Wednesday, August 28, 2019

Talibanes en el poder


Jorge Cruz, Caracas, 24 de agosto de 2019

Cuando escuchamos la palabra talibán nos viene a la mente términos como: intolerancia, fanatismo, asesinos, destructores de patrimonio mundial, impositores de una versión cultural.

Los talibanes se han caracterizado por ser una secta islamita que ha practicado la aplicación de la sharia de una manera ortodoxa, un regreso a la ley de hace unos siglos atrás. Al asumir el poder de Afganistán implementaron una serie de medidas que provocaron asesinatos masivos a todo aquel que no aceptara sus creencias o ideología, dinamitaron dos enormes estatuas de Buda, como muestra de su barbarie cultural, impusieron el terrorismo de Estado como su ley, todos los poderes estaban bajo su mando e imponían tus truculentos deseos.

Era una muestra más de lo que ocurre cuando una asociación de fanáticos toman el poder, arrasan con lo existente para imponer su “verdad”, su visión de mundo (aunque sea anquilosado), es una fuerza de destrucción que actúa como un tsunami, desolando todo a su paso.

Cuando se despierta Tánatos, acompañado de impunidad total, solo baños de sufimiento y sangre es la estela que se deja. La historia de la humanidad está llena de tales tipos de masacres culturales y humanas. Diversas han sido las “ideologías” con las que han intentado justificar sus atropellos, todas las podría catalogar como religiosas, tanto laicas como clericales. Llámense cristianos, islamitas, marxistas, anarquistas y un largo etcétera. Todas son comunidades de enardecidos practicantes y creyentes en su verdad, que debe ser impuesta, ya sea seductoramente o a la fuerza, aunque esta última es la más propensa cuando se es radical y tiene a un Estado que “respalda” sus desafueros.

En:  https://www.xlsemanal.com/conocer/sociedad/20170525/sociobiologia-increible-poder-la-tribu.html, hay un trabajo firmado por Daniel Méndez que nos da luces sobre el por qué de este conducta:

 "La literatura científica aporta numerosos estudios que muestran nuestra tendencia a sentirnos parte de un grupo. Incluso si este se ha formado por azar; por ejemplo, si un investigador divide un grupo de estudio en dos subgrupos rivales, está demostrado que con el tiempo -no demasiado- empezarán unos y otros a ver comportamientos negativos en sus oponentes que antes no habían visto ni manifestado. Y de igual forma verán valores en el subgrupo en el que se han integrado. Lo mismo sucede cuando nos adscribimos a un grupo religioso, un equipo de fútbol o un partido político."

Según afirman es parte de nuestro ADN, es lo que han llamado pertenencia a una tribu. Una forma de responder a la estrategia de supervivencia de las especies sociales o gregarias.

Sin embargo, tiene sus pros y contras, uno de estos últimos es el tema que he estado mencionando: el sentido de grupo que se fanatiza, ya que genera una doctrina, algunas veces escrita que se convierte en dogma y que puede llevar a catástrofes, tal como lo señala  Edward Osborne Wilson,  en https://elcaminantehn.com/2019/03/17/crees-en-dios-biologo-propone-eliminar-la-religion-por-el-bien-de-la-humanidad/:

“Todas las ideologías y las religiones tienen sus propias respuestas a las grandes preguntas, pero, por lo general, están vinculadas como dogma a algún tipo de tribu” 

Más adelante señalan otra expresión con mayor énfasis de radicalidad:

“Las religiones, en particular, presentan elementos sobrenaturales que otras tribus -otras religiones- no pueden aceptar (…) Lo que nos está haciendo hundirnos es la fe religiosa. Así que yo diría que, en aras del progreso humano, lo mejor que podríamos hacer sería disminuir, hasta el punto de eliminar, las creencias religiosas”, concluye Wilson.”

Caso  Venezuela
Venezuela ha vivido en estos 20 y tantos años un ataque despiadado en sus instituciones, valores culturales, su producción y formas de intercambio comercial, su entorno natural; en pocas palabras, en todos los ámbitos de su estructura social, ambiental y económica; provocando la mayor avalancha de emigración conocida en la historia mundial de un país que, aparentemente, no está en guerra.

