Monday, May 31, 2021

Manual para destruir un país (I)

 Jorge Cruz, Caracas, 27 de mayo de 2021

¡Si repites lo mismo el resultado será el mismo! Se ha dicho que una frase similar ha sido expresada por el famoso físico Albert Einstein, no ha sido comprobado, sin embargo se asume como tal. Yo la usare para dar inicio a dos textos en los cuales pienso desarrollar mis puntos de vista sobre lo que ha acontecido con la producción en el campo venezolano.

Supuestamente el chavismo era, porque prometió, una alternativa para varios de los deseos postergados de la ciudadanía, aunque terminó convirtiéndose en un calvario.

El mesianismo que promulgó fue beneficioso para sus propósitos, pero fatídico para la nación. Porque el que creen en los mesías recompone la historia, desecha lo que pudiera enlodar la figura y sólo se queda con la epopeya, eso épico que fue solamente promesas, proyectos inacabados que venden la sensación de que se están haciendo obras para favorecer, provocar acciones que supuestamente llevan al paraíso, como la participación, aunque realmente solo es para controlar y poder mantenerse el líder mesiánico en el poder.  

No importan los productos, únicamente la venta de sensaciones, la ilusión que se está construyendo, por ello tantas iniciativas que a medio camino eran desechadas, mientras se construía un sistema tautológico, que se explicaba a si mismo, que permitía perpetuarse en el poder, como fue la enseñanza de los Castro.

 

Revisando la historia

Si echamos una ojeada, no exhaustiva y más como crónica, del devenir de Venezuela nos podemos percatar como se destruyó una producción agrícola, que podemos casi automáticamente extender a otros sectores y aún más arriba: un parque industrial relativamente importante, una economía, un país. En este artículo haré exclusivamente énfasis en la primera mencionada.

Todo comenzó con la radicalización de un proyecto el 13 de noviembre 2001, con 49 leyes aprobadas mediante una ley anterior, Habilitante (del 14 de noviembre en Gaceta Oficial N° 37076 y corregida en la N° 37077), que permitía pasar por encima de algo que la Constitución exigía: discusión por los gobernados. Varias de esas legislaciones causaron escozor en una parte significativa de la población, por ejemplo, una ley de tierras que abrió la posibilidad de expropiar o invadir terrenos, algunos “improductivos”, otros con siembras que eran destrozadas, en otros sus trabajadores abandonaron en masa para que pudiera ser declarada tierra yerma...

Desde ese año se inicia un proceso de robos, se mencionan más de 5 mil, porque muchas de las fincas, haciendas, hatos o terrenos expropiados nunca fueron cancelados, esto se ejecutó bajo el mando de Chávez hasta que abandonó el poder, ya que era una de las formas de ganar votos, aunque realmente significaran pan para hoy hambre para mañana y continuó hasta nuestros días, aunque ahora se nota un giro de 180 grados, intentos de devolución a sus propietarios originales, pero nunca se ha eliminado abiertamente la amenaza de la confiscación.

Con el tiempo se comenzó a hablar de una Reforma Agraria, a pesar de que en décadas anteriores, en buena parte de Latinoamérica se llevaron a cabo iniciativas de este es tenor que terminaron en un rotundo fracaso, incluyendo Venezuela. No importaba repetir figuras que auguraban un fin fantasioso, lo importante era seducir a una masa que ansiaba sangre: quitar a los que tenían.

En el 2010 se promulgó otra Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (Gaceta Oficial Nº 5.991 Extraordinaria del 29 de julio de 2010), como también una reforma del Código Penal, en el cual despenalizaron la ocupación de tierras; todas esas medidas dieron como resultado lo que era conocido por experiencias previas: destrucción de lo productivo por la rapiña, promesas de ayuda técnica que nunca apareció, intentos de convertir a campesinos en gerentes agrícolas, regalos de algunas reses, cerdos, gallinas y/o semillas, que en la totalidad de los casos simplemente sirvieron para alimentar a los propietarios o los animales que luego eran sacrificados, hubo tentativas de crear cooperativas que terminaron en una nada, intentos y más intentos, ilusiones y más ilusiones.

También se crearon figuras diversas, por ejemplo: Fundos zamoranos, cooperativas agrícolas o  nudes (Núcleo de Desarrollo Endógeno) que terminaron siendo un rotundo fracaso y con ello la reducción de la oferta de rubros agropecuarios.

