Thursday, June 24, 2021

¡Apartad de mi ese cáliz!

 Jorge Cruz, Caracas 24 de junio de 2021

Cuando nos pica un mosquito ¡que se espere un manotazo!

Esa es la respuesta inmediata, instintiva ¡el ataque!, al tener frente a nosotros, ya sea un texto, un audio o un video que nos presentan otras visiones o formas de ver la vida

Me han “condecorado” con diversos epítetos, me han loado con eslóganes de mucho esplendor y valor dudoso, algunos de ellos apuntan a que soy un partidario de la “derecha” porque no la critico. Para comenzar, los que se autotitulan de izquierda alegan que son diferentes que la derecha, que esta última es una permanente violadora de los derechos humanos, la realidad nos enseña otra cosa: son acérrimos críticos cuando no están en el poder, pero al acceder a él son como los cochinos del famoso texto de George Orwell: La Rebelión en la Granja. Por ello, aunque en mis escritos hablo de la “izquierda” en realidad estoy criticando ambas, porque para mi su actuar es similar, para no decir peor, Venezuela es un claro ejemplo.

Por ello puedo afirmar que ¡Soy rico! Si, tal como se lee, tengo botija y media llena, gracias a mis escritos o respuestas en otros post. Es una riqueza efímera, sólo aparece instantes, son como flashes que tienen diversas voces que generalmente intentan ser un garrotazo, pero que tienen el peso de una pluma.

Ello es simplemente porque alguien se atreve a echar un poco de agua a nuestros pies de barro, razón por la cual lo descalificamos inmediatamente: eres de ultra derecha o izquierda, opositor u oficialista, enemigo de la verdad, sin mencionar los improperios; sin mirarnos tan siquiera el ombligo, que esos endilgarmientos al otro sólo demuestran nuestras falencias, la falta de respuestas o argumentos, la forma fácil, pero vacía de achacar al adversario de ideas que nos ha agarrado con la guardia abajo.

Es que el lodazal en el cual se convierte nuestros cimientos no nos permite avanzar, ver más allá, solamente patinamos en el mismo lugar y sentimos que lentamente nos hundimos en la nada.

Es una resistencia al cambio, un sentido de espacio desocupado, un hoyo negro que nos engulle; el descubrir que tanta energía invertida en construir nuestro discurso se va de repente por un albañal. ¡Da miedo!, y él nos conduce a defendernos con la agresión verbal, generalmente, en otras situaciones, si hay presencia física, se puede llegar a la embestida corporal.

La intolerancia, como lo afirmé en un artículo reciente, no se mide por el grado de educación  o formación, cualquiera la ejerce.

 

Rol de las redes sociales

Las RRSS han ayudado a que esa burbuja en la cual queremos permanecer inmaculados se refuerce, los algoritmos escogen por nosotros los tipos de lectura o videos que están en sintonía con nuestros gustos, nuestra verdad.

Es parte de ese ritmo despiadado en el que nos hemos envuelto, queremos reafirmar nuestras creencias, nuestra verdad y estas nuevas geografías fortalecen la muralla que deseamos construir para mantenernos en un gueto donde solamente escuchamos nuestro parecer.

Permanecemos en un limbo en el cual no queremos ser perturbados por los ruidos que generan las voces disonantes. No queremos crecer, transformarnos y con ellos hacerlo en nuestro entorno ¡NO! Únicamente estar en ese castillo de cristal que nos hace intachables entre  la tribu, un borrego más que rumia oraciones prefabricadas en laboratorios, propaganda y como tal, barata, de “belleza” y maleabilidad para construir escudos y otras artillerías con las cuales arremeter contra los otros.

Las RRSS se convierten en una camisa de fuerza para los miembros de la tribu o ring para dar y recibir golpes sin tener que digerir, solo escupir o lanzar gritos de guerra.

Lo terrible es que su poder puede ser constructor y destructor, dado su grado de penetración  y seducción, por su símil con las conversaciones reales, aparentan ser grupos de amigos que charlan, en disimiles territorios, muchas veces sin tener contacto visual, sin conocer con quien se interactúa, pero crea conjuntos de seres humanos conectados virtualmente. 

