Saturday, July 18, 2020

Fanatismo religioso y laico (y IV)


Estando en una reunión dos amigos simpatizantes del oficialismo en Venezuela expresaron que NINGÚN gobierno había construido viviendas para sectores populares, NINGÚN presidente había realizado algo como la Gran Misión Vivienda, yo sólo les pregunté donde se habían criado, uno en los bloques del Cementerio y el otro en Caricuao, a lo cual repliqué nuevamente: ¿Entonces, nunca se habían construido viviendas de interés social? Obnubilados por el discurso, donde la envidia juega un rol importante, niegan las obras de los que son los adversarios de su militancia o fanatismo, para sólo señalar un punto de sus expresiones. Su fanatismo es del tipo religión civil, que desarrollé en el anterior texto.

Es decir, se tiende a cometer el error de escuchar un discurso y luego, lanzar sin analizar, se actúa como los MP3, reproducir lo que está grabado hasta el cansancio.

Se compran narrativas, como si fuese un producto adquirido en un mercado. Como se confía en el producto (les recomiendo leer una artículo anterior de mi pluma: Confianza y expectativas: dueto económico)¹ no se mira las recomendaciones, ingredientes…  solo se usa.

Lo que describo arriba se da por algo que los sicólogos han llamado distorsión cognitivas. Explico lo que ello significa: “Las distorsiones cognitivas son aquellas maneras erróneas que tenemos de procesar la información, es decir, malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro alrededor, generando múltiples consecuencias negativas.” ² Por este motivo, estos amigos olvidaron sus orígenes, las narrativas adoptadas provocan esas deformaciones de lo percibido o experimentado.

Otro aspecto a rescatar o resaltar del primer ensayo es que el fanatismo existe cuando hay una explicación finalista, no es un medio que se adapta o cambia. Los procesos pueden variar, las metas no, el fanático no percibe esos pasos intermedios, sino solo conclusiones, su creencia es la explicación de todo y es única e irrevocable, no hay medias tintas.

¿Quiénes son presas fáciles del fanatismo?
Todas aquellas personas que se sienten vulnerables y sin poder, proyectan esas deficiencias en los que lideran su tribu, en los cuales se endorsa el rol de salvador(es). La vulnerabilidad puede aparecer en un momento de la vida de alguien: muerte de un ser querido, crisis económica, pérdida de trabajo, una gran incertidumbre, mezcla de las anteriores…, posteriormente esta etapa o hecho puede desaparecer, aunque ya el permanecer en la zona de confort que ha creado el nuevo estado o pertenencia, el pertenecer a una tribu provoca un costo moral alto abandonarlo, por ello es una decisión cuesta arriba. El sólo pensar en la pérdida de ese estado, hace brotar el luto. El cambio, a su vez, es una fuente de angustia y ansiedad. Sucede lo que Rodolfo Izaguirre expone: “La perplejidad plantea la tensión que una persona siente cuando se encuentra entre dos opciones y ambas están totalmente sujetas a su moralidad.”³

Nuval Yoah Harari en un libro citado en el anterior artículo no señala: “(…) Un orden natural es un orden estable. No hay ninguna probabilidad de que la gravedad deje de funcionar mañana, aunque la gente deje de creer en ella. Por el contrario, un orden imaginado se halla siempre en peligro de desmoronarse, porque depende de mitos, y los mitos se desvanecen cuando la gente deja de creer en ellos.” 4; es decir, los fanatismos siempre están en la cuerda floja, en un equilibrio riesgoso.

Sin embargo, cuando la narrativa comienza a fallar, se utiliza la cultura del miedo y en última instancia el terror para mantener el control y la feligresía. El terror es aceptado a regañadientes, pero mientras no se vean claras otras alternativas será la forma de control. Tal como nos afirma este mismo autor: “(…) Los ejércitos, las fuerzas policiales, los tribunales y las prisiones trabajan sin cesar, obligando a la gente a actuar de acuerdo con el orden imaginado.” 5 y nos culmina, más adelante en este mismo texto diciendo: “(…) un orden imaginado solo puede mantenerse si hay grandes segmentos de la población (y en particular grandes segmentos de la élite y de las fuerzas de seguridad) que creen realmente en él.” 6

Porque al final los fanáticos tienen creencias, no ideas o razonamientos. Las explicaciones están inmersas en un cúmulo de credos y dogmas.