 

Medidas desmedidas

Todas estas deleznables decisiones crearon un caldo de cultivo para casos aberrantes. Voy a mencionar algunos conocidos en primera persona y otro por los medios.

Por hechos que no vienen al caso describir, conocí a un productor pecuario: tenía ganado y cría de caballos desarrollados en su finca. Su propiedad estaba compuesta por la zona de pastoreo y otra que era la falda de una montaña desde la cual bajaban las quebradas que surtían de agua a la propiedad, tal como sucedía en el hato arriba mencionado; pero no solamente de agua, sino también de leña o palos para reparar los corrales. Esa falda era un bosque el cual se intervenía para obtener lo mencionado, pues esa área fue declarada improductiva e invadida con el aval del Estado y la “justicia”, cuando realmente era una zona de amortiguación y conservación, al deforestarla disminuyó volumen de agua que de allí venía, con perjuicio para los invasores como para el ganadero aguas abajo. Luego de un tiempo, robos de ganados y caballos, los invasores abandonaron la tierra, afortunadamente ya hay algunos parches de árboles por lo que se espera que el bosque pueda recuperarse.

Otros casos son mencionados en un artículo por un querido amigo Pablo Kaplum, quien expone casi todo lo que he dicho para dos zonas de Venezuela: Aquí hago una interrupción como geógrafo al relato, para exponer una opinión profesional sobre algo que con nuestros colegas, no hemos analizado a fondo acerca del devenir agrícola de nuestro país. Y es que en un tiempo pasado pudimos – en tanto muchos de  nosotros de izquierda y en mi caso personal lo sigo siendo, pero una cosa es la visión ideológica y otra es si un país llega a los actuales niveles demoledores de autoritarismo vividos hoy en Venezuela-; personalmente he cambiado de parecer acerca de lo que normalmente se conoce como “empresariado agrario”.

Con compañeros estudiantes de la Escuela de Geografía de la UCV, haciendo extrapolaciones poco rigurosas, del referente académico merideño Luis Fernando Chaves, juzgábamos como grandes dañadores del ambiente a este perfil de empresarios. Hoy mi mirada es distinta, después de patear el Sur del Lago o adentrarnos en los Llanos venezolanos y conocer la bravura de esas tierras, con escasa fertilidad y alta acidificación del suelo (lo último vale para los del Llano, no es así el Sur del Lago), he pasado a admirar a esos emprendedores que arriesgaron capitales no siempre provenientes de las arcas del Estado (como generalizábamos burdamente) y lograban niveles de productividad notorios ante condiciones tan adversas….una cosa es pasearse por los campos europeos y otra, muy distinta, salir de tu casa con muy poca indumentaria y encontrarte a una serpiente mapanare en medio de tu caminata o hasta un jaguar…o que simplemente te ataquen los mosquitos en esas calientes tierras…o lograr dominar esa espesura de sabana tropical y saber cuál árbol tumbar y cuál es útil como sombra o como equilibrio de especies en el ecosistema.

Hay toda una sabiduría allí que esta “revolución” ha anulado, vejado, humillado, expulsado, expropiado en forma arbitraria sus tierras, calificando de “ociosas” terrenos sabiamente separados para el imprescindible barbecho…y, sin embargo, ni siquiera pagado a sus antiguos dueños, para entregarlos a dudosas asociaciones, integradas casi todas por personas que no sabían cómo carrizo (“know how” es el término gringo) gerenciar esas tierras para hacerlas producir más allá de saber el hecho de sembrar y cosechar...” (https://www.elnacional.com/opinion/gaucho-y-no-gocho-el-criador-de-un-caballo-de-la-urbe-andina-2/ ).

Resumiendo, las expropiaciones, nacionalizaciones son un robo descarado por los que detentan el poder, que a la larga solo traen pobreza.

Copiar modelos que han demostrado en diversas partes del mundo que son fallidos e intentar hacer creer que pudieran ser exitosos es la venta de una ilusión, que tiene beneficios políticos para quienes la promueven y manejan el poder, pero aguas abajo sólo dejan un desierto.

