Thursday, August 13, 2015

La naturaleza, mi maestra (I)


Jorge Cruz, Caracas 12 de agosto de 2015
La naturaleza siempre fue una fuente de nutrición. Cuando pequeño mis padres tuvieron diversos tipos de animales en el patio: gallinas, ovejos, cochino, perros, gatos y también muchos árboles frutales: guayaba, mango, lechosa, limón, riñón, níspero en casa de una vecina y merey, al otro lado, que generosamente sus “brazos” tocaban nuestro tejado.

Yo pasaba largas horas en sus ramas disfrutando de sus néctares, observando y soñando.

También visitaba mis familiares, con los cuales aprendí a sembrar maíz, cosecharlo, desgranarlo, cocinarlo, molerlo y ¡zuas! A comer arepas, a madrugar para ir a ordeñar y, con papelón rayado, beber la espuma que se produce en esa labor ¡Qué delicia!

Mas tarde me acompañaban en mis lecturas, dándome sombra y frescor.

Era una de mis atracciones, poder ir a un río, nadar, subir a ramas y masticar manjares.

Esa cercanía hizo que mi militancia en con los grupos ambientalistas fuera como propio en mi, algo que me esperaba, a pesar que estudiaba áreas sociales.

Allí mis compañeros por varios años me enseñaron muchas cosas, sobre los sistemas y ciclos que cumple la  naturaleza.

Pero también aprendí porque pude aprovechar lo que ella me señalaba en cada una de esas visitas fuera de la ciudad.

La primera enseñanza es que en un ecosistema conviven diversas especies, la interacción entre ellas es la que permite que todas puedan continuar sus destinos, unas a otras se complementan, ya sea como presas o predadores, o cooperante; cuando una de ellas comienza a desbordar los límites de la capacidad que puede soportar el sistema, ocurren crisis, que pueden devenir en catástrofes, donde la mayor perdedora puede ser la que inició el caos, el desbalance.

Un ejemplo de ello es el monocultivo, una especie es la que domina, pero hace tan vulnerable ese ecosistema que un hongo puede causar que toda la cosecha se pierda.

Si lo llevamos a plano social notaremos que hemos seguido ese esquema: Hay diversidad de culturas, de tipos de coloración en nuestro fenotipo y de composición genotípica y sus resistencias a las infecciones. 

Cuando una visión, una ideología ha intentado ser única, ha causado muchos daños: persecuciones, encarcelamientos, asesinatos o pudiéramos sumar los suicidios por su desaparición económica (son botados de sus trabajos y no pueden emplearse por orden gubernamental). Aunque también ellas sucumben a los pocos años, muchos son los casos conocidos. Otra vía es adaptarse y hacen aperturas, también son muchos los que pudiera citar, estas pueden perduran mucho más, porque aprenden a mutar.

Entonces, empecinarse en un solo tipo, el monocultivo intelectual, de visión, de cultura (en el sentido amplio) es condenarse al fracaso, a la desaparición.

De lo anterior surge otra enseñanza, en la naturaleza hay competencia y reciprocidad (colaboración). En ella hay una cadena trófica, que van desde los que capturan la energía, hasta los que toman la energía de estos primeros y de los que se alimentan de los que segundos. Las plantas toman energía del sol por medio de la fotosíntesis; los herbívoros se alimentan de las plantas, con lo  que obtienen la energía acumulada por la plantas para su provecho; muchos herbívoros son devorados por carnívoros y estos últimos perecen a manos de otros carnívoros o por la acción de seres menores que producen daños como lombrices o virus y bacterias, que los llevan a enfermedades de las cuales no se recuperan; con lo cual vuelven a ser reciclados por el sistema.

Existen depredadores que están controlando la población de sus presas, que a su vez garantiza que solo las presas más adaptadas son las que pueden sobrevivir a sus ataques; es decir, hay una competencia de los más aptos y adaptados sobre los de menores posibilidades, al fenecer los que tienen deficientes aptitudes y capacidades su especie se fortalece, aunque como individuo desaparezca.

No todo es competencia, hay cooperación intraespecies  e interespecies. El coral es una buena ilustración: los pólipos conviven y se alimentan de algas unicelulares con fotosíntesis que les permite obtener energía para seguir construyendo la morada de ambos. Posiblemente algunos habrán visto videos de un cisne alimentando peces  u otros similares. También sabemos que las especies sociales  o gregarias como las hormigas, trabajan en equipos, unidas, unas a lado de otras para transportar alimentos, para construir sus viviendas, para repeler a un invasor, entre otras labores; en pocas palabras, buscan juntas el bien común.

Si llevamos estos a términos humanos vemos que la competencia aviva la innovación, los países con regímenes monopolistas (por el Estado) tienen productos de baja calidad, baratos mientras estan subsidiados y poco amigables o versátiles.

Otro aprendizaje, la naturaleza se mueve en dos “espacios” el individual, por estar integrada por individuos y el comunitario, por ser parte de un sistema. Cada especie intenta mantenerse en el tiempo, ya sea como individuo, por lo cual busca reproducirse o salvar a su prole; y al mismo momento, actúa en pro de su especie, de su comunidad, porque su supervivencia o de su prole garantiza que la especie continúe. 

En el plano del ser humano, notamos que esto opera permanentemente, nuestras acciones buscan satisfacernos y que nos beneficien a cada uno como miembro y a su comunidad (esta comunidad puede ser desde la más restringida, nuestra familia, hasta una comunidad amplia como el país o el planeta, pasando por otras como la vecindad, el pueblo, entre otros). Es el interés común el que nos guía en estas interacciones.

En resumen, somos parte de un sistema que cualquier decisión (con acción o no de nuestra parte) afecta a otros (el Efecto Mariposa, entra al escenario, aunque lo desarrollaré en otro artículo); competir es parte de nuestros instintos, como lo es el cooperar, si intentamos racionalmente desarrollar uno de ellos con mayor fuerza, nos causamos desequilibrios que pueden llevar incluso a la muerte, como dice un refrán: el fin último de la competencia es eliminar la competencia, lo que es un contrasentido (algo que básicamente han logrado los Estados a lo interno y sabemos las resultados de ellos). Si actuamos solo para los otros, para llevar al extremo, repartiendo comida, hace que no tengamos reposición de nuestra energía y el deceso es una meta posible. 

Por último, la diversidad es necesaria e imprescindible, intentar eliminarla, no escuchar al otro, no solamente podríamos generar la desaparición (física o económica) del otro, sino que estaríamos cavando nuestra propia tumba. La uniformidad, como la de la Cocacola es relativamente eficiente y buena para la industria, no para la naturaleza y menos aún para los seres humanos que solo somos una especie más en ella. Los Estados autistas, que se escuchan a si mismos, que permiten violaciones a la ley a sus partidarios, que copan los movimientos sociales, ya sean cooptados o nacidos y legalizados solos por sus simpatizantes, tienen una vida efímera. Así es como rige la naturaleza, ella es la que tiene el sartén por el mango y tarde o temprano pasa la factura.