Se puede superar ese miedo, sí, pero se debe estar consciente que ello significa salir de esa zona de confort que da la militancia, sea religiosa (laica o escolástica), es replantearse que les han vendido la ilusión de un adversario que posiblemente sea un AMIGO, en mayúscula, porque el mundo en realidad no está hecho de blanco y negro, de enemigos y aliados, sino de amigos que tienen diferentes puntos de vista. El mundo es mucho más complejo que un maniqueísmo ideologizado.
Para mejor precisión conceptual lo que he nombrado en el inicio de esta serie como fanatismo lo voy a identificar así: el de menor arraigo lo podemos llamar: simpatizante, el de mediano como militante y el extremo como fanático en sí.

Sintetizando
A manera de conclusión de este grupo de reflexiones en capítulos he querido demostrar que el fanatismo, para responder a por qué y cómo necesita una narrativa, ese discurso unificador y justificador de sus acciones, en el primero. En la segunda entrega presenté como uno de los sentimientos más importantes en la unificación es la envidia, la cual puede ser para beneficios de los miembros en su empatía con el afuera o como pegamento que refuerza su sentido de grupo y ataca el otro. La tercera tuvo como objetivo mostrar que para el accionar del grupo es necesario algo más que un discurso o un sentimiento, es explotar el imaginario por medio de un sentir de grupo: la tribu, donde el todo es más que la suma de sus partes, un conglomerado que busca medio responder a sus miedos o preguntas sin respuestas, las cuales he unido bajo el concepto de religión (valga la aclaratoria, se puede pertenecer a más de una “religión”, como pertenecemos a más de una tribu: la del vecindario, la de la iglesia, la de los compañeros de trabajo…). En este último he querido señalar que tanto la narrativa, el sentimiento de envidia, como esa masa de feligreses comienza a transformar su visión de la realidad, la llamada distorsión cognitiva.

Como podemos visualizar el rol fundamental del fanatismo es jugar con los sentimientos, buscar respuestas innatas, explotar lo instintivo o animal que hay en nosotros.

Quiero aseverar que el último estado del fanático, el extremo, es el más peligroso, en él las narrativas forjan eso que llaman distorsión cognitiva en su máxima expresión, es un finalista a ultranza, cuando habla es para ser eco de lo escuchado por sus partidarios, es un consumidor neto de la “propaganda” que adentro se genera, su ceguera puede desembocar en masacres.

Sin embargo, los otros dos niveles no se pueden descartar porque al sentir “ataques” en alguno de sus aros de identidad van a responder con similar encono. Ninguno está inmune a participar en actos contrarios a los que sus principios dictan. Quizás el ejemplo más ilustrativo es el nacionalismo, los liderazgos saben que la envidia contra el otro manejada de manera acertada puede hacer que todos esos fanáticos “descarriados” o medianamente distantes vuelvan al redil al tocar la tecla de una invasión, entre otras opciones venidas del otro, el “extranjero” o apatrida.

Tal como mencioné en el anterior texto, lo importante es entender que no hay enemigos dentro de la nación o cualquier otro espacio del aro de identidad, sino visiones diferentes; que las críticas de esos otros son valiosas para poder avanzar, muchas veces señalan alternativas, errores, amplían el espectro de acercamiento…

Por último, he querido demostrar que el fanatismo nutre las religiones y lo contrario, es un círculo de mutua retroalimentación; como también que hay religiones en el estricto sentido del término, pero que hay otros ámbitos no adoradores de divinidades que realizan conductas similares, que los disparadores son de similar origen, tales como la envidia, sostenida por narrativas que justifican sus actos y crean el orden imaginado que menciona HNY y, a su vez perversiones en la forma de asumir la realidad.

Está de cada uno de nosotros el tender puentes y reconstruir lo destruido, con  un fanatismo cercano a cero y alta empatía. Debemos limpiarnos de la contaminación o entropía que las narrativas, la envidia, las religiones, en fin, el fanatismo generan en nuestra vidas; debemos reusar, reciclar y reconstruir nuestras creencias para convivir mejor.
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Notas:

¹ Cruz, Jorge (2020) Confianza y Expectativas: Dueto Económico. En: www.jorgecruzo.blogspot.com

² La mente es maravillosa (2019) ¿Qué son las distorsiones cognitivas?  07-01. En:

https://lamenteesmaravillosa.com/que-son-las-distorsiones-cognitivas/

³ Izaguirre, Rodolfo (2020) Incertidumbre. El Nacional, 14-06. En: https://www.elnacional.com/opinion/incertidumbre/  Revisado el 14-06-2020.

