Jorge Cruz, Caracas 14 de mayo de 2016
Estoy totalmente convencido de la guerra económica que han
emprendido los empresarios nacionales e internacionales, en complot con el
imperio.
Todo comenzó allá por los primeros años de los 90, las
grandes corporaciones, con su planificación estratégica (no se si oráculo de
por medio), a sabiendas que Chávez asumiría el poder iniciaron el cierre de sus plantas en el territorio nacional,
dejando pocas áreas de producción, por ejemplo, Pocter and Gamble dejó solo una
planta para producir jabón en Lara, siendo que antes de esas fechas aquí
estaban plantas para producir cada uno de los productos e, incluso, el área
administrativa de Latinoamérica.
El resto de productos que veíamos en los estantes de
supermercados eran traídos vía Colombia o de ese país vecino (Sí, leyeron bien:
COLOMBIA).
Como ya he dicho, estas empresas hacían planificación
estratégica, ellas previeron ese gran paso revolucionario que era expropiar,
control cambiario y de precios ¡Realmente son unas malvadas!
Lo que si dudo que adivinaron era ese otro gran logro de la
revolución: Cerrar la frontera con Colombia (Sí, leyeron bien: COLOMBIA).
Con esto el país ha logrado dos cosas maravillosas: Culpar a
los empresarios de un boicot por vaciar los estantes de supermercados y otros
similares y, por el otro, no permitir que vengan productos vía Colombia, así
combatimos el bachaqueo.
Otro gran éxito ha sido restringir las ganancias de esos
explotadores llamados empresarios. Ilustro lo afirmado: Estamos obligando a
Polar a producir harina de maíz (con insumos comprados a dólar subsidiado, no
el flotante) para que pueda vender a Bs. 20, como en ello no hay pérdida para
el empresario, hemos tomado otras medidas, como por ejemplo, no tomar en cuenta
que tiene que comprar los empaques, que como podremos imaginarnos están por
encima de Bs. 20; en pocas palabras, hemos logrado que esa malévola empresa
esté en la obligación de vendernos la harina gratis; además, como parte de
nuestra contraguerra, todas las empresas productoras de harina están funcionando
a media máquina (no podemos permitirnos que seamos nosotros mismos los
explotadores y que tengamos que vender por debajo del precio real) ¡¡Pura
ganancia revolucionaria!! ¡Somos unos genios!
Con todo lo anterior podemos decir que estamos venciendo la
guerra económica, hemos puesto a vender productos gratis, hemos acabado con la
explotación del hombre por el hombre que hace el capitalismo y finalmente hacer
lo contrario de ese precepto, como lo exige el socialismo.
¡Socialismo, hambre y suerte! ¡Disculpen se me chispoteó! No
recuerdo el eslogan original.
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