Sunday, August 25, 2013

Pobres leyes o ¿no?



Jorge Cruz, Caracas, 14 de agosto de 2013
Hace ya algún tiempo un amigo me dijo una de esas frases que te dejan mucha enseñanza: “Si  un hombre no cumple una ley, es un pobre hombre, pero si hay una ley que nadie cumple es una pobre ley”.
Tal vez parezca existencial la afirmación, pero a lo largo de mi recorrido por este amado planeta y en especial Venezuela, he leído, comentado, participado en debates sobre leyes. Muchas de ellas, para no decir la mayoría, no han servido para aguantar libros en un estante porque no tiene tanto volumen para  dicha labor, pero si quedan tragando polvo y cada cierto tiempo, cuando conviene, es sacada de su marasmo; es decir, nuestro cuerpo legal está pleno de pobres leyes.
He expresado lo anterior porque cada vez con más frecuencia escucho o leo leyes que me parecen innecesarias desde sus orígenes o que no se pueden aplicar por razones que voy a exponer más adelante.
Para comenzar, esa visión que TODO se tiene que legislar es un desperdicio de recursos: humanos,  económicos, de tiempo, etc. las razones son varias, voy a enumerar dos: toda ley tiene costos en su ejecución y para su ejecución se necesitan adaptar el Estado a esta nueva situación.
Vamos con mi primer argumento. Cualquier acción tiene su impactos, positivos y negativos, ninguna acción es absolutamente positiva ni negativa, sino una combinación de ambas. Lo que a corto plazo luce como positivo, el largo tiende a desmentirlo o lo contrario.
Esto significa que cuando se aprueba una ley se tienen que medir sus impactos, entre ellos está los recursos para resarcir o minimizar los impactos negativos. En pocas palabras, no es solamente discutir sobre los beneficios de una ley, aparentes en muchos casos o menores de lo esperado en otros tantos,  sino de los costos asociados en su ejecución.
Mucho mayor es el costo o dañino el hacer que aparezcan leyes en la Gaceta Oficial, sin reglamentos para la implementación de algunos de sus artículos, porque allí se genera un gran vacío que es alimento para la corrupción o injusticia: la discrecionalidad de quien la aplica es lo que prima, por lo que se puede sancionar a favor o en contra, si hay una compra de “conciencia” o solamente se usa para castigar a quienes me adversan o tengo que ajusticiar como un hecho de venganza o ejemplo para otros.
El segundo caso es otro vicio: no hay preparación en las instancias del Estado para la entrada en vigor de una ley, en ellas reina la premura, se necesitan leyes para ayer (lo cual demuestra que muchas veces se legisla con un objetivo de castigar y no de gobernar), por lo que se aprueban hoy y mañana aparecen publicadas en la GO, con lo cual se hace que sean de aplicación inmediata.
Voy a utilizar un ejemplo hipotético para demostrar ello. Se decreta una ley sobre el grado de pureza de debe tener el agua que debe considerarse potable. Para ello se necesitan equipos que sirvan para medir los estándares requeridos, personal técnico que pueda hacerse cargo de los equipos de medición, laboratorios, con sus espacios, reactivos, vehículos para el traslado del personal y sus equipos, vestimenta especial para evitar la contaminación del personal, y otros, solamente tomando en cuenta la ejecución del cumplimiento de la ley, se suma a ello la parte penal, grupos de jueces que se encarguen de procesar a los que incurran con denunciados como faltantes a la ley, cárceles para apresar a quienes sean hallados culpables, personal para retener a los denunciados, desde el momento de su captura hasta su retención en un recinto penitenciario, entre otros.  Como podemos observar, hay una cantidad de inversiones que tiene que realizar el Estado, como también los entes o individuos privados, para poder hacer que una ley pueda ser cumplida.
Otro aspecto también que se suma, una ley no es eterna, por lo que requiere de ser evaluada y monitoreada para medir su efectividad y eficiencia; ya que con el pasar de los años, se transforma en una carga por inadecuada o que su accionar fue inútil por no tener suficientes recursos para su ejecución.
Yo puedo decir que en el país hemos sido líderes en legislación sobre algunos aspectos, por ejemplo,  recuerdo cuando estuve en Río de Janeiro, Brasil, por la Cumbre de la Tierra, participantes de ONG de varios países latinos se me acercaron para solicitarme les enviara diversas leyes, éramos  considerados los líderes en lo ambiental en ese momento; también ha sucedido en cuanto a derechos humanos, aunque también nos hemos convertido en líderes del no acatamiento de la legislación. Yo miro con envidia a diversos países por sus logros legislativos y reales en el cumplimiento, posteriores a los nuestros pero que si se ejecutan.
Sin embargo, hay otras áreas donde no hemos avanzado, a pesar de lo necesario, hemos visto leyes aprobadas que no son tan apremiantes.
Pongo un ejemplo, nuestro retiro laboral. En el país existe un doble ingreso luego del retiro: la pensión que nos otorga el Seguro Social y la jubilación que se da por la cantidad de años (desde los 20 en el sector público o en la empresa privada a los 30); en principio ahora todos podremos percibir una pensión, pagando cuotas o no (primera injusticia para el que trabajo, que le restaron parte de sus ingresos para cumplir con sus cuotas), pero la jubilación es aún más injusta, si alguien trabajó por su cuenta puede (ahora) cotizar si lo desea, pero advertencia es para cumplir con las cuotas del SS, que hasta el momento es para todos;  si trabajó para varias empresas privadas o combinación de privada e independiente, no se acumula por lo que no tiene derecho a una jubilación; el único caso que permite ingresos o que no sea continuos o en lugares diferentes es como funcionario del Estado, allí si se acumula el tiempo de servicio para que a partir de los 20 pueda tener el derecho a la otra remuneración.
Esta justa unificación (pensión y jubilación juntas y acumulativas al retiro, sin importar donde se trabajó) que debió ser una de las banderas del gobierno actual, con 14 años en el poder, no ha sido prioritaria y no vemos intensiones de cambio en el futuro próximo.
Ahora menciona una ley que no creo que se debió discutir y menos aún aprobar por intrascendente: la lactancia materna. Quiero aclarar que estoy absoluto partidario de la lactancia materna, mi hija y su madre compartieron esa experiencia, algo que hubiera deseado poder también yo ser participe (la naturaleza no me lo permite), si el argumento principal es que muchas madres dejan de amamantar a sus hijos por las fórmulas, se puede combatir con una campaña a favor de dar pecho, sin necesidad de una ley o más aún de tanto alboroto en los medios. Yo escasamente he visto que la ley se esté aplicando, porque más que legislar es cuestión de enseñar sobre las ventajas de la leche y su convivencia entre madre e hijos.
En resumen, debemos preguntarnos si tenemos que tener leyes para reglamentar la TODO en la vida, hay muchas, leyes que no debieron ser aprobadas o ser prioritarias, por el contrario otras que si debieron tener espacio por lo necesarias y justas no han corrido con igual suerte.
Lo que me parece peor es percibir que muchas de nuestras leyes no se aplican, que solamente son utilizadas para castigar cuando me conviene discrecionalidad; que muchas otras no tengan reglamentos, nuevamente discrecionalidad; que no se estudien concienzudamente sus impactos: que no se monitoreen y menos aún evalúen; que creamos que la única vía para poder vivir en sociedad es por medio de leyes escritas, dando poco peso a la jurisprudencia (por ejemplo)…
Necesitamos reales leyes con sus costos y tiempos de entrada en vigencia. Cuando una ley queda para adornar bibliotecas no cumple con su cometido, sino que es una pobre nación con ilegalidad permanente.