4 Harari, Nuval Yoah (2015) Sapiens, A Brief History of Human Kind. Vintage Books.
5 Idem
6 Idem

Monday, July 13, 2020

Fanatismo religioso y laico (III)


Jorge Cruz, Caracas, 10 de julio de 2020

Hace muchos años, luego de un arduo juego, en el cual quedamos campeones, comenzaron los actos de premiación, antes de ello tocaron el himno nacional, yo que estaba más que agotado me había sentado, me obligaron a levantarme, era contra mis deseos, pero no quería más reprimenda.

Esa anécdota pasó a mis recuerdos, hasta que ya adulto, sucedió algo similar. En esta ocasión si me pregunté ¿por qué tanto protocolo o reverencia?  ¿Por qué me trataban como un hereje? Entendí que había algo como una religión en ello.

Años después me topé con un texto de Robert N. Bellah: Civil Religion in America¹, en el cual exponía, entre otros puntos, que los símbolos nacionales se han convertido en algo sacro, una religión civil. Como podemos leer a continuación:

“Aunque las cosa personales como religión, creencias, adoración y asociación son consideradas estrictamente privadas, hay al mismo tiempo ciertos elementos comunes de orientación religiosa que la mayoría de los estadounidenses comparte. Ellos juegan un rol crucial en el desarrollo de las instituciones y aún provee una dimensión religiosa a toda la red de la vida americana, incluyendo la esfera política. Esta dimensión pública religiosa es expresada en un grupo de creencias, símbolos y ritos que yo llamo la religión civil estadounidense.”

Con el pasar del tiempo seguí esporádicamente reflexionando sobre este tema, aunque fue realmente con el chavismo en el poder que inicié más seriamente una investigación. Fue lenta, había otras ocupaciones, en diversos momentos asomé la idea, fue más reciente que decidí que era tiempo de plasmar algo al respecto.

Masticando la idea más concretamente me topé con un texto de Joaquín Villalobos², en el cual él expresa, cosas como esta:

“(…) la idea misma de la revolución entendida como un acontecimiento transformador de la historia es deudora de la religión. Los movimientos revolucionarios modernos son una continuación de la religión por otros medios”.

Más adelante afirma:

“Guevara dio fuerza a la mitología religiosa izquierdista al asociar violencia, sufrimiento y martirio con redención y transformación revolucionaria. Cuestionar esta mitología se convirtió entonces en herejía, no importa que se estuviera frente absurdos evidentes.”

“(…) Sin embargo, las evidencias de guerrillero inepto, cobarde y de hombre sanguinario no impidieron su santificación como ícono revolucionario heroico, representante del bien.”

No quiero con lo anterior resaltar su actuar, sino más bien sobre lo que significó su partida.

Estoy partiendo de un supuesto que debo ahora aclarar, religión. Generalmente la asociamos con una creencia que practica una relación con una divinidad. La conexión que realizo en este ensayo es con la cultura, es un producto cultural, por ello tanta diversidad, por ello he iniciado con un tipo de prácticas que parecieran no ser “religiosas”, aunque si tienen diversos puntos de encuentro.

Son tipos de comportamientos en los cuales hay mitos, ritos, tabús, creencias, dentro de los límites que permite la cultura, para buscar “ayuda” ante situaciones que vemos con insolubles (tales como enfermedades, perdidas, momentos cruciales, entre otros) o ante preguntas que no obtenemos respuestas racionales (origen de la vida, por ejemplo), aunque también ante entes intangibles como el Estado, la ideología de un partido político (segunda variante), o ídolos de la farándula o deportivos y los equipos en los cuales militan (este tercer grupo es el más terrenal, son semidioses en los cuales adoramos sus capacidades y habilidades, las cuales no poseemos).

Como había adelantado, las religiones, sacras o no, están inmersas de la cultura que las alberga. Ella genera símbolos: como la cruz del cristianismo, los patrios de cada nación, el dorsal en la franela del jugador o el peinado de la celebridad; lenguajes: cada comunidad crea metalenguajes, esas especificidades que hace que entre ellos se entiendan, para hacerlo gráfico, el lenguaje técnico de la informática es manejados por quienes estudian esta rama del saber, igual fenómeno sucede entre los adoradores de un culto, yo he anotado en el primer artículo de esta serie sobre ello, quizás lo más representativo son los cantos e himnos; como parte o continuación de lo anterior hay una narrativa que cuenta “epopeyas”, en las cuales hay descripciones de ritos, tabús y hasta éticas, que modelan el actuar de sus miembros (podemos recordar los 10 mandamientos del cristianismo); cuando son con tendencia a ser comunidades cerradas hay circuitos económicos. Es el reino de la imaginación, como lo expone Nuval Yoah Harari en su libro: Sapiens³, ese que nos ha permitido aceptar como real una persona jurídica, es decir, en realidad la CocaCola no existe como ente físico, aunque si interactuamos con sus productos.

