralelamente el BM comenzó a
diseñar otra lista de acciones post shock.
Muchas de las recomendaciones del BM eran programas
sociales, ya que el shock generaba fuertes protestas o resistencias por parte
de la población y era necesario poder aplacar tales demandas, muchas de ellas
con alta violencia incluida, para no comprometer la gobernabilidad de nuestras
naciones y con ello la tasa de ganancia de las transnacionales.
En este siglo hemos visto que casi la totalidad de
Latinoamérica se ha recuperado y muchas de ellas tienen buenos resultados en su
economía, a pesar de la crisis mundial desde el año 2008. En la gran mayoría
hemos visto que la llamada clase media ha recuperado su vitalidad y los
sectores de menores recursos han mejorado, lo cual ha significado una reducción
de los índices de pobreza e inclusos menor desigualdad de ingresos (el índice
Gini, que mide la brecha de ingresos entre los sectores sociales, ha
disminuido).
Surgen preguntas: ¿qué ha influido en esa estabilidad y
mejora de la economía en Latinoamérica? ¿Qué tipos de productos han permitidos
esa “bonanza”?
Voy a comenzar por responder la última: básicamente nuestras
naciones se han dedicado a la explotación de minerales. La nueva
reconfiguración que se está dando en el planeta exige que los países poderosos
tecnológicamente continúen al frente, pero para ello necesitan de materias
primas, minerales, que deben provenir de los menos poderosos, entre ellos
Latinoamérica. Es por este motivo que
incluso naciones con escaso pasado minero, p.e. Argentina y Uruguay, están
embarcadas en tales tipos de actividades y por ende, incrementado la presencia
de ellos en la balanza de pagos. Este nuevo periodo se le ha llamado
neoextractivismo, recordando mucho el primer periodo de la conquista española.
Esto es algo que podemos comprobar en todos los países de
Suramérica, sin distinción de si son progresistas o no: Colombia, Perú, Chile
(no progresistas) o Venezuela, Ecuador, Bolivia (progresistas). En los cuales
una buena tajada del motor de la economía viene de la explotación minera, que
puede variar entre un 60% Chile y Colombia a un 90% Venezuela (no incluyo
Argentina y Uruguay, porque la minería es aún pequeña con relación a los
sectores agropecuarios.
Ha influido en ello los altos precios de los minerales, gracias
también a la demanda de ellos, no solamente de los países de tecnología
poderosa, sino también de los llamados BRIC, en especial China.
En resumen, hemos visto que todos los países están en un
periodo de relativa “estabilidad” económica y social, sin distinción si son
progresistas o no (con ello no quiero decir que no ha habido protestas en cada
nación, sino que en líneas generales ha habido mayor tranquilidad); también he señalado que todos han ejecutado
programas sociales, con diversos nombres, para su identificación, pero en el
fondo son similares de nación a nación; por último, he afirmado que estamos en
una etapa de explotación de minerales(neoextractivismo). Es decir, TODOS han
seguidos los mandatos de los países poderosos o entes que son su avanzada (FMI,
BM…), aquí no hay distinción si son progresistas o no: gestionar sus gobiernos
con programas sociales que aminoren las protestas e incrementen su
gobernabilidad y todos tienen que aportar materias primas, en especial
minerales con escaso valor agregado.
En pocas palabras, queda en entredicho eso de que hay
gobiernos progresistas, porque al final actúan similares a sus pares que no lo
son. Me hago otra pregunta ¿por qué
lucen tan similares a pesar de su discurso “más” social, que incluso la constitución
de Ecuador señala otro camino: Sumak Kawsay? La respuesta es sencilla,
realmente ninguno ha abandonado los principios de la cultura occidental (madre
de los pensamientos capitalistas y socialistas), ninguno ha tomado el camino
que señala el Sumak Kawsay o Buen Vivir, que implicaría mirar hacia esos
valores que están relativamente presente en nuestra cultura latina (la cultura
occidental no es uniforme) y que están muy vivos en las culturas de nuestros
indígenas. De otra manera seguiremos siendo una Mona vestida de seda.