 El seguir pregonando que el Estado debe asumir más funciones de las que puede es dañino. Más aún si insisten con las reformas agrarias, el campesino necesita educación para mejorar su Know how, capital para sembrar y aguantar hasta que se tengan frutos, aprender a administrar mayores cosechas y dinero, saber vender, entre otras medias, ello no se logra simplemente auspiciando o permitiendo invadir

Venezuela es un ejemplo claro, como Cuba, lo fue la URSS, China … que no es mediante la creación de un monopolio en manos del Estado que se puede superar los problemas del campesinado. Sustituir con algo similar o más control estatal no es la solución.

¡Aquellas lluvias trajeron esto lodos!

Monday, May 24, 2021

Identidad: Ser o no ser

Jorge Cruz, Caracas, 24 de mayo de 2021

¡Estamos en épocas de reencuentros! ¡Con nosotros mismos!

Uno de los fenómenos de la diáspora es que al entrar en contacto con otras nacionalidades, algo que era relativamente ajeno para muchos, sobre todo desde el rol como un foráneo, nos miramos y nos decimos, generalmente en voz interna: ¡Yo no soy como ellos!

El primer golpe para muchos es en el habla. Aunque en cualquier país hispanoparlante, supuestamente, deberíamos entendernos sin problemas, descubrimos que parte de nuestras palabras, dichos o incluso construcción semántica no existen o tienen otro significado, algunas veces hasta nos sonrojan al saber que hemos dicho. Nada que apuntar si es otro el idioma que domina, del cual empezamos a dar unos primeros pasos: es un sentirse desvalido, hasta que podemos expresar nuestros sentimientos o comprender lo que nos exponen, al principio muy a medias, donde la imaginación o la kinestesia es importante.

Luego empezamos a notar otros aspectos: forma de responder ante los problemas; el significado de la amistad o conocidos; la forma de comenzar una conversación para matar el tiempo, sea en la espera del transporte, la cola de un trámite, el encuentro casual en un autobús o ascensor… (esa forma de hacer “amigos” instantáneos y fugaces), entre otros.

Las sensaciones del que abandona su lugar es de desconcierto, sabe que no pertenece allí, pero ha tomado una decisión, algunas veces por ser la única vía que ve como escape a una situación económica angustiante, en otros casos como una forma de desarraigo, de no pertenencia y otro grupo por acoso político.

Al arribar al nuevo territorio hay un sentimiento de falta de raíces, puede llevar a tomar varias vías, dos extremos opuestos son: intento de mimetización, asumir lo más pronto posible sus modismos, formas de actuar…; el contrario es una lucha permanente por mantenerse como un extraño, no se intenta aprender las nuevas formas de hablar o idioma, por ejemplo.

Aunque, a pesar de todos los esfuerzos y energía “invertida” en la transformación, más aún si es de resistencia, siempre tendrá una sensación de no pertenencia, de estar en un limbo cultural, se sabe ajeno a la nueva y desear renunciar (o no) o desligarse de la original.

Emerge aquí una pregunta: ¿hay una cultura venezolana? La realidad es que si y no, es un mosaico de diversas localidades, ya sean andinas vs costeras; orientales contra occidentales y centrales; hijos de inmigrates europeos o latinoamericanos llegados hace unas décadas en el siglo pasado y del otro lado los que tienen mayor tradición, desde indígena hasta español (con sus diversos orígenes: península o las islas) y africano, también con lugares distintos de la geografía de dicho continente. Además, debemos sumar a ello, la extensa vías de comunicación que se construyó desde mediados del siglo pasado, como también de los medios de comunicación, especialmente la televisión, con mucha penetración porque era relativamente barato adquirir un televisor, lo que permitió ir creando estereotipos que se distribuyeron a lo largo y ancho de la nación. Traigo un ejemplo: el habla del malandro.

En pocas palabras, el venezolano no es un ente definible, sino un agregado de préstamos culturales, de resistencia y descarte, de selección de opciones (generalmente inconscientes) y por último de sentido de identidad con símbolos, discursos, maneras de hacer, que aunque dispares se pueden decir que dan un sentido de pertenencia; como también cambios, no es estática.

Voy a extenderme un poco más en los dos últimos mencionados: una cosa es la identidad y otro el sentido de pertenencia.

 

Las elecciones

La identidad, casi como la nacionalidad, se adquiere por haber nacido en un territorio o por consanguinidad, en términos legales les llaman: lus soli, para el primero y lus sanguinis para el segundo.