Las religiones han jugado un papel fundamental en la integración de comunidades, en especial las mayores a 150 individuos, número tope según este último autor.4 Ellas han sido un buen pegamento del ser humano para crear sociedades o metrópolis como las actuales, esta es la cara positiva, el problema es que la línea divisoria entre esa faceta positiva y una negativa es tan fina que muchas veces no se percibe cuando se cruza, esta última es destructiva, es la que ha producido guerras, tales como las del Islam y su guerra santa, aún en curso, las cruzadas en la Edad Media, la inquisición y otra tantas, en otros planos, tenemos las barras bravas de los equipos, los grupos de choque de partidos políticos o, debemos incluir, las Fuerzas Represivas del Estado.

En resumen, tenemos dioses y no tan dioses, que veneramos como sobrenaturales en los cuales delegamos que cumplan con nuestros deseos “imposibles”. Estas expresiones tienen dos caras, que pueden servir para el beneficio de la comunidad o para su enfrentamiento y hasta aniquilamiento. El sincretismo es una de sus cualidades, hay una narrativa que marca las líneas gruesas y un permeado hacia la cultura donde se asienta o intenta penetrar.

Las iglesias, los Estado, los partidos políticos, los equipos de deportes o representantes de un país en una olimpiada o mundial, un artista de renombre tienen atributos de similitud, como hemos visto; también especificidades, no ha sido esas diferencias mi zona de acción en este escrito.

Quiero finalmente aclarar que no ha sido mi intensión juzgar, solo he estado analizando un fenómeno humano, como tantos otros. Cualquiera de dichas expresiones y sus consecuentes conductas son un espacio individual, el cual respeto. Si espero que se entienda que no deberíamos cruzar la línea positiva de acción porque el resultado ha sido familias y comunidades fracturadas, amigos de larga data que no se pueden ver, grupos que se tratan como enemigos, que en muchos casos solo lleva a la imposición a la fuerza, con sangre derramada para alcanzar dicho fin. Debemos cultivar la empatía, tolerancia y respeto hacia el otro, somos especies sociales, en las cuales la cooperación y competencia son esenciales, si únicamente damos peso a la competencia nos estamos condenando como especie. Las religiones dan espacio para ellas, es nuestra actitud la que decide cual es el rumbo.
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¹ Bellah, Robert N. (1967) Civil Religion in America. En: http://www.robertbellah.com/articles_5.htm Revisado el 5 de marzo de 1985.
² Villalobos, Joaquín (2020) Cuba: final de la utopía.  1 de julio. En: https://www.nexos.com.mx/?p=48573#_ftn3  Revisado el 6 de julio de 2020.
³ Harari, Nuval Yoah (2015) Sapiens, A Brief History of Human Kind. Vintage Books.
4 Idem.

Wednesday, July 8, 2020

Fanatismo religioso y laico (II)


Jorge Cruz, Caracas, 6 de julio de 2020

-¿Viste la nueva camioneta que adquirió Pedro?
-Sí, seguro debe estar en algún guiso, uno de esos negocios sucios.
-No vale, ese ha sido por su trabajo, varias veces lo he ido a visitar y me lo he encontrado con muchos proyectos, algunos andando otros armándolos. Yo he estado cocinando algo también para ver si puedo tener mejores ingresos.

Esa ficticia charla entre dos amigos nos muestras dos tipos de actitudes ante el bien material de otro, son muestras de un sentimiento: envidia.

La envidia puede ser constructiva o destructiva, para el primer caso se intenta imitar o superar al otro; lo contrario es que se intenta denigrar; acosar; quitar lo envidiado, si es un objeto; o eliminar, físicamente.

Que no dicen Wikipedia al respecto:
 “En el ámbito del psicoanálisis la envidia es definida como un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseído por otro. La envidia daña la capacidad de gozar y de apreciar lo que posee uno mismo. Es el factor más importante del socavamiento de los sentimientos de amor, ternura o gratitud. La envidia es un sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseado por el individuo envidioso, quien tiene el impulso de quitárselo o dañarlo.”

“(… ) la envidia, según la psicología evolucionista, sería una emoción que nos motiva a mejorar, y de ahí su lógica en el mejoramiento de la evolución  Así se entiende que la comparación social juega un papel fundamental en la manera en que nos percibimos a nosotros mismos.”

“(…) Tristeza o pesar del bien ajeno.”