 

La tribu en acción.

Las tribus han proliferado por la amplia difusión de ellas, lo  perverso es que ese amasijo de personas se pueden ir amalgamando como una maquinaria que comienza a operar muchas veces sin objetivos finales, o mejor decir, en los que desemboca finalmente. Digo maquinaria porque realmente es una maquinaria, cada individuo es solo ejecutor de unas tareas.

En ellas se utiliza a personas comunes y corrientes para ejecutar las ordenes, los cuales cumplen sin medir totalmente las consecuencias, cuando lo hacen se autojustifican como parte del gran objetivo del partido o de su revolución.

Hay mucho metalenguaje en la correspondencia, no se dice claramente lo que se persigue, solo los implicados entienden claramente el mensaje.

Otra peculiaridad es que cumplen órdenes a pesar que ello esté en contra de los principios, se cumplen con la automentira que si no lo hacen peor será el castigo, la exclusión. Es decir, puede que el feligrés tenga dudas de su actuar, pero se siente impotente para cambiar los hechos y no quiere perder el sentido de comunión que existe dentro de esas comunidades.

Por último quiero señalar que el liderazgo puede incluso guiar hasta la muerte y es aceptada como un beneficio. Ha habido variados casos de suicidios colectivos, por ejemplo. No quiero iniciar un debate sobre si es bueno o mal, no es sobre ética que estoy hablando, porque, como lo he anotado anteriormente, los que aparentemente están guiados por buenas acciones, realmente buscan su propio beneficio, disfrazando sus intereses personales. Otro aspecto, el líder no es solamente la cara visible, sino quién da el perfil del grupo, son sus pareceres los que marcan la ruta a seguir, es él y su equipo quienes dirigen y manipulan, si es necesario, para, por un lado, mantenerse en el poder, y, por el otro, para que la congregación siga sus designios. Los 

Como vemos la tribu tiene factores positivos y negativos, aunque da sentido de pertenencia e identidad, también puede llevar a realizar acciones que niegan sus valores fundamentales, el portarse como un cardumen de pirañas que atacan sin piedad y reducen a casi la expresión menor a la víctima o víctimas.

En pocas palabras, he querido mostrar cómo opera el fanatismo y la intolerancia, tanto en lo individual como grupal. No es tan evidente como se piensa, tampoco se es consciente de ser parte de la movida, el bosque que no permite ver a árbol.

Atacamos a los otros, los diferentes porque el único mundo apropiado es el de las creencias propias, no se acepta que puedan haber otras visiones o pareceres. Por el contrario la naturaleza nos expone que la diversidad es la norma, la capacidad de subsistencia de una especie se multiplica al tener más de una oportunidad o posibilidad genética.

El mundo de las ideas es diverso como la madre de todos los seres vivos y no, hay un decir muy cierto: “Cada cabeza es un mundo”, procurar homogenizar es un enorme error, las guerras son la expresión más siniestra de ello por lo masivo de las muertes, pero hay violencia casi permanente en todos lados, producto de intolerancia y fanatismo.

Por todo lo hasta aquí escrito, yo seguiré mi rumbo, es el que me trazado y considero acertado para mi, intento mantenerme ajenos a fanatismos, dispuesto a aprender, asimilar nuevas experiencias y puntos de vista, y cambiar con las nóveles influencias, no es ser una veleta, sino buscar el mejor viento a babor y estribor para llegar a puertos  y partir, cuando sea necesario, a derroteros por conocer y asimilar. No quiero beber del cáliz que produzca daños a otros o a mi persona, esa copa se la dejo a otros.

No quiero caer en sus juegos malsanos, mis respuestas serán siempre con argumentos, palabras razonadas y respetuosas, no puedo esconder que en algunos momentos llenas de cinismo.

Que sepan que sus vinos agriados no pasaran por mi garganta. Es un problema de cada quien y esa cruz la deben o pueden cargar por largo trecho o proponerse abrirse a nuevas ideas, no es con la violencia verbal o física como podrán solventar su carencias o construir un mundo mejor.