Emerge la pregunta: ¿Cómo ha sido esto posible? La respuesta puede ser múltiple y diversos autores e investigadores han señalado variadas causas.
Un artículo de María Elena Ramos: La cultura en Venezuela: notas sobre el desmontaje y la resistencia (en: https://www.elnacional.com/papel-literario/la-cultura-en-venezuela-notas-sobre-el-desmontaje-y-la-resistencia/?fbclid=IwAR38Bkrws9oqefVGZz7LKvuKavN9AWOl4HtklcgukcVU0zGPkTGJrCo4Y5M), en el cual encontramos frases como esta:

El desmontaje fue así un objetivo central en la llamada “revolución cultural” que lideraron Espinoza y Hugo Chávez a partir del proyecto intelectual de Espinoza, quien había sido, desde su formación como joven comunista, estudioso de Antonio Gramsci.” o más adelante; “La revolución cultural así entendida pasa por desmontar esas superestructuras, para transformar las ideas y lo que llamaba Gramsci el sentido común de la sociedad civil (que había sido formado y difundido desde las iglesias, los intelectuales, las instituciones culturales, los profesores y el sistema de educación).

 Para finalmente exponer, un poco más adelante: “(…) el talante antidemocrático irrespeta, no agradece el legado recibido. Intenta más bien desconocerlo, avasallarlo. Dolorosamente, si una idea define a este gobierno (desde el principio y en todos los ámbitos, no solo en la cultura) es su golpe al respeto, sistemático y muy diverso en los objetivos ‘golpeables’. En regímenes que irrespetan la separación de poderes, ya cualquier cosa es posible. Límites legales y morales ya no valen como contenciones, la constitución es violada, o interpretada discrecionalmente. Se irrespeta al otro, su vida, sus saberes y sus haberes. Se irrespetan las verdades (tanto las actuales como las de la historia). Y en las instituciones se irrespetan sus funciones connaturales, su personal, sus especialistas.

Si es sabido que el entusiasmo creativo construye y que el resentimiento destruye y descapitaliza, esto es mayor verdad en el hacer de la cultura.(…)
 ”, nos señalan una de esas réplicas que muchos intentamos averiguar diariamente.

Por lo tanto, pudiéramos concluir que un grupo de resentidos sociales, llenos de odio y venganza han tomando el poder para saciar su sed de sangre y sufrimiento, pero como el personaje Gollum en la triada de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, el poder esclaviza, transforma y convierte en su único deseo de ser el tener el poder que el anillo confiere. Estos nefastos personajes que han asumido el poder en esta nación caribeña, solo desean el poder que da el estar al frente del país, con ello han dado rienda a sus más insanas pasiones: asesinar, robar, aterrorizar, enriquecerse, mentir, destruir…

En breve, han actuado cual talibanes, con un fanatismo a flor de piel; acosando a todo aquel que ose contrarialos (incluyendo la desaparición física, económica o espiritual); aterrorizar para que no intentes siquiera pensar en salir de ellos del poder; alimentar una cultura del miedo a perder las limosnas o boronas que sobran de sus platos, luego de crear una situación de angustia y desespero por algo de comida o dinero para poder adquirir algo que llevar a la boca; arrasando, saqueando y eliminando la institucionalidad, ya sea burlándose de la Constitución y todo el cuerpo legislativo, creando entes o sistemas paralelos, acorralando a las existentes por no ser sumisas (pienso en universidades autónomas), negando restringiendo presupuestos o reacomodando ministerios, para diluir su capacidad de acción; auspiciando el abandono y huída de técnicos al someterlos a sueldos de hambre o arrinconarlos en un mar de la nada para anularlos o que el desasosiego los empuje a la migración.

Una horda afincada en el poder que su ceguera y odio arrastran a toda una población, “construyendo” un país en fuga hacia afuera (sus habitantes) y hacia abajo (su calidad de vida).

Nota: las dos primeras páginas citadas fueron leídas hoy 28 de agosto de 2019 y el texto de M.E. Ramps, el 23 de agosto de 2019.