“De acuerdo a la primera definición, la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. De acuerdo a esta definición lo que no le agrada al envidioso no es tanto algún objeto en particular que un tercero pueda tener sino la felicidad en ese otro. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.” ¹

Como podemos ver, este sentimiento está casi a flor de piel, siempre tendemos a compararnos y al percibir diferencias, deseamos lo que el otro posee, ya sea su capacidad intelectual, física para el deporte, manual para manipular o crear objetos, monetaria, recursos (territorio, aguas, minerales…), entre otros;  es sentirse desvalido ante las potencialidades y habilidades que tiene el objeto que tomamos como espejo para medirnos, por tal motivo emergen diversos tipos de sentimientos y conductas.

Por otro lado, la envidia es un arma que los líderes manejan a su antojo, les sirve para buscar aliados o crear “enemigos”, para formar una grey y perseguir o saquear al “contrincante”o, en un sentido positivo, producir nuevas metas y logros. En pocas palabras, un líder es exitoso en la medida que sepa manipular la envidia de sus súbditos, puede ser utilizada en los dos sentidos señalados, un buen gerente saca lo mejor de los que tiene a cargo, generando una competencia sana.

En acción…

Envidiamos al exitoso, al que podemos tildar de corrupto o explotador, cuando vemos por el lente de lo destructivo. Este tipo de actitud está muy presente en los partidos políticos, iglesias, partidario de un deporte y en el grupo de fobias relacionadas a los que pertenecemos a la misma especie, aunque diferentes, tales como: xenofobia, homofobia, aporofobia, entre otras.

Generalmente tiene un carácter agresivo contra el envidiado o lo envidiado del otro, puede ser pasiva hasta que hay un disparador o catalizador, desde ese momento puede pasar de acciones “suaves”, como burlas, aunque algunas veces no se puede considerar como suave el ataque verbal, hasta el odio y desprecio que genera actividades físicas como destrucción de propiedades u objetos, robo, expropiación o invasión (las propiedades pueden ser terrenos de siembra, edificaciones de viviendas, galpones dedicados a la producción o incluso cosas menores como un bolígrafo, libro, ropa, utensilios, equipos, etc.) y el caso extremo que es la desaparición física del envidiado.

Aquí aparece un sentimiento poco amigable: odio. Si además, existe impunidad por parte de los que deberían legislar, los resultados pueden ser graduales o finales; de suave, puede saltar rápidamente a violencia. La impunidad es un gran alimento para la envidia y el odio, el sentirse alguien con poder para determinar los objetivos o rutas de otra persona y sin que tenga que rendir cuentas ante nadie, es una mezcla peligrosa, que, en muchos casos, concluye con el asesinato. La más sanguinaria de las opciones.

Tengo que aclarar que muchas veces pareciera que fuera otro el motivo, pero si analizamos a profundidad el origen de tales conductas nos lleva a la envidia como la fuente. De forma natural, siempre tendemos a comparar y en ese proceso puede aparecer la frustración de no ser similar o superior al otro, por lo cual se puede transformar en resentimiento, si es alimentado por discursos anti x.

Ya señalé arriba que también puede ser una actitud positiva, como la barra que debemos superar con mucho entrenamiento y un buen salto.

En el área de gerencia se tiene un término de origen idiomático inglés, benchmarking, que pudiera traducir como tener como faro el mejor en el área en el cual se desempeña una corporación para mejorar el logro, que pudiera ser para alcanzar un estándar de igual medida o por encima de la misma.

En pocas palabras, en este caso nos encontramos con dos términos: reto para superar la situación actual, mediante sus propias habilidades y capacidades y competencia, ese deseo de emular para superar al otro.

Resumiendo, la envidia puede ser un arma que permite destruir o una herramienta para erigir. El uso por los líderes, especialmente los políticos, es hacia lo destructivo, hay que dividir para reinar, tal como ha expuesto Maquiavelo en su famoso libro El Príncipe. Por ello, tenemos que realizar una introspección para determinar nuestras conductas hacia los otros, indagarnos porque tanta intolerancia hacia el otro.

Solo cuando lleguemos a descubrir el origen de nuestra envidia, podemos redirigirla y comenzar un nuevo rumbo que sea para el crecimiento, ser similares o mejores que nuestros maestros o guías.

Dejamos, además, de ser los borregos que seguimos fielmente a la masa y a los líderes podemos ponerlos en su sitio o luchar por cambiar el rumbo.

En ese día Pedro sólo será una meta a alcanzar.
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² Maquiavelo, Nicolás (1999) El Príncipe. El Aleph.com. En: https://mega.nz/file/PYcTABxa#rnXqmWAGWMw6SCYlKUGLESRFuxB5lAxXJofH6g34nWY