Ciertamente somos animales básicamente instintivos, pero de allí a dejarse dominar por las emociones y con ello destruir o golpear a otros, física o verbalmente, no tiene justificación.

Como es el decir venezolano contra esos cantos de sirena: ¡Va de retro Satanás!

Sunday, June 6, 2021

La intolerancia como credo

Jorge Cruz, Caracas, 5 de junio de 2021

Yo solamente tolero mi intolerancia. Una frase como esta se la deben haber dicho consciente o inconscientemente muchas personas, sobre todo aquellas que están fanatizadas por algún tipo de creencia.

En nombre de religiones, ideologías se han masacrado miles de millones de personas a lo largo de la historia, lo ha hecho el cristianismo, el islamismo, judaísmo, para solo mencionar las tres monoteístas, aunque no han sido las únicas en nombre de una religión; también en nombre de la “derecha” o “izquierda”, por factores culturales, o biológicos, como la pigmentación de la piel, entre otras

En este texto voy a tocar algunos puntos referidos a la intolerancia, esa conducta que tanto daño produce cuando no se tiene control sobre ella, con énfasis en la política o partidista.

Voy a intentar responderme a las preguntas: ¿Qué es la intolerancia? ¿Quién puede ejercerla? ¿Por qué la ejerce?, y por último dar algunas formas de combatirla para minimizarla.

 

¿Qué es la intolerancia?

Hay dos tipos de ella, la biológica, tal como trastornos que se producen al ingerir ciertos alimentos o la social. Aquí argumentaré sobre la segunda, que en pocas palabras, puedo resumir como rechazo y/o discriminación al otro.

Es otro tiene muchas variantes, puede ser por el color de la piel, por sus puntos de vistas o cosmovisión, por su creencias, por su orientación sexual, por su militancia política, entre otras.

En todo estos tipos de intolerancia lo que reina es la segregación del otro. La segregación es algo instintivo, como animales sociales tendemos a reunirnos o buscar pertenecer a manadas donde reina la similitud, por ejemplo, asistimos a un templo en el cual todos los que allí van comparten creencias o el vecindario donde moramos debe ser de profesionales, máximo comerciantes, pero con similares preparaciones o nivel económico.

Esa tendencia a la búsqueda o pertenencia a similares hace que segreguemos a los diferentes, los ingenieros, como ilustración, se burlan de los sociólogos o viceversa, los deportistas de los administradores y así por el estilo. En pocas palabras, segregamos y ella conduce a la intolerancia.

Lo más llamativo es que generalmente es inconsciente, como es parte de la cosmovisión de cada individuo, actúa de manera “normal” para si mismo o su grupo-manada.

 

¿Quién puede ejercerla?

Hay un texto que inició la indagación sobre el actuar del ser humano cuando se cometen atrocidades como masacres: Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal (Hannah Arendt  *), en el cual nos retrata que puede ser cualquiera de nosotros quien actúa mecánicamente para provocar daño al otro, que pudiera ser desde lo menos grave como despreciar o insultar hasta cometer actos de violencia.

La intolerancia, como señalé arriba, es inconsciente generalmente, por lo que nadie escapa a comportamientos tales como: insultar, acosar, amenazar, agredir físicamente, asesinar..., los disparadores pueden ser variados, en todos ellos, generalmente hay una escala de grados de intolerancia que refuerzan dichas acciones. Lo paradójico, como señala la autora es que no se sienten culpables de lo hecho o su actuar cotidiano, es asumido como su “normalidad”.

