Wednesday, November 27, 2013

La intolerancia e hipocresía como valor supremo



Jorge Cruz, Caracas, 24 de noviembre de 2013

Se dice que el invierno es de color blanco por estar todo cubierto de nieve. Yo lo recuerdo como algo falso, mientras nevaba, había una tendencia hacia ese color, luego el hollín de los carros iba cubriendo su aspecto para tornarse cada vez más oscuro. Así es la realidad. No es unicolor o el maniqueísmo de dos contrastantes, son tonalidades, tratar de reducirla a ello, es posible en un discurso pero no en la naturaleza.

Recientemente estaba en una reunión donde una persona que es “abiertamente” contraria al gobierno de turno en Venezuela, manifestó de la necesidad de revisar el Plan de la Patria porque era vital para pensar en el futuro del país y de las políticas que el gobierno sigue. Yo me sorprendí y cavilé desde entonces, creo que comprendí su posición.

Esta anécdota nos muestra varias lecturas que es sano resaltar: Los planes estratégicos de la nación no son nuevos, aunque ahora tengan nombres que son bueno para el marketing. Antes se les llamaba Plan de la Nación con un número romano agregado.

Segundo, los Planes son como la Constitución, la base sobre la cual se debe orientar el país. Ellos tienen que ser el referente para construir el porvenir de esta patria querida.

Tercero y posiblemente lo más importante, hay mucho de fanatismo de parte del chavismo que no intenta dialogar o comprender a esa diferenciada oposición. Toda persona que no muestra simpatías con el chavismo es tildada de caprilista (seguidoras de Henrique Carpiles), toda es unificada bajo una misma tolda.

Hay tanta intolerancia que cualquier muestra de punto de vista contrario es suficiente para catalogar a quien lo expresa como un apátrida, pitiyanqui, entre otros epítetos; porque aparentemente los únicos que quieren construir el futuro del país son los rojos rojitos.

No podemos negar que ha sido una estrategia de sus dirigentes, especialmente de quien fue su vocero principal, para tener un voto duro, dividir para reinar, decía Maquiavelo, convertir o crear la ilusión, por medio del discurso, de poner alpaís en dos puntos de vistas enfrentados, enemistados, irreconciliables y un largo etcétera.

Ha sido más de una década en la cual se niega al otro, se le arrincona,  se le niegan espacios, se busca su claudicación, un tiempo en el que se les culpa de las ineficiencias propias, donde ha prevalecido la cultura del miedo: cada cierto lapso se anunciaba un magnicidio, luego era una invasión, después un saboteo, más tarde una corrupción. Todo ello buscando a peligros ficticios, pero eficientes para dominar por medio del miedo a los otros o a la figura del otro satanizada.

No puedo negar que ha habido intolerancia por el lado no chavista, pero no por ello se puede ocultar que quienes han tenido de su lado la posibilidad de una cadena nacional, con todos los medios transmitiendo, para acusar, acosar, y denostar no son los grupos contrarios: ha sido y es el gobierno, porque de esa manera es que ha obtenido mayores beneficios (dividir para reinar).

Nunca en la historia se había perseguido o botado de un trabajo por firmar un referéndum o mostrar poca simpatía por el gobierno (lista Tascón), nunca se habían burlado de los contrarios por utilizar programas del gobierno (Mercal no es exclusivo para los chavistas), nunca se había hecho necesario el vestirse para asistir a marchas a riesgo de ser fichado y expulsado del trabajo, nunca desde la máxima posición (presidencia) se entorpece, ataca a gobernadores o alcaldes contrarios a tu tolda política, nunca se había burlado públicamente de artistas reconocidos internacionalmente desde el gobierno, nuca se había desconocido la defunción de expresidente (sucedió especialmente con Luis Herrera, quien por cierto tuvo una política de participación bastante amplia), nunca se bloqueó páginas o acceso a información por considerarla “peligrosa” en instituciones públicas (recordándome a las piras de libros de ciertos personajes), hay tantos nuncas que no quiero seguir cansando.

Ha sido un juego perverso de separar, enemistar, ver a todo el que se opone a tus ideas en un ENEMIGO (de guerra), en el cual el jefe máximo del país ha dado las directrices y sus partidarios, casi todos, siguen ciegamente, donde también han participado los “otros” porque ven su espacio atacado, una justicia que no los toma en cuenta o la alternativa de claudicar en tus principios o irte del país. Por ello vemos que se han roto amistades de larga data, familias, matrimonios y pare de contar.

No puedo negar que me causa gracia (amarga), el escuchar a muchos hablar sobre solidaridad, hasta se les sale un lagrima, por x población y luego cuando se dirigen al contrario, que puede haber sido tu amigo o familiar, de llamarlo escuálido, pitiyanqui y otros epítetos más, (del otro lado: monos, chavistas de mierda, etc., pero la lista es más corta y no tiene tantos adjetivos, lo que demuestra que tiene menos uso).

Me hace acordar de un humor negro que he escuchado varias veces para referirse a los gobiernos: En política internacional es vegetariano y en la nacional caníbal.

Hay tanta intolerancia e hipocresía, especialmente por los que están en el poder, que da nauseas.

1 comment:

  1. Faltó agregar: Nunca el Estado ha tenido tantos entes: ministerios, carteras ministeriales, institutos autónomos... y en tan pocas manos, se repiten los cargos,

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