Aclaremos un poco, por ver luz en un lugar no significa automáticamente ello, sino por los lazos que se crean a lo largo de su transcurrir en la vida, por la asimilación o copia de los modelos de conducta de sus progenitores, familiares, amigos y lo aprendido en la escuela o medios. Es decir, se asume la cultura en la cual se transita.

Por consanguinidad, debo señalar que es algo no real, pero lo utilizo para poner un nombre; no es por los genes o la sangre que corre en nuestras venas, sino porque en casa nuestros padres y/o abuelos nos transmitirán la cultura en la cual están “registrados”. En diversos casos los padres deciden no enseñar el idioma materno, pero ello no significa que no trasladen a ellos su forma de ver el mundo. En breve, por más que se intente que sus hijos se integren, siempre tendrán formas de comportamiento que son ajenas a la cultura en la cual viven. Como dice una adagio que se origina en un verso de una canción: “Por más que te tongonés, se te ve el bojote”; por ello considero que es preferible ofrecer la “herramienta” del idioma es un plus que sería de utilidad, con toda seguridad en el futuro de ese niño.

Ahora el siguiente concepto: sentido de pertenencia.

Él, se puede percibir en su definición, escoge. Yo pertenezco a donde yo decida, es una selección, algunas veces conscientes, aunque generalmente son inconscientes, ya que en la escogencia hay elementos que son sensitivos y algunos mínimos racionales. Yo secundo plenamente esta frase de quien recientemente falleció, Humberto Maturana: No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones.”.

Yo puedo estar rodeado de contenidos de una cultura y “decido” pertenecer a otra, por ejemplo, en la comunidad donde vivo se escucha, baila y canta salsa, yo puedo escoger el rock como mi música preferida, con ello inicio una transformación, que puede abarcar mi vestimenta, comportamiento, filosofía...

Esto es lo mismo que sucede cuando se traslada a una cultura o territorio diferente al original, como está ocurriendo a los migrantes venezolanos. Hemos visto en los medios fotos o videos en los que aparecen con la franela vinotinto, la que utiliza la selección nacional de fútbol o con gorras con la bandera o con la bandera ondeando, que nos da el mensaje de adaptación a medias o resistencia ante un entorno en el cual se sienten extraños, de no pertenencia.

Aunque pareciera que me he referido principalmente para el caso venezolano, es algo que está presente para todas las culturas, con más o menos similar dinámica, sin embargo, la venezolana está siendo sometida a un proceso de mayor aceleración, dada su gran movilización, tanto dentro como fuera de su territorio.

Por este motivo, cada vez que viajamos, ya sea dentro o fuera de casa, al regresar sentimos esa sensación de estar en el lugar indicado. Una de las manifestaciones común al avión tocar tierra es aplaudir, no por estar en tierra sino por estar en el hogar, ese lar grande que es la nación o ciudad, pero especialmente por la “cueva” donde habitamos, la cual puede estar en el lugar donde nacimos o cualquier otro espacio que hemos elegido como tal. Esto también funciona para la cultura.

 

Conclusiones

He querido argumentar que una cosa es que se nazca e identifique con una cultura como propia y otra que se asuma como tal. Son dos momentos diferentes.

Desde el momento del embarazo comenzamos a recibir información y sensaciones de nuestros padres, especialmente de nuestra progenitora, esta se va acumulando a medida que crecemos, por ello se convierte en nuestra identidad y primera cosmovisión.

Por muchos siglos esta fue la forma tradicional, la comunidad en la cual crecimos era el centro de toda la información que aprendíamos y asimilábamos.

Al aparecer los centros urbanos, que se fueron enriqueciendo con migraciones, esta historia comenzó a tener otro perfil, los recién llegados traían otra formas de ver y comportarse, pero además, iniciamos una pertenencia a diversos espacios o comunidades: el vecinal, el religioso (que no necesariamente eran los mismo participantes), el de centros educativos, el equipo de un deporte x, entre otros; con ello nuestro acervo se expande, son diversos los encuentros y diversas las informaciones.

Por ese motivo, podemos tener una divergencia entre la identidad y la sensación de pertenencia, el ser miembro de una cultura que no necesariamente es la que nos vino de “fabrica”.

Sunday, May 2, 2021

La infamia

Jorge Cruz, Caracas, 1 de mayo de 2021


“Cuando se acabó el dinero para financiar a los Motorizados,

el Estado decidió compensarlos con una propina. No cobrarían

el salario revolucionario completo, pero tendrían patente para

saquear y arrasar sin control.”