Aquí debo resaltar unos punto: primero, no hay una hoja de ruta a seguir, como un destino, sino que es algo latente, al ser instintivo, cuando se dan ciertas condiciones, se incrementan las posibilidades de su desarrollo. Segundo, uno de los principales ingredientes para que se dispare son la envidia y resentimiento; nos molesta que un individuo o grupo de ellos sean más exitosos o que lleguen a similares posiciones sociales, si se les considera que tienen menores capacidades u otro caso es cuando el que asciende en poder se transforma en “jefe”, Ítala Scotto nos describe esto así: “La rabia sorda, generalizada y reprimida que lo embarga encontrará objeto en los miembros de su propio grupo cuyas características se adecuen a la proyección de los aspectos rechazados o conflictivos de sí mismo.”, por ese motivo, es muy probable que se malestar se descargue en los que presume son inferiores. Para finalizar estas conductas no están limitadas por una formación académica, por ejemplo, en la Alemania pre-nazi la población tenía un nivel importante de formación, sin embargo cayeron en las redes de tal partido.

Si damos una ojeada a lo político, nos encontramos con lo siguiente: el extremo de la intolerancia política lleva al autoritarismo casi ineludiblemente, en el cual se pisotean todos los derechos, que van desde represión hasta la desaparición física, pasando por chantajes, encarcelamientos y torturas. Es un aglutinador muy utilizado dentro de los partidos, sin distinción de que defienden o utilizan como discurso. Generalmente se difunde y señala que es uno de las conductas en los partidarios de eso que llaman derecha, pero los canarios también cantan en otros tejados.

Los marxistas o “izquierda” que abogan ser los defensores de los derechos humanos y por ellos ser tolerantes, realmente desde sus principios son segregacionistas, así lo anota Andrés Della Chiesa***: “…la dialéctica marxista se diferenció rápidamente de la de Hegel gracias a su poco y nulo interés por lo trascendental. Con Marx la «verdad» debía pasar por lo objetivo, lo tangible y no por lo sensitivo o lo mental que, a su juicio, eran experiencias indescifrables. De modo que si existía un conflicto sólo podía darse a nivel material: en la explotación de una «clase» por otra. Así, al prescindir de la parte metafísica, el marxismo hizo de la dialéctica idealista de Hegel una dialéctica materialista. ¿Y qué mejor manera de resolver el problema de la dignidad humana, único obstáculo ante el Terror revolucionario, que arrebatándole al hombre aquello que precisamente lo dignifica, es decir, su carácter moral y espiritual?” Es decir, si la lucha de clases es objetiva, la violencia e intolerancia son del mismo tenor, por lo que se justifican como lo “normal”.

 

¿Por qué la ejercen?

Tal vez una de las principales premisas de un intolerante es: Yo tengo la verdad, mi grupo o las escrituras (Coran, Tanaj, Biblia, o no necesariamente sacras, como Mi Lucha para los nazis o El Capital para los marxistas, para citar algunas) son las poseedoras de ella. Quiero hacer la salvedad que existen tanto movimientos religiosos como partidistas que no tienen textos de calibre similar, pero ello no resta su peso para la génesis o valores unificadores de los movimientos.

Arnaldo Esté**** nos expone: Las ideologías son sistemas de recursos argumentales para soportar y expresar intereses compartidos por sectores de la población. Acompañan el crecimiento de la racionalidad moderna ocupando espacios tradicionalmente tomados por las religiones. Son criterios y referentes que le permiten a grupos o partidos distinguir, con cierta fidelidad, lo falso de lo cierto, lo correcto de lo incorrecto, los próximos de los extraños.”

Por ello necesitan de: “Los grupos o personajes que buscan poder económico, militar, religioso, artístico tienen que negociar con esas maneras de la verdad, como ya lo hicieron las religiones creando santos, mártires, símbolos, historias, milagros.” En breve, las ideologías sustituyen a la palabra santificada que está en esos libros primigenios y cumplen con similar rol dentro de los grupos.

Debido a ello, las membresías están inmersas en prejuicios: juicios de valor muchas veces sin respaldo, por no conocer; maniqueísmo, una visión dual, que hasta se puede decir superficial o simple; y por último, para no extenderme, pero no limitante, se considera a los oponentes como enemigos que no tienen derechos, son una cosa, y se deben eliminar o extinguir.

