Monday, July 29, 2013

Seguimos en lo mismo, aunque digamos lo contrario



Jorge Cruz, Caracas 25 de julio de 2013
“La mona aunque de seda se vista mona se queda”, esta sabiduría popular se puede aplicar a los gobiernos que se tildan de progresistas en Latinoamérica.

Voy a señalar dos puntos que argumenten porqué hago esa afirmación.

Uno de los discursos más comunes de tales gobiernos es su soberanía, su independencia con respecto a los países de mayor poder tecnológico, en especial aquel que titulan como imperio: EE.UU.; pero esta “libertad de acción” también la extienden a los entes que utilizan los países poderosos para dominar: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización del Comercio mundial. Ellos alegan que pueden actuar así gracias a que se están creando nuevos centros de poder, para ello señalan los países miembros del BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Quiero hacer una aclaratoria, yo digo titulan como imperio, porque para mi los reales titiriteros son las transnacionales y los países simple marionetas.

Por otro lado, en los años ochentas en Latinoamérica padecimos una serie de medidas llamadas como de shock macrofiscal, estás medidas eran parte de la lista de acciones que debían tomar los países que necesitaban ayuda financiera del FMI; casi paralelamente el BM comenzó a diseñar otra lista de acciones post shock.

Muchas de las recomendaciones del BM eran programas sociales, ya que el shock generaba fuertes protestas o resistencias por parte de la población y era necesario poder aplacar tales demandas, muchas de ellas con alta violencia incluida, para no comprometer la gobernabilidad de nuestras naciones y con ello la tasa de ganancia de las transnacionales.

En este siglo hemos visto que casi la totalidad de Latinoamérica se ha recuperado y muchas de ellas tienen buenos resultados en su economía, a pesar de la crisis mundial desde el año 2008. En la gran mayoría hemos visto que la llamada clase media ha recuperado su vitalidad y los sectores de menores recursos han mejorado, lo cual ha significado una reducción de los índices de pobreza e inclusos menor desigualdad de ingresos (el índice Gini, que mide la brecha de ingresos entre los sectores sociales, ha disminuido).

Surgen preguntas: ¿qué ha influido en esa estabilidad y mejora de la economía en Latinoamérica? ¿Qué tipos de productos han permitidos esa “bonanza”?

Voy a comenzar por responder la última: básicamente nuestras naciones se han dedicado a la explotación de minerales. La nueva reconfiguración que se está dando en el planeta exige que los países poderosos tecnológicamente continúen al frente, pero para ello necesitan de materias primas, minerales, que deben provenir de los menos poderosos, entre ellos Latinoamérica.  Es por este motivo que incluso naciones con escaso pasado minero, p.e. Argentina y Uruguay, están embarcadas en tales tipos de actividades y por ende, incrementado la presencia de ellos en la balanza de pagos. Este nuevo periodo se le ha llamado neoextractivismo, recordando mucho el primer periodo de la conquista española.

Esto es algo que podemos comprobar en todos los países de Suramérica, sin distinción de si son progresistas o no: Colombia, Perú, Chile (no progresistas) o Venezuela, Ecuador, Bolivia (progresistas). En los cuales una buena tajada del motor de la economía viene de la explotación minera, que puede variar entre un 60% Chile y Colombia a un 90% Venezuela (no incluyo Argentina y Uruguay, porque la minería es aún pequeña con relación a los sectores agropecuarios.

Ha influido en ello los altos precios de los minerales, gracias también a la demanda de ellos, no solamente de los países de tecnología poderosa, sino también de los llamados BRIC, en especial China.

En resumen, hemos visto que todos los países están en un periodo de relativa “estabilidad” económica y social, sin distinción si son progresistas o no (con ello no quiero decir que no ha habido protestas en cada nación, sino que en líneas generales ha habido mayor tranquilidad);  también he señalado que todos han ejecutado programas sociales, con diversos nombres, para su identificación, pero en el fondo son similares de nación a nación; por último, he afirmado que estamos en una etapa de explotación de minerales(neoextractivismo). Es decir, TODOS han seguidos los mandatos de los países poderosos o entes que son su avanzada (FMI, BM…), aquí no hay distinción si son progresistas o no: gestionar sus gobiernos con programas sociales que aminoren las protestas e incrementen su gobernabilidad y todos tienen que aportar materias primas, en especial minerales con escaso valor agregado.

En pocas palabras, queda en entredicho eso de que hay gobiernos progresistas, porque al final actúan similares a sus pares que no lo son.  Me hago otra pregunta ¿por qué lucen tan similares a pesar de su discurso “más” social, que incluso la constitución de Ecuador señala otro camino: Sumak Kawsay? La respuesta es sencilla, realmente ninguno ha abandonado los principios de la cultura occidental (madre de los pensamientos capitalistas y socialistas), ninguno ha tomado el camino que señala el Sumak Kawsay o Buen Vivir, que implicaría mirar hacia esos valores que están relativamente presente en nuestra cultura latina (la cultura occidental no es uniforme) y que están muy vivos en las culturas de nuestros indígenas. De otra manera seguiremos siendo una Mona vestida de seda.

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