Jorge Cruz, Caracas, 1 de noviembre de 2010
Hay una escena en una película de Lina Wetmüller, “El Fin del Mundo en Nuestra Cama Usual en una Noche de Lluvia”, que retrata a muchos revolucionarios. La trama es de una estadounidense que vive en Italia y se enamora de un revolucionario, la escena en cuestión es una interpelación de parte del hombre a su amada (no es textual): “tú, la burguesa que viene a hacer revoluciones en otro país, porque no quieren que tu familia se toque”.
Mis padres siempre me dijeron que el ejemplo es la mejor forma de educación. Quienes me conocen saben que lo he practicado, promoví el uso de la bicicleta como medio de transporte no solo a través de un medio de comunicación sino pedaleando hasta que mis rodillas me lo permitieron, donde era como un llanero solitario; y así por el estilo.
Yo no creo, por ello en los que dicen pero no cumplen o militan con lo que afirman.
Nuestros grandes funcionarios, revolucionarios según afirman, (podemos empezar por el líder de la misma) han atacado a la educación privada, les limitan sus ingresos (que generalmente significa deterioro de su profesorado), hablan a favor de la educación pública, pero ninguno tiene a sus hijos en un liceo, todos van a colegios (pagos) con cierta reputación. Hacen revoluciones fuera de su familia.
Hace pocos días atrás el presidente expresó: “si yo fuera gerente limpiaría los baños”. Uno se pregunta si él es extraterrestre o algo parecido, porque es el gerente del país. Me gustaría que fuera fiel a lo que dice (no que limpiara los baños, que no tendría nada de malo como él afirma): se montara en el Metro de Caracas, no para la foto o con un séquito de escoltas o funcionarios que escojan los mejores vagones; tal vez mucho antes se hubiera dado cuenta de lo que sufren sus usuarios. Pero, ¡no! el es presidente y no puede rebajarse tanto. La revolución se hacer fuera de casa.
Con las expropiaciones pasa lo mismo. Se están expropiando empresa, fincas, complejos habitacionales, entre otros. Su familia tiene propiedades, que no puede ocultar, en Barinas y quien sabe donde más; nunca han mencionado la posibilidad de donarlas al necesitado pueblo que tanto defiende. La revolución no toca mi propiedad.
Algunos argumentaran que la empresa privada es una explotadora, ya he puesto ejemplos de lo que gana un empleado público versus un obrero (lo escribí bien) de una empresa privada. Traigo otro ejemplo más: en el Instituto Nacional de Estadística (INE), para un supervisor de campo de una encuesta que tiene casi un mes de duración se le paga Bs. F. 1.500, sin bonos de ningún tipo; es decir, ni siquiera se paga un salario mínimo. El mismo Estado revolucionario no cumple la ley.
Además, seguir afirmando que la empresa bajo el mando del Estado funcionan mejor es una gran falacia. Si sacamos a Aceites Diana y tal vez a Lacteos Los Andes, no incluyo los Hipermercados Bicentenarios por dos razones: los administradores son los mismo de antes, Grupo Casino y, por otro lado, se abastece principalmente de empresas privadas (Polar, especialmente).
De invasiones, tenemos otro ejemplo doloroso. El Hato El Frio, fue centro de investigación para que muchos estudiantes de biología nacionales e internacionales (especialmente de España) pudieran realizar sus tesis de grado y posteriores estudios, además de contar con un espacio para reproducción del Caimán del Orinoco, especie en peligro de extinción y su posterior liberación en áreas adyacentes Caño Guariquito, dentro de los límites del Parque Nacional Aguaro-Guariquito. Un reciente reportaje en la prensa muestra la casa principal antes de la expropiación y ahora, meses después. Es terrible para quienes conocimos la casa en su esplendor, queda sólo las paredes en pié. El ganado que una vez pastó en el hato ha prácticamente desaparecido, pero la peor noticia, el PNAG ahora está siendo asediado por cazadores furtivos, acabando con una población animal que contó con protección mientras el hato y ONG permanecían en la zona. La revolución es una protectora de nuestra fauna (las focas que hacen vida en la Asamblea Nacional).
Es decir, de un número nada despreciable de expropiaciones, invasiones DOS son vendidas como hechas en socialismo exitoso. Esto es un porcentaje poco recomendable de eficiencia.
Yo no me cansaré de decir, yo he querido un cambio, pero no este tipo de cambio. El que deseaba y por el cual he luchado ha sido expropiado.