Voy a exponer un ejemplo del tema. Recientemente en una RRSS escribí que mi madre tenía paralizado un tratamiento por las protestas en Colombia, una persona me dijo que no debería criticar a las protestas por una ayudita a ella (fue mucho más sarcástico). Los que protestan tienen su derecho a realizarlo, pero también deberes, uno de ellos es respetar los derechos de mi madre, como en este caso su salud. Tenemos entonces, la intolerancia desde los que protestan por no respetar a los otros, como también, el de la persona que me interpeló por no aceptar que hayan otros puntos de vistas.

 

¿Hay solución?

Lo primero que debo apuntar, que por ser instintiva no se elimina, se puede minimizar. Dos serían las principales herramientas:

Educación, no me restrinjo a la formal recibida en aulas, ahora virtual, sino a la fundamental, la recibida en casa desde nuestra gestación y toda la que aprendemos y aprehendemos fuera de una escuela. Ella puede hacernos entender que el mundo es mayor a dos versiones opuesta, desde el yo y los otros, hasta esa concepción dualista y reductora de blanco y negro. Debemos asumir que toda información que percibimos tiene un propósito de sus creadores, por lo tanto no es neutra, que nuestra tarea es analizarla, criticarla y rehacerla cuando sea necesario.

Legislar, si el anterior punto es importante, no menos lo es que se emitan cuerpos de leyes que resguarden, conserven, fomenten y protejan a quien sean los otros o a quienes asumen la lucha por su reconocimiento y luchas.

Como hemos visto no es un camino sencillo, pero imprescindible el recorrerlo. Es un deber respetar los derechos de los otros, como un derecho el hacer que se respeten los nuestros.

La intolerancia por ser muchas veces sutil, no nos percatamos que la ejercemos, pero no por ello niega que sea tal y cause daños en el otro. Estar atentos para minimizarla es tarea de todos.

 

Bibliografía

*Arendt,  Hannah (2003) Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la Banalidad del Mal. Cuarta edición. Editorial Lumen. Barcelona.

** Scotto Domínguez, Ítala (1991)  Los Cuchillos de la Ausencia. Aproximación Psicológica del Desarraigo. CEVIAP KSK editores, Caracas

***Della Chiesa,  Andrés  (2021) La superación del marxismo. El Nacional, 2 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/la-superacion-del-marxismo/. Revisado el 2 de junio de 2021

**** Esté,  Arnaldo (2021) Un Mundo de Aldeas: La ideología. El Nacional, 5 de junio. En: https://www.elnacional.com/opinion/un-mundo-de-aldeas-la-ideologia/.  Revisado el 5 de junio  de 2021.

Wednesday, June 2, 2021

Manual para destruir un país (y II)

Jorge Cruz, Caracas, 2 de junio de 2021

El camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Este decir popular describe perfectamente lo que ha sucedido en Venezuela.

Las leyes de termodinámica nos dicen que nada es gratis, toda transformación de la energía genera entropía, contaminación; por ello aunque podamos obtener beneficios en el corto plazo, en el mediano o largo viene “el cobro de factura”, terminamos en el infierno. Para ilustrar lo expresado algo sencillo es una tea: en una noche oscura y fría genera energía lumínica y calórica, que nos puede ser útil para ver, cocinar, calentarnos o simplemente para reunirnos a conversar: pero también hay un residuo, las cenizas (contaminación), ya que es algo no deseado, su acumulación es un fastidio, aunque pudiera tener otros usos, eso es otra historia.

El régimen venezolano ha intentado ocultar su pésima gestión mediante la evasión de la publicación de datos. Es una fórmula trillada y utilizada, especialmente, por gobiernos autoritarios. No hay datos oficiales por lo que se han burlado públicamente a los presentados por ONG que se dedican a compilar y distribuir información, pero la verdad tiene patas cortas.

Ese no es el deber ser, ya que el Estado o quienes están allí no tienen que ser los únicos que controlan la “verdad”, se debe permitir que otros actores ejerzan funciones de auditoría, supervisión o propongan alternativas. El creer que su opinión o punto de vista es el acertado, negándose a escuchar otros (peor aún es perseguirlos, apresarlos y/o torturarlos), pues más pronto de lo pensado viene el cobrador, con terribles consecuencias para la población.