Karina Sainz Borgo: La Hija de la española

 

Hay maneras de molestar hasta el cansancio, hay formas de actuar que hacen que afloren tus más ocultos instintos y solo sientas rabia, impotencia y maldigas, aunque en voz baja, a quienes abusan de tu paciencia, que juegan con tu tiempo…

Voy a realizar una  especie de crónica macabra que he padecido en un reciente viaje desde la frontera hasta Caracas.

Primero debo aclarar varios puntos:

La ruta por tierra en cuestión que comenzó en San Antonio y culminó en el Distrito Capital, generalmente no suelen ser más de 15 horas.

La Guardia Nacional, entre una de sus funciones, está el intentar controlar tres aspectos: entrada de inmigrantes ilegales, impedir el contrabando y el tráfico de estupefacientes.

Para ello tiene la potestad de solicitar documentos de las personas que comprueben si son nacionales o foráneos que han sellado su ingreso, para el primer caso señalado; los dos siguientes se pueden ejecutar con la revisión de los equipajes, de las vestimentas e incluso de su cuerpo, si consideran que ha adherido o ingerido artefactos que contienen polvos que alteran la conducta normal de los individuos;  o mediante el uso de perros amaestrados en detectar drogas, para el último, si se desean ser más ágiles en su labor.

Este cuerpo policial debería, por lo tanto, determinar formas de actuar que faciliten la vida de los ciudadanos no que se sientan ultrajados y ser ejemplo de ciudadanía.

Por último, todos mis compañeros de viaje venían del exterior, algunos con deseos de no regresar, por lo tanto, sus equipajes eran voluminosos, con contenidos desde la ropa propia, los regalos y encargos para familiares y amigos, juguetes para los niños que los habían acompañado o los que los esperaban en casa…


Un drama de varios actos.

Llego un día al estado Táchira por su población cercana a Cúcuta, Colombia, en horas de la mañana, adquiero un pasaje hacia el centro del país con la ilusión de estar a la mañana siguiente en horas tempranas en mi hogar, pero no contaba con la malsana astucia que me había preparado el “gobierno”.

El periplo comenzó a la una de la tarde, debía salir de SA y acercarme a la frontera con el estado Mérida, de allí abordar unos taxis para cruzar la línea divisoria y arribar a El Vigía, desde donde partiría a mi destino final. Este primer trayecto, generalmente se toma un lapso de 4 a 5 horas.

Entre SA y Ureña, municipio colindante, tuvimos que pasar por 7 (siete) alcabalas, en todas ellas se perdía algo de tiempo, pero lo que era cotidiano era una negociación en la cual nosotros los pasajeros debíamos colaborar. En varios casos hubo amenazas como: “yo puedo permanecer aquí hasta bien entrada la noche, ustedes deciden que hacer”, por lo tanto, debíamos pasar una gorra con la colaboración “voluntaria” de cada uno de nosotros. En otras ya tenían tarifas preestablecidas por unidad que por allí pasara, que iban desde los $10 hasta los $15 verdes. Lo anterior no evitaba que inspeccionaran, con displicencia en la mayoría de ellos.

En todo el trayecto hasta EV fue la norma, creo haber contado 18 en total, por tal motivo, nuestro arribo se retrasó por casi el triple del tiempo arriba mencionado.

A las 7:00 am. del día siguiente partimos de EV, en la primera alcabala nos esperaban con un firulais, el cual realizó su recorrido y señaló uno de los equipajes, el cual revisaron a fondo, para solo determinar que era porque llevaba manzanilla entre sus pertenencias. En principio, estábamos tranquilos, en poco tiempo, casi una hora habíamos pasado la primera barrera, aunque bajo una garúa, esas que no mojan pero empapan. Todo ellos solo era el preludio de una travesía infernal.

Desde más o menos las 9:00 am. hasta el día siguiente era que iba a terminar el suplicio.

Luego de esa primera comenzó un rosario de presencia de puestos de control de la GN, en todas ellas se repetía el ritual: todo el mundo abajo con todos los equipajes que estaban dentro de la cabina del autobús, hacer colar, recoger el equipaje que estaba fuera, en los compartimientos para dicho fin, y esperar hasta que revisaran todo ello.

