Las diferencias con la cuales realizan ciertas acciones se
da en las palabras utilizadas, pero hay similitud en sus argumentos y mucho más
aún en sus resultados.
Los conservadores o grupos de derecha han utilizado su
fortaleza en el poder para perseguir y excluir a aquellos que llamaban comunistas,
Joseph McCarthy en los EE.UU. es el ejemplo más vivo de ello, se llevó ante
jurados a personas de las que se sospechaba simpatizaban con el apelativo antes
mencionado, se les sometió al escarnio público, se les prohibió trabajar y
algunos sufrieron cárcel. Hay una película: El Testaferro (Martin Ritt, 1976) que
nos retrata el sufrimiento de aquellos acosados por tener un pensamiento
diferente.
Los socialistas (según se han llamado los que practican el
llamado Socialismo de Siglo XXI) no se ha quedado atrás al llegar al poder. En
Venezuela ha habido diferentes términos para soslayar: proimperialista,
pitiyanqui, vendepatria, oligarca, entre otros. Se han aplicados listas
(Tascón) para botar o impedir la contratación de todas aquellas personas que
difieren o están en contra de lo que dice el presidente y sus seguidores.
Como vemos, cambian los conceptos (si es que los podemos
llamar así), más no los argumentos: son personas que están afiliadas o ligadas
a otro país, Rusia para los simpatizantes con la “izquierda”; por un lado y por
el otro, a EE.UU. (el imperio) para los que le hacen ojitos a la “derecha”.
Todos ellos son coartados de un derecho básico: disentir y
se utiliza como medio principal el no acceso económico, para ahogarlo (una
tortura no declarada) en sus ingreso y, por supuesto, pagos. Es una censura que
se cierne, como espada de Damocles, para acallar las críticas. Cuando se quiere
ser más directo se encarcela, por medio de cualquier falencia: si eres
funcionario público se acusa de corrupto o evasor.
En resumen, duele que algunos amigos de Laure, compañeros de
estudio y colegas, que compartimos diferencias ideológicas, partidistas u
opinión, que pasamos juntos por varios años ratos de molestia, alegría o
tristeza; ahora se hagan de la vista gorda, que no digan esta boca es mía, que
incluso para algunos pareciera que alegrara que sucediera eso con esa “escuálida”.
Definitivamente el poder ciega, envilece e incluso nos convertimos en aquello
que tanto criticamos en nuestra juventud.
¡Qué triste tener que escribir esto el día de la mujer!
excelente Jorge y comparto contigo todo lo dicho
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