 

Regresando al tema agrícola

Luego se esa introducción, para dar pistas de por dónde va este texto, continuaré enumerando partes de las medidas que fueron cercando hasta asfixiar el campo.

Bajo el gobierno de Chávez se realizaron diversas expropiaciones e invasiones refrendadas jurídicamente, hasta se habló de una metodología para esconder este robo: Método Chaz, por Chávez y Carlos Azpúrua, propietario del hato La Marqueseña. En el cual, se llegó a un “acuerdo” (donde el dueño tenía figurativamente una pistola en la sien) para “donar” parte de sus terrenos, por tal motivo el empresario tuvo que aceptar a que su finca se redujera a un cuarto el tamaño de su tamaño original. Hoy las áreas confiscadas,  son un recuerdo doloroso de algo que fue próspero, no hay producción, un lugar que tenía ganado y recursos forestales, brilla por su ausencia la actividad humana. En este video, 7 años posteriores a la intervención, podemos escuchar a Carlos Azpúrua:  https://www.youtube.com/watch?v=x6CukidEf_A

Como señalé, los dueños de terrenos tenía una espada de Damocles, porque Chávez expresó en una de sus interminables y permanentes alocuciones: "La tierra no es privada. Es propiedad del Estado", algo que es falso, la ley dice que el subsuelo es propiedad, pero sirve para los fines que se proponía: amedrentar y satisfacer a una jauría de hienas hambrientas.

La producción  agrícola sufrió mucho con el chavismo, desde controles de precios de rubros que hicieron que desaparecieran al no ser rentables su producción, posteriormente, al nacionalizar Agroisleña (empresa que distribuía casi como un monopolio todo lo necesario para los rubros agropecuarios, que incluso servía de “banco” al dar crédito a los productores para ser pagados cuando tuvieran la cosecha) no hubo agroquímicos (fungicidas, insecticidas, fertilizantes…) y la renombraron como Agropatria, cambio en el nombre y dueño, que no fue útil para los agricultores o ganaderos, ya que han manejado pésimamente los inventarios, como tampoco han habido préstamos, tan necesitados durante la siembra hasta que se obtuvieran los frutos.

Tampoco funcionó la adquisición por los dos sistemas de mercadeo creadas por el poder: Red Mercal y PDVAL, ambas dieron prioridad para abastecerse a los productos importados (las comisiones eran más rentables, en dólares, que buscar ingresos similares, en Bolívares, con los empresarios nacionales). Una muestra de lo dicho es que en el 2010, después que el gobierno nacionalizara el puerto de Puerto Cabello, más de 120.000 toneladas de alimentos se pudrieron en el dicho espacio. La importación era lo que reinaba. La cacareada soberanía alimentaria estaba en las aduanas por donde ingresaban todas las mercaderías del extranjero.

Además, las importaciones se llevaban a cabo con dólar subsidiado, mientras que la producción nacional debía pagar a Bolívares (“libres”), por ello, por ejemplo, en una ocasión al comparar precios de quesos, me encontré con un queso uruguayo madurado, que implica mayor procesamiento y tiempo para ser puesto en venta, costaba un 30% menos que un queso fresco venezolano. Esto provocó una competencia deshonesta, donde lo nacional era golpeado duramente, por una revolución salvajemente corrupta y capitalista.

Para completar la película en el 2012 se triplicó el déficit del país, la reelección de Chávez le costó un ojo de la cara a la nación, que generó una inflación cada vez mayor, aunque nunca se controló bajo el comandante, ya para el 2013 se hace imparable hasta que en el 2017 comienza a ser una hiperinflación hasta nuestros días. Con lo cual se golpeó aún más a este sector.

La guinda la están poniendo la cantidad de alcabalas en las cuales los comerciantes de vegetales deben dejar una bolsa de comida para las gloriosas fuerzas represivas del Estado. Recientemente dio declaraciones un comerciante que transporta hortalizas desde La Grita (centro de distribución de tales rubros en el Táchira) hasta Caracas, en la cual afirmaba que debía preparara 40 bolsas con sus productos para distribuir en cada puesto de control. 

