Jorge Cruz,
Caracas, 12 de febrero de 2014
Una vez un amigo en España me comentó una frase que ha sido
de buena referencia: “Una ley que no cumple nadie es una pobre ley, una ley que
no cumple un hombre es un pobre hombre”.
Las leyes son normas que más o menos convenimos para la
convivencia. Cuando es injusta, generalmente se convierte en pobre ley, aunque
muchas veces no se aplica porque no se previó sus costos que la convierte en
tal. Cuando alguien no cumple con una ley es un infractor de la ley, un
delincuente.
Mi padre me enseñó que es importante ser un ciudadano, un
hombre que cumple la ley y despreciar a los que son pobres hombres.
El difunto presidente Hugo Chávez en una ocasión realizó una
violación a la ley, entre muchas otras, en la cual no solo se burló de ella
sino que solicitó apoyo para burlarse de ella, estoy hablando de la ocasión
cuando fue multado por el Consejo Supremo Electoral y pidió a sus seguidores
que contribuyeran a pagarla.
Ese acto de pasar por encima de la ley y, luego, para
cumplirla hacer una fiesta, una celebración, un despliegue de su poder, me
disgustó enormemente, para mi cayó en el grupo de delincuentes, de pobres
hombres.
Pero allí no quedaron su labores, para poner un ejemplo, se
transmutó en ejecutor de la ley, en la persona que dicta sentencias, en juez
del Estado; estoy refiriéndome al caso de la jueza Afiuni.
Ella, como es bien sabido, puso en libertad a una persona
que se le venció el periodo legal para ser mantenido tras las rejas, es una
persona que tiene mucho dinero, gracia a ello logró aligerar procesos que para
los que no tienen recursos económicos, o incluso políticos, puede significar
permanecer preso por tiempo indefinido.
Su caso es sano recordar, ella aún permanece pagando pena
por esa decisión. En su momento ella se encontró en la disyuntiva, se hace
cumplir la ley o no, se ha vencido un plazo para que los fiscales del Estado
sustancien su causa y se proceda a realizar un juicio y, por ello, ante el
acoso de los abogados del acusado, decidió tomar una opción: dar la libertad.
El difunto presidente, dictó sentencia aún antes de que la
jueza fuera detenida: 30 años de cárcel. Ella permanece con una sentencia que
le permite estar en casa, pero presentación ante la ley cada cierto tiempo y
prohibición de hablar sobre el caso.
Lo más inaudito del caso es que el Estado no ha dictado una
sentencia firme en contra de ella, no se ha podido probar que ella fue
partícipe de la fuga del acusado que liberó, a pesar que ya tiene más de 4 años.
Sin embargo, nunca se ha mencionado que la culpa realmente
fue de los fiscales que tenían que actuar dentro del tiempo estipulado por la
ley para presentar cargos contra el acusado. Él (ella o ellos) puede que
continúe demostrando su incompetencia, nunca ha pisado una celda, que, si nos
atenemos a la ley, deberían ser los culpables de la decisión que tuvo que tomar
la jueza Afiuni.
Por otro lado, hemos visto que para el caso de las toneladas
de comida que se pudrió, haciendo que el Estado perdiera millones de dólares,
los acusados también fueron liberados utilizando el mismo articulado de la ley,
no se pueden mantener más de dos años sin una sentencia; aquí no ha habido ni
fiscales ni juez que esté pagando condena por un acto doloso y costoso para la
nación. Es decir, en un acto jurídico una jueza está pagando condena, sin una
sentencia real, solamente porque el difunto presidente dictó su sentencia; en
el otro caso no hay presos por las pérdidas a la nación (peor aún, los que
estuvieron acusados volvieron a sus puestos de trabajo como si nada hubiera
ocurrido). En ambos casos la incompetencia (para el segundo creo que fue
premeditada) por parte de los fiscales ha sido la norma, en uno la juez fue
sentenciada por el presidente de la república y paga su condena, en el otro no
hay dolientes de ningún tipo.
Como vemos, el que se obró como el guapetón del barrio que se
burla de la ley, llamando a que otros paguen por su falta (por cierto, desde
allí no ha habido más “violaciones” a la ley del sufragio en contra de los
candidatos del gobierno, porque ese acto hizo que la ley se convirtiera en una
pobre ley, aunque sigue vigente), pero más tarde asume funciones que no están
establecidas en la Constitución, menos aún en ley alguna.
Tampoco ha mejorado la justicia en el periodo que tiene el
chavismo afincado en el poder, sino todo lo contrario. Con solo hacer una
sencilla suma de cuantos opositores están bajo procesos judiciales y cuantos
del oficialismo notamos una proporcionalidad desmedida hacia los que no simpatizan
con el socialismo, pero además, si sopesamos el liderazgo de ellos, se ve a
simple vista que la impunidad es la que ha dominado para los afectos al
gobierno.
Este artículo de Gonzalo Himiob https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=687243961297232&id=128723753815925
es claro al respecto, más aún si recordamos las palabras de Maduro cuando se
reunió con los alcaldes: “Es un tema delicado”; no es de justicia que él está
hablando, es de política, es delicado para los votos duros, es delicado para
los que buscan culpables. Pero de regreso al artículo, una vez más nos muestra
la incompetencia de los fiscales para poder buscar pruebas en una sentencia o
quizás solo nos reafirme que no es necesario hacer justicia, sino castigar al
que no sea fiel.
Así mismo, me pregunto cómo se puede confiar en un gobierno
que violenta la ley o que premia al que la violenta. Dos ejemplos, el
expresidente del Centro de Estudiantes de Trabajo Social fue condecorado por el
mismo presidente de la república, por haber irrumpido en un acto protocolar de
la universidad, burlase de las autoridades universitarias y tirar la comida que se tenía para el agasajo;
Joao de Gouveia, que asesinó a varias personas en la Plaza Altamira, fue
enviado a Costa Rica como parte del equipo consular. Con esos antecedentes,
cualquiera buscaría matar a más de uno para ver si me dan el cargo de
embajador.
Yo estoy consciente que la justicia generalmente existe para
los que tienen poder económico y/o político; por tal motivo, caen en las más
bajas categorías para mi quienes son infractores de la ley; además, no quiero que se convierta a toda la normativa vigente en unas pobre leyes, yo
no deseo ser un delincuente, un pobre ciudadano y menos aún en un pobre hombre.
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