El grupo de compañeros de éxodo trabajó como un equipo, nos organizamos de tal manera que primero pasaban los con destinos más largos, luego los que tuvieran niños, aunque fueran distancias más cortas, le pedíamos que sacaran todo y nos dieran las bolsas o maletas que otros nos encargábamos de empacar, luego que pasara la requisa: Todo lo hacíamos para ganar tiempo.

A pesar de toda esa forma conjunta, las demoran giraron, de la mayor 4 horas y media, hasta la menor, ya mencionada como la inicial de este segundo día de recorrido.

En pocas palabras, el camino se hizo largo y tortuoso (como el título de aquella hermosa canción de los Beatles), pasamos casi 40 horas montados en el transporte, algo que se podía haber hecho en casi una tercera parte.

 

Preguntas sin respuesta de quienes deben.

Lo primero que me viene a la mente es: ¿Es posible realizar esto de una manera diferente, que no signifique maltrato para los que se quieran movilizar en el territorio nacional en la semana flexible? La respuesta es positiva. Generalmente los que se mueven por estos tipos de vehículos son los mismos desde el punto de partida, hay otros destinados para recoger en los puntos intermedios, por lo que, por ejemplo, con una revisión o máximo dos, se puede comprobar que los tres grandes asuntos a controlar cumplan con lo deseado. Se puede revisar la legalidad de cada pasajero en el lugar de la partida o un sitio intermedio, cercano a la salida; igual, en tal puesto se realiza una revisión de las pertenencias, con lo que se puede comprobar si lleva mercancía para la venta que no está declarada o narcóticos, para este último hay una forma expedita: firulais y su extraordinario sentido del olfato.

¿Quiénes son los perjudicados con estos operativos? El pueblo llano, porque los ricos o capitalistas, como les encanta llamar los simpatizantes y el cogollito que usurpa el poder a quienes poseen riqueza monetaria, utilizan medios en los que se les examina una sola vez.

¿Por qué se han establecido tantas alcabalas? No puedo negar que aquí entro en la especulación, mi primera y única respuesta es para “completar” el mísero sueldo que reciben los GN.

Quiero narrar una historia que me comentó un conductor. Unos días antes, una persona fue obligada a beber Cocacola y luego leche, esta combinación provocó una descompensación, lo que forzó a su traslado a un hospital, allí se le practicó un lavado, no se encontró lo que se sospechaba, pero si el comentario de un médico: “un poco más y se nos va” y la tardanza de más de tres horas para que el autobús continuara su rumbo.

En resumen, puedo afirmar que esta es una de las diversas formas de castigo que se tiene contra la población de escasos recursos (como vemos no ha cambiado nada, a pesar de tanto discurso contrario, sino que han empeorado, donde antes habían dos alcabalas ahora hay el triple o más). Quizás lo más terrible es la corrupción generalizada que reina en dicho ente, ejemplo palpable de lo que sucede en otras esferas, tanto superiores como inferiores.

La gloriosa y victoriosa GN (ante el pueblo que protesta sin armas) nos muestra sus valores: vendidas a un poder que maltrata, reprime, tortura, asesina y pare de contar; unos generales y con seguridad, más arriba, que giran órdenes para perturbar el libre discurrir de los individuos; un permanente enriquecimiento  o completar la quincena a manos de representantes del pueblo contra el mismo pueblo.

No es simplemente el tiempo que se pierde de manera irrecuperable, sino el robo que realizan al más necesitado.

Esta es un muestra más de los logros de la revolución bonita: mayor corrupción; hurto de pertenencias o dinero a quienes les ha costado tanto conseguir; un reguero de alcabalas que tienen como objetivo el maltratar, ya que quienes padecen ello deben gastar más en el camino, llenan de ansiedad y desespero, tanto al que se transporta como los que los esperan (debo recordar que venían de afuera, por lo que no contaban con medios de comunicación); los que iban con pequeños, intentar contener sus deseos de moverse o manifestar que están fastidiados; los comentarios naturales era un odio contra los entes represivos y sus mandamases por tanto abuso del poder, un deseo de regresar para más nunca volver a pisar a su patria querida...

Dos palabras sintetizan el actuar del alabado cuerpo represivo, por el oficialismo, y quienes están al mando de esta entidad y el país: extorsión y tortura al pueblo.