Quizás uno de los casos que más ira causó entre la oposición fue el de Franklin Brito. Él era un productor agropecuario en el estado Bolívar, cuyo fundo fue intervenido en su gran mayoría, por lo que este productor inició una huelga de hambre de la cual nunca salió con vida y su caso nunca fue resarcido por las autoridades, las cuales prometieron, sin nunca cumplir. Lo anecdótico es que esta persona era militante del partido en el poder, a pesar de ello sufrió las consecuencias de las políticas de robos “legales”.

Todos esos desatinos ha provocado la mayor migración a escala mundial sin una guerra de por medio. Se ha gestado un “exilio” de profesionales (incluidos investigadores de experiencia), estudiantes a media carrera, técnicos calificados y mano de obra no especializada.

Lo anterior ha dado como resultado la destrucción de centros de investigación agrícola, por ejemplo el de mayor peso: Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha casi totalmente desaparecido, básicamente se ha dedicado a programar y publicitar talleres que son producido en el exterior, fuera de ello, sus acciones son contadas. En las universidades públicas ha sucedido algo similar, los laboratorios no tienen presupuestos, menos aún personal. Ha sido un proceso de muerte lenta.

¡Todo se paga! ¡Tarde o temprano! El chavismo ha dejado desolación en lo agrícola y pecuario, como también en los otros sectores de la economía, servicios y vida social, en general. Prometieron villas y castillos, todo era una vil escenografía mientras han intentado monopolizar todas las instancias, repitiendo el esquema fracasado por las naciones socialistas como la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China antes de su viraje hacia el capitalismo, Vietnam de similar camino al anterior, Cuba (empantanada, no sabe hacia dónde ir), Corea del Norte (en donde lo militar y su cúpula son los únicos beneficiados), entre los más populares.

No solo es una sola verdad, es un solo partido, un monopolio del Estado en cuanto a producción y distribución, un control de todas las instancias o poderes del Estado; todo ello cargado de mucha retórica de cambio, realmente, con ello sólo se buscó el sustituir un empresariado por otro más leal, cooptar los movimientos sociales, reprimir como única “arma” disponible y distribuir hambre.

Desde hace pocos años han iniciado una traslación de 180 grados. Se han vendido empresas nacionalizadas en bancarrota a precio de gallina flaca o negociado el retorno a sus anteriores propietarios; el dólar, una moneda maldita y por años acusada de culpable de una guerra económica que saboteaba el quehacer nacional, es alabada y se ha convertido en casi una moneda oficial, ha sustituido al Bolívar por lo escaso (ya que pierde valor diariamente y es costosa su impresión, porque cada cierto periodo de años se tiene que cambiar de cono monetario); el cambio también es casi libre, hay un precio oficial y otro negro, que diariamente se actualizan para estar cercanos en su monto; a un alto número de las importaciones se les has eliminado los impuestos, se sigue con una economía de puertos; hay dos tipos de salarios, uno paupérrimo para los funcionarios y pensionados y jubilados (en Venezuela son diferentes) que no pasa de los $15 verdes y otro de un grupo de empresas que pagan en dólares y con salarios más o menos cercanos a los internacionales; han casi desparecidos lo controles de precios de las mercaderías, entre otras medidas, que pudiéramos llamar capitalistas. Capitalismo de bodegón*, lo ha llamado Ignacio Ávalos.

Repetir modelos que dejaron en números rojos a otras naciones lleva al mismo lugar de ellas. La agricultura, que ha sido mi tema, es un reflejo de lo que sucedió en el resto del acontecer nacional.

Ese no escuchar a otros, el creerse poseedores de la verdad absoluta ha creado un legado que se tardará varias generaciones para recuperar. La intolerancia, que aún continúa, ha demostrado que no es la vía, que tales conductas llevan a la ruina, porque toda acción tiene su entropía y quien la acumula o paga los platos rotos es, especialmente, la población de menores recursos.


* El bodegón son unos nuevos locales que venden casi exclusivamente productos importados, la moneda de pago es el dólar y por sus precios es sólo accesible para cierto grupo de la población.